Bob Dylan le hace la cobra a la Academia Sueca
Cinco razones por las que el cantautor ha declinado ir a recoger a Estocolmo el máximo galardón de las letras: el Premio Nobel.
16 noviembre, 2016 19:43Noticias relacionadas
Es oficial: Bob Dylan no irá a recoger su polémico Nobel de Literatura. Lleva semanas jugando con la cuestión, amasándola en las manos, atando bien sus palabras. "Agradezco mucho el honor", le dijo en su día a Sara Danius, secretaria presidente de la Academia Sueca, con diplomacia. Ante la pregunta de si recibiría el premio en Estocolmo, soltó un amable "por supuesto" acompañado de un bombón envenenado de ambigüedad: "Si puedo". Se muestra reticente, pero la dotación en metálico -de 832.000 euros- no la rechaza.
El cantautor ya había llevado al hartazgo a la institución, que intentó durante días ponerse en contacto con él para comunicarle personalmente la noticia. Nada. No cogía el teléfono. Dylan tardó más de dos semanas en hacer referencia pública al galardón. También su web oficial vivió extrañas modificaciones: su biografía de la portada rezó durante un rato "ganador del premio Nobel de Literatura", inmediatamente debajo del anuncio de la aparición de un libro con las letras de sus canciones de 1962 a 2012. Después desapareció.
Es realmente un gran honor [recibir el Premio Príncipe de Asturias]. Lamentablemente, no puedo estar ahí para recibir el premio en persona
No es Dylan de ponerse el chaqué y pisar alfombra. Con el Premio Príncipe de Asturias 2007 le pasó igual. También se sintió honrado por el reconocimiento, pero tampoco le dio por abrazarlo carnalmente. "Permítanme agradecer al Rey, al príncipe Felipe y a los españoles el haberme concedido el Premio Príncipe de Asturias. Soy consciente del enorme prestigio que este premio proporciona, así como también de la larga lista de ilustres galardonados. Es realmente un gran honor. Lamentablemente, no puedo estar ahí para recibir el premio en persona, pero espero regresar pronto a España para manifestar mi gratitud por este galardón". ¿Cómo de ocupado está Bob Dylan? Todos sus amables desplantes no dejan de sonar a "te quiero, pero como amigo". A "mejor nos vemos otro día". ¿Por qué le hace la cobra a la Academia Sueca?
1. Es un mito contracultural
Bob Dylan se esfuerza desde siempre en revestir su carácter y su vida de un aura difusa, lejana. Va de anacoreta, de outsider, de eremita, y eso engorda su leyenda. Es curioso: a todo el mundo le cae bien el cantautor, pero él nunca ha intentado caerle bien a nadie. Basta con observar cómo se desenvuelve en sus escasísimas entrevistas, que son una forma de conexión entre su personalidad, sus filias y fobias, con la opinión pública: se las toma a coña. Las repele, ironiza, las sortea. Se le conoce como el gran saboteador de las preguntas de los periodistas. La promoción le resbala, y la opinión popular también. En 2015 dio su última entrevista -la primera en tres años- a la revista para jubilados AARP The Magazine.
Se le conoce como el gran saboteador de las preguntas de los periodistas. En 2015 dio su última entrevista -la primera en tres años- a la revista para jubilados AARP The Magazine
Otra mítica -de 2013, por el 40 cumpleaños del aniversario de la Rolling Stone USA- la concedió porque quien sujetaba la grabadora era su amigo Jann S. Wenner. El equipo de Dylan informó a la agencia de noticias sueca TT que, de viajar a Estocolmo a recoger el Nobel, no hablaría con la prensa. Y punto. En una charla de 2009 con Bill Flanagan, le confesó que nunca había intentado encajar. "Provengo de la música folk tradicional y esa es la estética arquetípica y cotidiana que he vivido. No podría haber escrito canciones para el Bill Building [la mayoría de editores de música contaban con oficinas en ese edificio] ni aún habiéndolo intentado. Cualquier cosa que suene a pop no podía hacerla antes ni puedo hacerla ahora".
