Las relaciones se diseñan al gusto. Como en un restaurante bufet, las opciones aumentan, los platos se combinan y puedes mezclar sushi con pollo frito. Ahora, en la sociedad posmoderna, las posibilidades han aumentado, los valores que se sobreentendían se ponen en duda. Antes cuando te atrevías a lanzarte a una relación de pareja sabías cuáles eran las normas del juego- vaya juego- y no necesitabas charlas para cambiar la normativa. El concepto de pareja ha cambiado y necesitamos entenderlo.
¿Por qué construir un entorno estable con tu pareja, y familia, si las condiciones sociales han dejado de serlo? Las oportunidades han aumentado, sabemos que el límite no está en el matrimonio heterosexual y ahora vemos que todo es posible. Las fronteras se ponen en cada pareja. Pero, ¿cómo podemos construir una relación si no hay límites, qué parte de esta libertad es propia y qué parte la impone el otro?
¿Por qué construir un entorno estable con tu pareja, y familia, si las condiciones sociales han dejado de serlo?
Parejas a la carta (Herder) analiza cómo los cambios morales, la inestabilidad social y los objetivos egoístas a corto plazo nos han llevado a moldear las relaciones según intereses. La laxitud de los compromisos han introducido preferencias personales a la hora de concebir los vínculos conyugales.
Cada oveja con su pareja
Los psicólogos y autores del libro, Manuel Villejas y Pilar Mallor, explican que cuando las opciones eran pocas había una visión indisoluble de la pareja- “hasta que la muerte nos separe”- y una soluble -“hasta que el amor se acabe”-. Ahora, quizás hemos creado una nueva -“hasta que las posibilidades se agoten”- o nos cansen. En un momento de amores líquidos, separaciones, uniones poliamorosas, tríos, swingers, juegos sexuales, bodas de robots, relaciones virtuales... en el que todo se puede, ¿se logrará tener una relación de pareja real?
Un libro “que no pretende ser de autoayuda”, y que solo quiere servir de mapa para los que se plantean con perplejidad el sentido de la pareja en una sociedad posmoderna. Si la estabilidad, la fidelidad o el compromiso ya no son valores compartidos, habrá que reconocer que las parejas tienen que establecer unos términos previamente pactados, que reflejen lo que está “permitido” y cómo afecta a la intimidad. Porque lo que no cambia es la necesidad de la intimidad, pero sí el concepto que cada pareja entiende por intimidad.
El amor y el sexo no van de la mano, esto ha creado iniciativas comerciales para satisfacer las demandas sexuales sin necesidad de tener a otra persona.
Puede que este “acuerdo matrimonial” sea la solución a las infidelidades, siempre que entendamos por infiel a quien lo hace a escondidas. “Si esta actividad se mantiene oculta suele ser para proteger a la otra parte de la pareja y al propio honor”, esta visión tienen ambos terapeutas sobre el porqué de la mentira. Y continúan, “estas formas de satisfacción sexual o, incluso, de complemento amoroso extraconyugales no ponen en cuestión la monogamia aunque sí en peligro la continuidad de la pareja”.
Parejas yogur
El compromiso es una unión indefinida. Hay pactos matrimoniales revisables y personas que se casan por compañía o por dinero. Tenemos las relaciones yogur, matrimonios con fecha de caducidad que se pactan antes de casarse. La pareja, amor y sexo, se define en cada idioma como una idea en sí misma: en italiano coppia, que viene del latín coppula -remite al sexo-, en portugués casal, relacionada con la idea de casa.
El amor y el sexo no van de la mano, esto ha creado iniciativas comerciales para satisfacer las demandas sexuales sin necesidad de tener a otra persona. Villejas y Mallor afirman que “las parejas actuales no pueden dar por supuesta la coincidencia entre amor y sexo en la vida conyugal”. Ahora las parejas hablan claro, son explicitas sobre cómo quieren llevar a cabo su sexualidad personal y conyugal. “Hay que plantearse qué aspectos de la vida sexual son claramente compartidos, y en qué condiciones, cuáles se dejan al ámbito de la privacidad individual”.