El escritor que fulmina las listas de ventas en Estados Unidos -seguido de cerca por Rupi Kaur- es una rareza hecha carne: alumbra poesía allá en las montañas de Helena (Montana) -donde vive respirando aire puro acompañado de sus dos perros-, es budista, fotógrafo de bodas e instagramer, en un cóctel imposible entre el asceta tibetano y el hipster malasañero. Tyler Knott Gregson es ese oxígeno del best-seller en la asmática industria editorial: cómo sienta, cómo entra, cómo levanta el año. Una horda de más de 560.000 usuarios lo aclaman vía redes sociales a pesar de su gusto por el paisaje de cordillera y eco: ¿es eso estar solo? ¿Es compatible el mundo interior del cenobita con la mirada del rey de Tumblr?
“Las flores crecieron donde estabas / brotaron desde las plantas de tus pies, / fuertes a pesar del tono / de sombra que dejaste. / Suceden jardines / cada vez / que te vas”, escribe en Cazadores de la luz, recién publicado en España como Por mucho que duela (Espasa). Ha vendido más de 150.000 ejemplares en Estados Unidos -el último Premio Nacional de Poesía vendió 20.000- y ha cosechado las valoraciones más altas en las principales webs: Amazon.com, Goodreads, Barnes & Noble e iTunes.
“Las flores crecieron donde estabas / brotaron desde las plantas de tus pies, / fuertes a pesar del tono / de sombra que dejaste. / Suceden jardines / cada vez / que te vas”
The New York Times se muestra escéptico acerca de su talento -apunta que este tipo de autores siempre son ignorados por la crítica, no ganan premios literarios y la mayoría “jamás ha pisado un taller de escritura”- pero reconoce que es “el equivalente literario a un unicornio”: un poeta que ha saltado a la fama por su cantidad ingente de ventas.
Poesía en máquina de escribir
Tyler Knott es licenciado en Humanidades, titulado en Sociología y Criminología y especialista en Psicología y Estudios religiosos, que incluye las filosofías orientales, la espiritualidad de los indios americanos y otros credos alternativos como el budismo -la doctrina que le hizo click y le cambió la mirada-. Su andadura literaria comenzó un día toqueteando joyitas nostálgicas en un anticuario: se hizo con una máquina de escribir Remington y parió, en la misma tienda y en la página rota de un libro, su primer poema. Como un vómito, como una arritmia, como una erección espontánea: pulsiones internas enganchándose al mundo real.
Dice Espasa que esta “premura, esta incapacidad de borrar, editar y cambiar” -que conlleva la máquina de escribir- se traduce en una “experiencia tan real imperfecta, sin filtros y honesta” que Knott continuó escribiendo así. En nuestras manos, el resultado. La sugestiva poeta Loreto Sesma se ha encargado de la traducción y el prólogo. Cuenta a EL ESPAÑOL que “la clave de la escritura de Tyler es el condicionamiento de la máquina y no tener esa facilidad para volver a empezar un poema ni cambiar nada”: “A veces ves que hasta coge un ticket de compra y escribe ahí mismo. Esa es su magia y su esencia”.
Rompiendo el tópico, Sesma no diría que la poesía de Tyler “se sustenta en la pata del amor” -pilar fundamental de la poesía moderna criada en las redes sociales-, sino que “habla mucho de la naturaleza, de la vida en sí, de buscar y de saber esperar"
Lo que más le gustó de su lírica, dice, “tal vez por el momento personal que atravesaba cuando le leí por primera vez, es su capacidad de dar luz a los recovecos”. Su poesía está llena de budismo “y se siente mucho el tirón de su religión”. Rompiendo el tópico, Sesma no diría que la poesía de Tyler “se sustenta en la pata del amor” -pilar fundamental de la poesía moderna criada en las redes sociales-, sino que “habla mucho de la naturaleza, de la vida en sí, de buscar y de saber esperar, porque las cosas llegan aunque todo parezca oscuro; no aparece tanto del príncipe azul que tanto gusta al adolescente”.
