Ha salido a la calle para tomar declaración y testimonio de cómo el despertar político ha sobrevivido al 15M de 2011 y se ha encontrado con redes sociales, fuera de internet, que han ayudado a los excluidos a saltar los obstáculos instalados desde arriba. Ha encontrado organizaciones que han trabajado más allá de la pataleta y, sobre todo, del desánimo. Carolina León (Sevilla, 1974) publica un ensayo-crónica titulado Trincheras permanentes. Intersecciones entre política y cuidados (Pepitas de calabaza), en el que queda patente la brecha que hay entre el discurso de la representación política surgida de las plazas y la pelea que mantienen las plazas por la protección y el cuidado de la comunidad.
Antes, en Ahora Madrid eran prioridad la vivienda, la salud, la educación y qué estamos cambiando ahora… los nombres de las calles
Para Carolina, el 15 M fue el final del egoísmo. La autora, y tantos, trascendió la soledad. “La “revolución” ya ha triunfado, porque permitió a un sin número de personas salir de sus ensimismamientos, preocuparnos de algo más que de lo propio y ejercer la discusión acerca del vivir juntos”, cuenta. En aquel movimiento se aprendió a “hacer colaborativa casi cada parcela de la vida”. “Nos movilizábamos en torno a todo -porque “esta guerra es total, omnicomprensiva”, como solía decir una amiga- y nos agitábamos de manera colectiva para estar presentes, participar, luchar. Nadie quería perderse el vendaval. No nos podíamos permitir quedar desconectados. Actuábamos fuera de las cárceles de nuestras condiciones o hacíamos de esas cárceles un movimiento”, escribe la autora.
Este es un libro sobre los cuidados, los afectos, el sostenimiento en el otro, la vida y la reproducción, pero también sobre la política, la organización, la militancia. Y contra el silencio del activismo. Porque Trincheras permanentes pretende demostrar que nada ha muerto, “a pesar de que si no lo dice Pablo Iglesias parece que no existe”, comenta a este periódico. La autora lamenta que parece que el ciclo de la movilización se haya roto, porque todo ha pasado a la forma de partido. “Pero hay mucha gente trabajando desde lo pequeño y generando vínculos y lazos”.
Carolina León carga contra la política profesional, no contra la politización de la vida privada. La primera es la política que nos es ajena, la que arrebata condiciones para la “reproducción social”. Los telediarios ya no estaban interesados en la movilización permanente. Los niños, ancianos, personas con enfermedades mentales, migrantes sin papeles o mujeres que cuidan, quedaban fuera de foco, pero la movilización no ha parado, a pesar de los inesperados pisotones de los aliados que llegaron a las instituciones.
El libro subraya el desfase que hay entre el partido político que surge del 15M y los movimientos sociales que se proyectan desde el 15M
“Me siento estafada por el Ayuntamiento de Madrid y por Manuela Carmena, por quien ya tengo muy poca simpatía”, asegura Carolina León a este periódico. Lo más llamativo de esta crónica indagadora, aunque no sea su principal intención, es el desfase que hay entre el partido político que surge del 15M y los movimientos sociales que se proyectan desde el 15M. La autora aclara cuáles eran las prioridades y dónde han quedado. “Entonces eran la vivienda, la salud, la educación y qué estamos cambiando ahora… los nombres de las calles”, dice con una amarga crítica al Ayuntamiento de Madrid.
Política sin personas
Eso es lo que ha fallado en la política profesional, a pesar del desarrollo del compromiso de las redes sociales, que “ha olvidado la política que nos afectaba y apelaba en lo personal, para volver a la lógica institucional del partido y olvidar los procesos de reproducción y cuidado”. Cuando dejamos de entender que la política pasa todos los días fuera del Congreso, gana la política profesional.
Por eso donde los presupuestos autonómicos no llegan, donde las leyes impiden la asistencia social (como el decreto ley de exclusión sanitaria), aparecen las personas (Yo Sí Sanidad Universal) para habitar resquicios legales (personas sin permiso de residencia que pueden ser atendidos y a los que acompañaba un ciudadano español para hacerlo posible). “A una de estas personas le duele el pecho o tiene fiebre, lo acompañas al ambulatorio o a urgencias, todo lo que pasa ahí es de un orden distinto de la “militancia” a secas”, explica Álvaro a Carolina sobre su experiencia.
Lo colectivo llegó para quedarse en nuestras vidas. Esa es mi conclusión
Carolina León utiliza, como ella misma dice, la única herramienta metodológica que tiene: “La entrevista”. Es decir, la pregunta, el interés, la curiosidad. El sustantivo y el adjetivo, porque no se queda en la herida, ni se regodea en el drama. Es partidaria de la política positiva. Más encantada, que estancada. Por eso no cree en campañas que señalen y se afirmen en los elementos negativos. El tramabús. “Yo prefiero la política en positivo, donde se destaca lo más pequeño”.
Vinculados por el feminismo
“Me ha salido un libro militante y me ha servido para reafirmar que esa mirada era necesaria, para darme cuenta de que el proceso sigue siendo importante. De alguna manera, quienes elaboran los discursos en Podemos, están directamente inspirados en lo que se dijo en el movimiento durante mucho tiempo: la creación del vínculo entre ciudadanos”, cuenta. “Lo colectivo llegó para quedarse en nuestras vidas. Esa es mi conclusión: hubo un acontecimiento y ha cambiado nuestras formas de relacionarnos. Vínculos que antes no teníamos presentes”.
Además del despertar político, es un libro de apertura a las teorías feministas. “Si hay algún reflejo potente de lo que vivimos en el 15M es el feminismo”. Carolina León señala con indignación que el ascenso de la mujer al mundo laboral y el falso golpe de la igualdad, deja a la mujer encargada de los cuidados en un mundo privado atendido por mujeres, que lo hacen todo por “amor”. Algunos sujetos cuidan y otros son cuidados, “y todo eso se produce en un lugar oculto a las miradas”. Esa idea de iguales no reconocía la desigualdad en la que determinados sujetos de la sociedad ejercen sus derechos, “mientras la atención a las tareas reproductivas se confinaba en el espacio apolítico llamado hogar”.
Sólo a partir de las revisiones feministas se ha podido poner en crisis una organización del mundo dada
El nuevo contrato social debe asumir dos conceptos que desvelen la necesidad de los cuidados: vulnerabilidad e interdependencia de unos con otros. Tal y como destaca Carolina León, sólo a partir de las revisiones feministas se ha podido poner en crisis una organización del mundo dada. Gracias al feminismo se han incorporado palabras como afecto, dependencia, vida buena o cuidados. “Sólo a partir de reclamar que lo personal es político se han podido entender los cuidados como una actividad que humaniza y nos constituye como humanos”.