Testimonios desnudos sobre el papel, confesiones sin engalanar y retratos de una sociedad que se deja llevar -en secreto- por los miedos y obsesiones más naturales. Veinte relatos que despojan de los prejuicios y los tabúes más absolutos: madres que no disfrutan de su bebé recién nacido, hijos que se acuestan con la pareja de su padre fallecido o viudas que fantasean con su vecino -también muerto-.
Sexo y muerte (Gatopardo ediciones) dibuja la personalidad y el carácter de veinte personas que ocultan lo que piensan y se atormentan por la concepción de su propio yo. Es un viaje por sus pensamientos, un recorrido por la intimidad y una odisea hasta la compresión de sus decisiones.
Los protagonistas se atreven a mirarse al espejo y descubrirse, hablan sin tapujos de lo que son y de lo que fueron en algún momento. ¿Qué maneja lo que somos?, ¿Qué nos guía en nuestras decisiones? El sexo y la muerte son los estímulos que nos gobiernan, nuestras decisiones se basan en el miedo -o la indiferencia- ante la muerte- y en el deseo sexual.
Muerte, sexo y soledad
Hacer una lectura de los personajes es enfrentarse a esas ideas que se guardan en secreto y reconocer aquello de lo que se huye. Advierte el convencionalismo y exhibe al ser humano como un eufemismo. Relatos que incomodan porque son parte de la realidad y declaraciones que dialogan con lo que deberíamos ser y lo que de verdad somos.
En uno de los relatos, George no lamenta la muerte de su padre y sus relaciones familiares se presentan como una catarsis a la que no quiere enfrentarse -quizás termine por hacerlo-. Disfruta del sexo con la mujer de su padre fallecido y descubre una relación fraternal y de cariño con ella que revuelve a quien lo lee, no por el sexo pero sí por la querencia mutua.
Su bebé ya puede oírle y, tal vez, lo que oiga ya le decepcione; u bebé está desarrollando las emociones adversas, entre ellas la duda, el aburrimiento, la timidez y la nostalgia
La terapia psicológica de George y sus reflexiones acercan al lector a la soledad de una persona que se martiriza en cada decisión. “Pensar que sería más satisfactorio fantasear sobre ella que tener una experiencia física con ella, me parece propio de alguien que está muy solo”, la melancolía se manifiesta -no sólo en la muerte- en el sexo y las relaciones.
Una viuda de ochenta años goza del mar, del recuerdo de su marido y de la fantasía sexual con un hombre por el que siempre se sintió atraída. Vive sin miedo a la muerte y con recelo de los sentimientos hacía el hombre con el que nunca se acostó.
La depresión
“Su bebé ya puede oírle y, tal vez, lo que oiga ya le decepcione”; “Su bebé está desarrollando las emociones adversas, entre ellas la duda, el aburrimiento, la timidez y la nostalgia”. Una fotografía a la depresión postparto. Se refleja en diez puntos el proceso de una madre con depresión, pasa por la alegría y la diversión, por el miedo, la ansiedad y la tristeza.
En Sexo y Muerte se habla desde la confesión más difícil, desde el dolor más culpable, el egoísmo y el miedo. Es una voz de instintos y pensamientos que controlan y dominan sobre la persona. Habla del sexo, la muerte, la soledad y el miedo, surgen en el lector sentimientos vetados y la empatía pasea por la cabeza en forma de resquemor hacia uno mismo.