“Una vez llegué a casa y le dije a mi madre que mi novio me había violado. Me contestó: ‘Eso te pasa por comportarte como una puta’”. En otra ocasión, mientras veían en familia la televisión, en la BBC contaron el caso de una mujer a la que habían violado en un parque por la noche. Su madre, de nuevo, repuso: “Vaya una estúpida, ¿qué narices hacía caminando por un parque?”. Éste es uno de los más de 100.000 testimonios que recoge la escritora británica Laura Bates en Sexismo cotidiano (Capitán Swing), una dolorosa -y por ello, esclarecedora- enciclopedia vital de acosos callejeros, silbidos, insultos, discriminación laboral, violaciones y desprecios hacia las mujeres.
La gama es infinita. Desde el profesor de Física que dice “de broma” ante una audiencia de 150 estudiantes que una mujer física es como una cobaya (traducción literal de cobaya en ucraniano: “cerdo de agua”), dejando claro, así, que ni es cerdo ni vive en el agua, y de ahí, que ni es mujer ni es física; a los “calladita te ves más bonita”, pasando por los puntos que ganan los novatos universitarios si se lo montan con recién llegadas, sobre todo, si son vírgenes.
“En el colegio dije a mis profesores que quería ser piloto de aerolínea. Me aseguraron que sería una buena puericultora”, cuenta otra afectada
“En el colegio dije a mis profesores que quería ser piloto de aerolínea. Me aseguraron que sería una buena puericultora”, cuenta otra afectada. “A los dos años tenía una aspiradora de juguete, a los tres tenía una plancha y una tabla de planchar y a los cuatro un hornito”; o, como bien apunta otro testimonio: “Cada vez que una niña ve juguetes de ciencias bajo un cartel que pone ‘niños’, se le está diciendo que la ciencia no es para ella”. “La semana pasada, a mi socia y a mí nos rechazaron para un contrato porque tenemos grandes riesgos de ‘quedarnos embarazadas’”, o “en nuestro primer día, el gerente de Recursos Humanos nos dijo: ‘si vais a denunciar un caso de acoso sexual, pensad bien antes en cómo ibais vestidas ese día’”.
Estadísticas e historias
Fue en 2012 cuando Bates fundó el proyecto Sexismo cotidiano, un análisis pionero de la misoginia moderna. Consistía, al principio, en una página web donde la gente podía compartir sus experiencias de sexismo diario: todas esas situaciones silenciadas y minusvaloradas por la lacra de la normalización. La idea se acabó convirtiendo en un acontecimiento viral, atrayendo la atención de la prensa internacional y el apoyo de celebridades como Rose McGowan, Amanda Palmer, Mara Wilson, Ashley Judd, Simon Pegg y muchos otros. Hoy es una de las mayores historias de éxito de los medios de comunicación social en Internet: ya abraza nuevas sucursales en 25 países y le añade espuma y arrojo a ésta tercera ola de feminismo.
La guía rebosa estadísticas que golpean al lector en cada capítulo. “El 95% de las mujeres con edades comprendidas entre los 16 y los 21 años cambiaría su cuerpo”, “Casi un tercio de los jóvenes varones cree que la violencia doméstica es aceptable si su pareja le ha estado molestando”, “Una de cada siete universitarias ha experimentado alguna clase de agresión física o sexual durante su época de estudiante”, “Casi el 70% de las estudiantes universitarias ha experimentado acoso verbal o no verbal alrededor o dentro de la institución”.
Más datos: “A los 14, la mitad de las niñas han hecho dieta para modificar su cuerpo”, “Las mujeres constituyen poco más de la quinta parte de los miembros del Parlamento británico (147 de 650)”
Y más: “A los 14, la mitad de las niñas han hecho dieta para modificar su cuerpo”, “Las mujeres constituyen poco más de la quinta parte de los miembros del Parlamento británico (147 de 650)”, “Tan sólo 5 de los 22 ministros del Gobierno son mujeres (23%)”, “Al ritmo actual, serán necesarios más de 150 años antes de que se elija el mismo número de mujeres que de hombres en las administraciones locales inglesas”.
Brecha salarial y clichés
Por no hablar de la brecha salarial en Reino Unido: “Las mujeres que en 2012 trabajaron a jornada completa en Reino Unido ganaron un 14,9% menos que los hombres”, “En el sector financiero, la brecha salarial de género asciende al 55%”, “A lo largo de su vida, las mujeres ejecutivas ganan una media de 423.000 libras menos que un varón con una trayectoria profesional idéntica” o “Las mujeres reciben primas inferiores a la media de las que reciben los hombres”.
Hay clichés recurrentes que pueden predecir las reacciones que ha recibido cada mujer que ha denunciado un abuso. Laten en cada caso. Tres fundamentales: uno, la incredulidad ante el testimonio. Dos, el “eres demasiado sensible”, “estás muy susceptible” o “estás exagerando”. Y tercero, la culpa: “¿seguro que no lo has provocado tú?”. Sexismo cotidiano es el relato de una época. La de la presunta liberación sexual. La de la igualdad. La del progresismo. Sexismo cotidiano son cien mil mujeres alzando la voz.