La librería independiente vive en una constante reinvención para demostrar que trasciende a ese guateque de best-sellers que es la sección literaria de El Corte Inglés o al hipsterismo de La Central, que atesora un fondo exquisito de libros pero resopla cuando las colas se hacen para el bistró -con su correspondiente foto con la tarta para Instagram- y no para toquetear las estanterías. En Molasses Books -un pequeño establecimiento recién abierto en Brooklyn- han ido un poco más allá en la senda de Tipos infames, expertos ya en casar el libro y el vino, y ofrecen la posibilidad de comprar libros a sus clientes a cambio de una cerveza, un café o una copita.
El local -que golpea como alternativa a las librerías caras y minoristas especializadas en tomos raros, prolíficas en el norte de Brooklyn- ofrece al usuario alrededor de un 30% del precio al que van a revender el libro, moviéndose en el rango de entre 5 a 8 dólares. Para el que prefiera las moneditas en mano a la bebida, claro. Y, como goza de una rotación bastante amplia de ejemplares, se puede permitir dulcificar los precios, aunque también existe la posibilidad de cambiar un libro por otro.
La idea de Matthew Winn, el dueño, es que Molasses sea más que una tienda al uso. Sueña con convertirla en un agradable punto de encuentro para los lectores férreos del barrio, un lugar donde charlar, beber algo, recomendar obras e intercambiar impresiones sobre la última novela. Una suerte de club de lectura distendido que huele a hojas de papel y a cebada: qué más.
Ideas frescas
Winn, licenciado en Literatura, se dedicaba a la venta ambulante de libros, pero hacía tiempo que rumiaba la idea de dar el salto a un lugar físico, por eso se las ha visto y deseado para proponer iniciativas frescas y atraer al público. Por ahora está funcionando. Se ha hecho con un agradable espacio que fue antes barbería y galería de arte y parece que la cosa empieza a rodar. No es fácil: trabaja 13 horas al día, seis o siete días a la semana. Hay techos altos, mesas anchas, estanterías variadas y ventanales con sol.
Además de libros de segunda mano, en la librería pueden encontrarse cómics, fanzines independientes y tomos en varios idiomas. Eso sí, hay que dejar claro que los portátiles no son bien recibidos. No sólo porque peligran en un lugar donde corre la bebida, sino porque, después de todo, no deja de ser una librería. Y eso eso lo que hay que preservar. No es el garito de moda pero bien levanta presentaciones y eventos literarios con el único ingrediente que hace falta: pasión.