A Kazuo Ishiguro, Nobel de Literatura 2017, le persigue la alargada sombra de Juego de Tronos. La saga fantástica se le ha adherido a las suelas de los zapatos como un animal amaestrado que rastrea a su dueño, o, al menos, a uno que se le parece mucho; a uno que huele casi igual. El flamante ganador del galardón más importante de la literatura -premiado con 943.784 euros- ha sido aupado por la Academia con seis novelas publicadas, seis exquisiteces dominadas por temas que le son motivo de preocupación, como el Japón de la posguerra, el nazismo y los períodos anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Aunque a muchos, aún -no por demasiado tiempo- su nombre les suene a japonés, Ishiguro es lectura de cabecera de otros tantísimos. Sin ir más lejos, es el autor favorito de Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon: decía el empresario que su novela predilecta es Los restos del día, que contaba la historia de un mayordomo inglés.
Sin embargo, la última, El gigante enterrado (Anagrama), le ha dado algún quebradero de cabeza. La obra está ambientada en la Inglaterra de la Edad Media, cuando del paso de los romanos sólo quedaban allí las ruinas, cuando Arturo y Merlín -carne de filias y fobias- ya eran leyendas de otro tiempo. Sobreviven los ogros, y aún británicos y sajones habitan juntos las tierras yermas. En una de las aldeas, una pareja de ancianos, Axl y Beatrice, toma la decisión de ir a buscar a su hijo, que se fue hace mucho tiempo, pero ya ni siquiera recuerdan bien el porqué de su partida. Ellos, como el resto de sus vecinos, han perdido gran parte de su memoria a causa de algo que llaman "la niebla".
La comparación: Juego de Tronos
En este punto, cuando arranca el periplo y estallan la fábula y la épica, a muchos críticos les pareció que esta novela de guerreros, dragones y monjes publicada en 2016 seguía la estela de Juego de Tronos y trataba de sumarse, o emular, el boom de la serie de HBO. En The Guardian, directamente, apodaron su novela "un Juego de Tronos con conciencia, un Merlín el Encantador para la época de la industria del trauma", mientras recordaban que este cuento de nieblas y monstruos era también algo más, "un examen profundo y compulsivamente legible de la memoria y de la culpa".
A muchos críticos les pareció que esta novela de guerreros, dragones y monjes publicada en 2016 seguía la estela de 'Juego de Tronos' y trataba de sumarse, o emular, el boom de la serie de HBO
Y es cierto que la historia alude a cuestiones universales, a los grandes y eternos temas del ser humano: el olvido ¿necesario?, el pasado que regresa fantasmal, el odio larvado, la traición, la ¿patria?, el amor, la vejez y la muerte. Pero no es menos cierto que el momento de su publicación hacía fantasear con el rey Arturo participando con ese Tolkien de El Señor de los Anillos, pero ahora en Juego de Tronos. Referencias híbridas, inspiraciones trascendentes. La prensa anglosajona lanzó el dardo: "Peter Jackson, toma nota, de las novelas de Kazuo Ishiguro salen películas maravillosas".
La inspiración real: western y John Ford
El jurado del Nobel le ha aplaudido por sus "novelas de gran fuerza emocional", que han descubierto "el abismo más allá de nuestro ilusorio sentimiento de conexión con el mundo". Se refieren, concretamente, a El gigante enterrado, donde dicen que Ishiguro exploró "cómo la memoria se relaciona con el olvido, la historia con el presente y la fantasía como la realidad", reza el fallo.
Tanto le preguntaron por Juego de Tronos, que al final Ishiguro tuvo que dejarlo claro: "No he visto la serie ni leído los libros. Estoy seguro de que me gustaría. Soy un gran aficionado al cine, pero aún no me he pasado a ver estas series televisivas de consumo masivo, seguramente por un problema de tiempo", sonrió. "De todos modos, ya tengo la primera temporada de Juego de Tronos en una caja, en el set. Mientras escribía mi novela, no quería que Juego de Tronos me afectase demasiado. Ahora por fin podré mirarla".
No he visto la serie ni leído los libros. Estoy seguro de que me gustaría. Soy un gran aficionado al cine, pero aún no me he pasado a ver estas series televisivas de consumo masivo, seguramente por un problema de tiempo
Confesó entonces que sus influencias primordiales eran "películas occidentales, películas manga y de samuráis": "Me gustan especialmente los westerns, como Centauros del desierto, de John Ford. También películas revisionistas como las de Sam Peckinpah. De ese ambiente sale la figura de Gawain". Se trata de un personaje de su último libro, un jinete solitario atrapado en un vasto paisaje, pero ojo, extrañamente autosuficiente. "Eso saqué de los westerns".
En otra ocasión, visiblemente perplejo por la insistencia sobre la misma pregunta de siempre, aseguró que sentía "que hemos llegado a un debate sobre el papel de la fantasía en la literatura". "Algunos piensan que no queremos fantasía en la literatura seria, y otros piensan que hay que abrir los parámetros porque la ficción literaria se está apagando". Había revitalizarla. Y él lo ha hecho.