La fórmula del pelotazo editorial
En este sentido se trae a colación a Whitman por su ojo hecho a la tierra -”creo que una brizna de hierba no es inferior / a la jornada de los astros”-. “Ambos tienen eso de dueños y señores de la naturaleza, fomentan una cultura visual y defienden que en lo simple puede estar lo más bello del mundo”, dice Loreto.
Encuentra también paralelismos entre su poeta traducido y ella misma. “Yo estoy obsesionada con que en la vida hay muchas señales y las casualidades no existen: Tyler se puso en contacto conmigo para presentarse, cuando se enteró de que le traduciría, y resulta que teníamos el mismo tatuaje en el mismo sitio. Un punto y coma en la mano. Además, traduje su libro cuando estaba en Rangún, lo que me hizo llegar a comprenderlo muchísimo mejor, masticar su espiritualidad”.
Tyler da "esa vuelta la necesita la gente. Las personas que buscan refugio y no encuentran respuestas en otro sitio, las buscan en la poesía. Eso de ‘oye, ya sé que estás hecho una mierda, pero vas a seguir adelante’"
¿Cuál es la fórmula secreta para crear un pelotazo editorial lírico? “Si lo supiera, sería la primera en utilizarlo”, ríe al teléfono. Aunque no tiene motivo de queja: ella, como nuevo valor poético de nuestro país, ha vendido más de 7.000 ejemplares de su Amor revólver (Espasa). “Creo que en este caso son muchos factores los que intervienen, y no sólo las redes sociales. Él ha publicado con Penguin Random House, una de las editoriales más tochas con las que se puede publicar en EEUU. Por otra parte, los americanos tienen más a buscar ese rollo de autoayuda… no me gusta esa palabra, pero creo que va por ahí. Tyler es fotógrafo y eso influye en su poder: cuelga una fotografía en una red social y eso genera un impacto, aunque, si te das cuenta, él en sus redes sólo hace uso de imágenes de sus textos, hay pocas fotos suyas, y eso va también ligado a su personalidad de señor de las montañas”, reflexiona.
Los que se "suben al carro" del boom poético
Destaca que “los poetas tienden a buscar constantemente hacer más sangre de la herida para entender su dolor -yo misma soy de los que piensan que para curar el dolor hay que comprenderlo”, pero sostiene que el estilo de Tyler Knott va más por la idea de “no hacer más sangre”. “Ésa vuelta la necesita la gente. Las personas que buscan refugio y no encuentran respuestas en otro sitio, las buscan en la poesía. Eso de ‘oye, ya sé que estás hecho una mierda, pero vas a seguir adelante’. Ese refuerzo”. Estamos muy tristes, ¿no? “Sí, estamos completamente desamparados y nos hace falta gente que nos escuche. Por eso a veces acudimos a los libros”.
El movimiento en España lo empezaron autores como Carlos Salem o Escander Algeet, pero es cierto que después otros se han sumado al carro y no hacen ni poesía ni nada. Gente lista hay en todos los sectores
¿Cuándo se dio el click, cuándo volvió a interesar la poesía? En España, recuerda, “hay autores como Carlos Salem o Escandar Algeet que han ido tejiendo ese movimiento y que han sacado la poesía de la vitrina, la han normalizado. No sé por qué se ha considerado a la poesía una forma elitista de la literatura”, evoca. “Pero es cierto que después otros se han sumado al carro y no hacen ni poesía ni nada. Gente lista hay en todos los sectores”. ¿Está ese lector novel -que comienza a consumir poesía- siendo estafado? “No, porque el lector es el que compra, el que elige. Puede elegir a Miguel Hernández, también, y las editoriales no son una ONG”.
¿Alguna recomendación para discernir, para apartar la morralla? “Leer. Cuando lees calidad entiendes que lo otro no vale para nada. ¿Cómo sabes que una catedral es arte? ¿Cuándo sabes que un buen libro lo es? Hay un margen de gusto y preferencia, claro, pero hay otra parte de cultura adquirida, creada a partir de haber leído y conocido, y que te permite luego comparar. Todo en esta vida es comparar”.