Ahí Dylan escapando del circuito comercial. De la masa. Del aplauso. Del establishment. De recoger el Nobel si hace falta. Lo cantó en Tangled up in blue: "La única cosa que supe hacer / fue huir hacia adelante, como un ave que vuela / envuelto en la tristeza". Cuando le preguntaron si se consideraba un artista de culto, respondió que no le gustaría. "Figura de culto... eso tiene connotaciones religiosas. Suena excluyente y elitista", aseguró, y explicó que él siempre se se había sentido más atraído por los "músicos ambulantes" que por las estrellas. "La dignidad la aprendí de ellos. Y la libertad, los derechos civiles y humanos. Cómo estar en paz con uno mismo".
Su personalidad es esquiva: se cambió el nombre, jugó con sus orígenes. Cuando la gente le preguntaba de dónde venía, afirmaba haber entrado en Nueva York en un tren de mercancías. Otras veces, reconocía con una risita haber llegado del Medio Oeste conduciendo un sedán de cuatro puertas.
2. No es un poeta
Claro que el mundo antes se dividía entre los que eran de los Rolling y los que eran de los Beatles. Después nació el debate de la tortilla con cebolla y sin cebolla. Ahora, la cuestión que bifurca el planeta es si Bob Dylan se merece o no el Premio Nobel de Literatura por "haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción americana". Él se sacude las importancias y siempre ha jugado a la sorna con el tema. "Cualquier cosa que puedo cantar, la llamo canción. Cualquier cosa que no puedo cantar, la llamo poema. Cualquier cosa que no puedo cantar y es demasiado larga para ser un poema, la llamo novela", dijo.
En la misma entrevista a Bill Flanagan -previa al lanzamiento de su disco Together Through Life-, preguntado por si había empleado "menos poética" en esas letras, se encogió de hombros: "No sé si estoy de acuerdo. No es fácil definir lo que es poesía. Hank Williams también utilizaba un lenguaje sencillo...". En otro momento dado, confesó que le dio "pereza" escribir sus memorias, que no era "escritor profesional" y que no tiene "esa sensación de euforia que tienen algunos escritores".
3. No es un modelo
Dylan ha manifestado detestar que se hablase de él como "portavoz de su generación", muy especialmente a lo largo de los años sesenta. "No solamente no lo quería, sino que no lo necesitaba. Y tampoco podía entenderlo. A nadie le gusta verse definido por otros. Yo no fui el maestro de ceremonias de ninguna generación y habría que eliminar de raíz esa idea", declaró a John Preston en una entrevista a El País, en el año 2005, a propósito del primer volumen de sus memorias. Lo único que él deseaba era que le dejasen en paz con su mujer y sus hijos y saborear "una existencia de persona corriente con una valla de madera blanca y rosas en el patio de atrás. Eso habría estado bien".
4. No tiene miedo
La noticia de que Bob Dylan iba a recibir el Premio Nobel de Literatura ha generado revuelo y rechazo frontal, especialmente de parte de voces literarias -aquí en España, desde Luis Alberto de Cuenca a Vargas Llosa-. Una forma de devolver el golpe a esos detractores es no ir a recogerlo. Ya lo dejó claro en The times are changing: "Vamos, escritores y críticos que profetizáis con vuestras plumas, mantened los ojos abiertos, la oportunidad no se repetirá. Y no habléis demasiado pronto, porque la ruleta todavía está girando. Y nadie puede decir quién es el designado. Porque el ahora perdedor será el que gane después. Porque los tiempos están cambiando...".
5. No lo quiere (rechazar)
Dylan aquí toquetea la margarita. Quiere el Nobel, pero no lo quiere. Lo quiere porque es un reconocimiento rompedor -y prestigioso- para un cantautor, pero no le apetece regalarle la campaña de márketing al Nobel, a la Academia. No quiere servirles para limpiar su imagen, para modernizarlos. Se pueden quedar con su nombre, pero no con su presencia. No quiere pertenecer a ningún club. Ya lo dice en It's alright ma (i'm only bleeding): "Mientras algunos son bautizados por principio a estrictas ataduras partidarias, clubes sociales atontados disfrazan a los intrusos, a quienes pueden criticar libremente sin decir nada aslvo a quien hay que idolatrar. Y luego dicen 'que Dios les bendiga'". Aún se prefiere músico ambulante. Pero con el bolsillo un poco más grueso.