Ha muerto Giovanni Sartori a los 92 años. El autor, investigador en el campo de la Ciencia Política, es autor de libros como Partidos y Sistemas de partidos, La política: lógica y método en las Ciencias Sociales o Teoría de la democracia, será recordado, sobre todo, por Homo Videns. La sociedad teledirigida (1998). En este ensayo divulgativo, se muestra como el primer gran enemigo de la televisión, a la que señala como el principio de la degradación cultural de las sociedades contemporáneas, que no lograron frenar el fango con la llegada de internet.
Para Sartori, gran maestro de apocalípticos de las nuevas tecnologías, el hombre no es el mismo después de la aparición de las tecnologías de la información y comunicación: degenera de homo sapiens en homo videns, por la dictadura de la imagen. En este libro, sentenció al ser humano que se embobó con la imagen, porque le incapacita para las formas superiores del pensamiento.
El hombre televisivo no es capaz de fraguar el pensamiento abstracto, proponía a finales del siglo XX el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales de 2005. Pasa de un mundus intelligibilis al mundus sensibilis es el principio del final: “La televisión invierte la evolución de lo sensible en inteligible y lo convierte en ictu oculi, en un regreso al puro y simple acto de ver. La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender”.
Sartori, que llegó a calificar al Partido Comunista Italiano como un “partido antisistema”, explicaba que los vídeo-niños se sociabilizan a través de las pantallas, que hace de su analfabetismo cultural una sofisticada decepción. “Internet es, sobre todo, un terrific way to waste time, un espléndido modo de perder el tiempo, invirtiéndolo en futilidades”, escribió.
Por si esto fuera poco, el apocalipsis humano que vaticinó el autor italiano crece en el terreno político: el hombre perderá su libertad, que terminará esclavizado al control de los mecanismos del poder mediático. Un Gran Hermano sin límites, que convertirá a la política en un espectáculo banal e insustancial, propio del desengaño, y regado por estímulos propios de la destrucción.
El vacío cultural lo impregnará todo y creará un tipo de ser que no sabrá qué hacer con su tiempo y con su vida, si no recibe ninguna orden. Sartori miraba el futuro y veía a su alrededor bestias sin imaginación, producto de la imagen, y de la televisión como una poderosa máquina de deformar sociedades con la excusa de ponerse en contacto. Muertos por pantallazo.