La Unión Europea es una realidad complicada, entramos en ella con célebres manifestaciones y disuasorias protestas. Ahora parece estar cada vez más alejada de los ciudadanos que no la comprenden, ¿o a los que no comprenden? Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) la define como una democracia compleja en su nuevo libro La democracia en Europa (Galaxia Gutenberg).
"En el libro no reparto carne de buenos y de malos, es una conjunción de varias cosas", es una reflexión sobre cómo gobernar realidades abiertas y organizar la política de naciones distintas. Innerarity, es un filósofo que propone un diálogo para comprender la realidad lejana, y para algunos superior de la Unión Europea. Acerca al lector un planteamiento: ¿son las políticas sociales la solución para acabar con la mala imagen que tenemos de la Unión Europea?
¿Cuenta el proyecto europeo con el apoyo de la ciudadanía?
El proyecto europeo surge con un carácter técnico alejado de la vida cotidiana de la gente. Años más tarde, comienza a ser mas intrusiva en la vida de la gente y de las empresas y se empieza a necesitar el apoyo de la población. Ahora nos movemos en el contraste entre un proyecto nacido para aplicarse sin contar con la gente y una ciudadanía que tiene algo que decir sobre proyecto. Ha surgido un choque de legitimidades, la técnica y la popular.
¿Y Europa tiene en cuenta esa legitimidad popular?
La legitimidad popular tiene varios cauces para expresarse y en estos momentos el principal es el de la representación a través de los Estados nacionales. Los Estados se han convertido en los dueños y señores de la escena. Si no arrebatemos a los Estados esa capacidad de participación, Europa no va a poder cumplir con las tareas que tiene que cumplir.
Los Estados subcontratan a Europa las tareas que no quieren hacer
Entonces, ¿la Unión Europea representa más a los gobernantes que a los ciudadanos?
Representa más a los Estados que a su vez representan a sus electorados. En vez de representar a la gente directamente, por ejemplo a través del Parlamento Europeo o a través de las regiones.
¿Y qué mensaje tiene el ciudadano?
En general, Europa es la que nos trae malas noticias. Es la encargada de los recortes, la que vigila los presupuestos y nos obliga a ciertas reformas que son molestas. Y mientras, el Estado nos da las buenas noticias y se presenta como la resistencia frente a esas medidas. Esta es la imagen que tiene la gente. A veces ocurre que los Estados subcontratan ciertas tareas que ellos no están dispuestos a hacer si lo que quieren es ganar las Elecciones. Ahí hay un juego perverso. No nos podemos extrañar de que la palabra Bruselas tenga connotaciones negativas para la gente.
¿Pensamos que el bueno es el Estado y el malo Europa?
Echarle la culpa a Bruselas se ha convertido en un recurso muy cómodo, los gobernantes se ponen las buenas medallas y echan los trapos sucios a Bruselas. Y perdemos de vista la cantidad de cosas que le debemos: la consolidación de la paz, años de prosperidad económica y en España el asentamiento de la democracia.
Explica en el libro que falta un proyecto social en Europa. ¿Más medidas sociales y menos económicas?
Hay que romper con la disyuntiva de que Europa es una cuestión de élites y la nación es para los que se sienten desprotegidos. Macron ha dicho que Europa debe proteger, y es así, lo que pasa es que la protección que puede dar no es la misma que dan los Estados. En las ultimas semanas se han lanzado mensajes que me permiten pensar que se tiene conciencia de esto, se habla por ejemplo, de un seguro de desempleo europeo.
¿Las políticas de los refugiados se hicieron para calmar a la opinión pública
La Unión Europea dio unas directrices y estableció un sistema de cuotas y las ciudades hicieron planes y protocolos para recoger a refugiados, pero en este caso han fallado los países. En el caso de España teníamos a un ministro de Economía diciendo que ya habíamos salido de la crisis y a un ministro de Interior que decía que no podíamos acoger a refugiados porque teníamos una crisis brutal.
La Unión Europea nació sin contar con la gente
¿Qué va a pasar con el Brexit?
Hay que ver si se contempla. El Brexit puede ser un gatillazo porque ahora tiene que haber otro referéndum y puede que no salga. Imaginemos que salen de la Unión Europea, aun así, no saldrán de Europa porque siempre ha sido un estado con un pie dentro y otro fuera, siempre frenando, pero son parte de Europa. Creo que no estamos ante cuestiones de estar dentro o fuera, habrá un régimen intermedio donde se irán encontrando.
¿Habrá un efecto dominó?
Lo hubo antes de ganar el referéndum. Pero conforme avanzan las negociaciones esto genera un efecto disuasorio. De hecho ha habido un efecto positivo porque se ha politizado la unión, se ha visto que el que está en la unión es porque quiere. Europa avanza y se construye mejor en medio de tensiones.
¿Si Cataluña se independiza se quedaría fuera de la Unión Europea?
Resultaría más fácil llevarlo al caso de Escocia porque ha sido más real. En el caso de Cataluña no hay ni siquiera un cauce para que se independice. Hay que distinguir entre realidades legales y políticas, si se produce una secesión de manera pactada y democrática, la Unión Europea no dejaría en la estacada a los que han formado parte de la Unión Europea.
¿Existe una unión cultural o es sólo, es algo económico?
Europa es un proyecto comercial y económico desde el principio. En el plano cultural requiere muy escasa unificación, porque seguiremos hablando lenguas distintas y tendremos tradiciones distintas. La diversidad siempre va a existir en el plano cultural. Lo que ha pasado es que ha habido cierta divergencia en el terreno de la cultura política, entre la del sur y la del norte. Una cultura del norte, protestante, rigurosa y austera frente a los tópicos de un sur que gasta, no recauda y no gobierna bien. Estos tópicos que tienen parte de verdad.