Esta es la historia de una tragedia que culminó en un éxito, dice la periodista Victoria Prego mientras sostiene entre las manos el tomo de Sangre, sudor y paz. La Guardia Civil contra ETA (Península). Es el cuento de España, fábula tenebrosa que sueña con la armonía: años de plomo y pánico hasta practicar esa libertad sin ira, libertad tan dolorosa de asir y tan fácil de quebrar. “Éste es un trabajo extremadamente complicado y minucioso. Este libro, imprescindible para conocer la Historia de España, tiene la virtud de tener el estilo de la Guardia Civil: es un relato de parte -que es lo que se necesita para hacer Historia-, un relato austero, estricto y carente de adjetivos”, explica Prego.
“Contiene testimonios tan fascinantes… como el del infiltrado en ETA al que uno de los etarras va a visitar a casa de sus padres y lo ve vestido con el uniforme de la Guardia Civil. Eso significaba que estaba jugándose la vida de manera literal en ese momento. O el relato de los Guardias Civiles que encontraron por fin el furgón donde estaba Ortega Lara. Aquí se me ponen los pelos de punta”, confiesa. Recuerda también el episodio dramático en “el que muchos, incluido el juez Garzón, deciden renunciar, pero gracias a la tenacidad de los Guardias Civiles allí presentes, lo intentaron una vez más...”.
Este libro tiene la virtud de tener el estilo de la Guardia Civil: es un relato de parte -que es lo que se necesita para hacer Historia-, un relato austero, estricto y carente de adjetivos
Mucho sudor para hacer justicia por la sangre de las víctimas. Mucho sudor para alcanzar la paz, para abrir ventanas y que entre el aire del Estado de Derecho, para dejar de vivir con miedo. Este libro, eminentemente periodístico, está firmado por tres pilares significativos, por tres miradas con enjundia: Manuel Sánchez, guardia civil en lucha durante 25 años contra el terrorismo de ETA y ahora presidente de la UCO; Lorenzo Silva, escritor patrio consagrado, Premio Planeta 2012; y Gonzalo Araluce, periodista de EL ESPAÑOL especializado en seguridad, defensa y terrorismo. No sólo eso. Como detalla Prego, Araluce conoce dolorosamente bien lo que escribe, porque su abuelo era Juan María Araluce, presidente de la Diputación de Guipúzcoa, asesinado por la banda terrorista en octubre del 76.
“Fue en un momento en el que España caminaba tímidamente hacia la reforma. Se había aprobado en el Consejo de Ministros la famosa Ley para la Reforma Política y estaba el Gobierno intentando convencer a los procuradores franquistas para que dieran el ‘sí’ imprescindible para esa ley. Y justo cuando España empezaba a recuperarse, ese asesinato… ese asesinato que yo recuerdo, supuso un trauma horrible para el país”, sostiene Prego. “Dio la medida de hasta qué punto los terroristas estaban dispuestos a sabotear el camino hacia la democracia”.
Escrito desde la libertad
Dice Araluce que Sangre, sudor y paz es un libro “escrito desde la libertad”, honrando a esos “colegas que han vivido con presiones, amenazas, algunos que han pagado hasta con su vida, como José Luis López de la Calle”. “En mi casa siempre hemos sabido el significado de la palabra ‘libertad’. A mi abuelo no lo llegué a conocer, pero sí sus valores. Y a pesar de saberse en la diana de ETA, siguió trabajando por esa libertad”. Relata que el libro abarca desde el asesinato de José Pardines hasta la detención de Mikel Irastorza cuando ya era “jefe de nada, porque ETA no era nada más ya que un rastro de terror y dolor”, apostilla. “Entre ambos acontecimientos intentamos responder dos incógnitas: cómo y por qué. Cómo y por qué pasa la Guardia Civil de ser un cuerpo sin medios a punta de lanza contra el terrorismo”.
La reacción de la cúpula de ETA al enterarse del 11-M estando en el sur de Francia, seguidos de cerca por los agentes de información, fue primero inquietud, y después ese ‘esto han tenido que ser los moros’
Se acuerda el periodista de aquellos padres que recogían los cuerpos maltrechos de sus hijos y también de las historias trepidantes de seguimiento liderada por héroes que se jugaban el tipo. Y ojo a esa información nunca revelada: “Como la reacción de la cúpula de ETA al enterarse del 11-M estando en el sur de Francia, seguidos de cerca por los agentes de información. Primero la inquietud que mostraron, y después ese ‘esto han tenido que ser los moros’”. Aclara que en el libro los autores toman parte. “Esto implica que el libro no está escrito desde el odio, pero carece de equidistancia; que, en este sentido, puede ser muy peligrosa, porque estamos hablando de más de 200 víctimas mortales”.
Los complejos de España
Manuel Sánchez explica que él empezó a luchar contra el terrorismo en el año 87 y llovió mucho hasta que vio derrotada a la banda. Sentía la necesidad de contarlo, “no por mí, porque uno es un funcionario que un día se irá, pero sí hay que hablar de esto porque en España somos bastante acomplejados, y eso que en el tema del terrorismo etarra hemos conseguido lo que no ha conseguido ningún país del mundo”. Y era acabar de manera “limpia, completa y ordenada” con “quizá el grupo más cualificado técnicamente en el mundo del terrorismo”.
Piensa en “los malos”. Los que mataban, los que aplaudían a los que mataban, y los que callaban. Incluso se acuerda de aquellos “que escribían relatos que tergiversaban la historia real”. Ha tardado cuatro años en recoger toda la información necesaria para mimbrar el libro, ayudado por compañeros guardias civiles, cada uno de una provincia del País Vasco. Sostiene Sánchez que España ha olvidado que estaba “a merced de unos fanáticos”.
Hay guardias civiles que critican abiertamente que en el año 86, cuando ETA mataba mucho, un autobús lleno de guardias civiles se paseara por Madrid sin ningún tipo de seguridad y protección
“Lo hemos olvidado, y es normal, porque hoy estamos pendientes de lo que pasa en Barcelona, pero hay que contarlo. En este libro no hay ninguna censura. Hay guardias civiles que critican abiertamente que en el año 86, cuando ETA mataba mucho, un autobús lleno de guardias civiles se paseara por Madrid sin ningún tipo de seguridad y protección. Es imperdonable”, sopla. “Se hicieron cosas mal en el sentido de la autoprotección, pero hemos ido aprendiendo”.
La foto del fin de ETA
Subraya que en los años sesenta-setenta, la Guardia Civil era un Cuerpo que vivía en la “indigencia profesional” y pasó a ir “muy por delante de ETA” y “muy por delante de cualquier Policía europea”: “No porque seamos más listos, sino porque nos mataron. Nos mataron a nosotros, a nuestras familias, a nuestros hijos, y eso nos hizo espabilar”. Lorenzo Silva, por su parte, pone el foco, además de en reconocer con humildad que él sólo se ha hecho cargo de la “épica” del libro, en todo el mal que ETA hizo “tan deliberadamente”, con infinita crueldad: “Recuerdo cuando un comando de ETA puso una bomba en Santa Pola. Y la puso en un lugar donde no podía no haber visto que había ropa de niño tendida. Y aún así la pusieron. Fue deliberadamente. Por eso este relato no es neutral, porque un relato puede intentar ser equidistante y ser deshonesto”, explica.
Cree que es una buena ocasión para curarnos de las “negligencias” que cometemos los españoles a la hora de contar nuestra propia Historia. “¿Y la foto final de ETA, la echan de menos?”, pregunta uno de los oyentes al veterano guardia civil. Sánchez sonríe. “No la necesito. No necesito que se quiten las capuchas. Los hemos metido en la cárcel, y seguimos investigando las cuentas pendientes que quedan. La foto del fin de ETA es este libro”.