El trabajador sólo puede existir si alguien le da de trabajar. De lo contrario “es nada”, dijo Marx. “El reto del siglo XXI es el de poder ser otra cosa que no sea trabajador. Las aspiración es dejar de ser proletario. El trabajo no nos hace libres y no emancipa a nadie”, cuenta el sociólogo Jorge Moruno, responsable del área de discurso en los orígenes de Podemos. Es autor de No tengo tiempo. Geografías de la precariedad (Akal), un ensayo breve y directo en el que aclara que el tiempo humano no es sólo tiempo de trabajo, aunque traten de convencernos de lo contrario para hacer del trabajador explotado un trabajador privilegiado que acepte las condiciones laborales más miserables.
Así que hay que parar y abolir el trabajo como fuente de derechos, como columna vertebral de las constituciones occidentales, porque no hay trabajo para todos y las políticas laborales caminan hacia el abaratamiento del empleo y la precariedad de las condiciones. “Se trata de pasar de una sociedad dominada por la dinámica de las necesidades de la producción a una donde la producción queda subordinada a las necesidades de la sociedad”, aclara.
Esta sección se hizo eco de la denuncia de las intérpretes de las performances de la exposición que el Museo Reina Sofía dedica a Dora García: cinco euros por hora trabajada. Se quejaron por las condiciones y fueron expulsadas, porque siempre habrá alguien que pueda trabajar por esa cantidad. La competitividad multiplica el tiempo dedicado al trabajo, aunque no garantiza la dignidad del ciudadano trabajador.
Aceptarlo todo
En estos momentos el tiempo humano sólo es tiempo de trabajo. No hay tiempo libre y lo que es peor: tampoco hay trabajo. Porque el trabajo necesita disponer de menos tiempo humano, gracias a la automatización de la producción de riquezas. La sociedad del trabajo ha colapsado. El trabajador ha perdido las garantías de un salario y se ve obligado a realizar más tareas para obtener menos dinero. Tu tiempo ahora sólo es tiempo para trabajar: para poder vivir tienes que trabajar más que antes.
Moruno ve urgente repensar nuevos criterios de ciudadanía, para garantizar la dignidad de la sociedad. “La precariedad es un yacimiento de negocio, un nicho de mercado. Te animan a que aproveches tu tiempo muerto porque tu salario no te garantiza una vida digna”. Hay que vivir al día, aceptando lo que te den, picando de aquí y de allá. Literalmente, un encaje de bolillos. Pero siempre con buena cara y como si vivieras una película: “Hay una industria de la motivación que quieren vender las carencias y la precariedad como un reto y una misión a superar cada día. El que no corre lo suficiente, se queda fuera”, explica el autor.
De ahí que proliferen nuevas figuras laborales para asumir la miseria, desde los falsos autónomos a la mitología del freelance. La retórica de la libertad aparece para asegurar que el micro emprendedor es el que tiene las riendas de su futuro, para tapar que, en realidad, estamos al borde de un precipicio constante, donde nadie tiene garantías, donde nadie las ofrece. “Mejor tener un trabajo que no tener ninguno”, dice ese relato capital para tragar y seguir tragando.
Hay una industria de la motivación que quieren vender las carencias y la precariedad como un reto
Si no trabajas es tu culpa. Porque sólo en ti están las capacidades para conseguir hacer realidad tus sueños y si no los logras… es que eres un fracasado. Es el relato de la cultura del trabajador en el abandonado. “Es una manera de escurrir el bulto y culparte de tu precariedad”. Y si eres explotado eres un privilegiado, porque si no eres excluido. La propuesta de Moruno -una vez ha quedado claro que el pleno empleo no volverá- es garantizar la vida al margen del empleo, porque hay suficiente riqueza para que todos vivamos con dignidad.
Libres sin trabajar
Quien tiene miedo de no llegar a fin de mes no es libre. “Nadie puede ser libre si no tienes trabajo, porque no comes”. La libertad está siendo cuestionada, porque la libertad es poder decir “no” a un trabajo precario. Sobre todo cuando estamos desesperados por trabajar. Además, una sociedad de trabajadores sin trabajo demanda, siempre, más trabajo. “En el siglo XXI tenemos que enfrentarnos a negar nuestra condición de trabajador, para poder vivir con dignidad. Con más garantías de vida podremos rechazar lo infame”.
En el siglo XXI tenemos que enfrentarnos a negar nuestra condición de trabajador, para poder vivir con dignidad
Rebajar los datos del paro tampoco sirve para nada, porque se crea empleo basura, expulsando a los jóvenes del país, prejubilando, precarizando. “Así no se resuelve nada”. Ha nacido el trabajador empobrecido. “Hay que romper esa ética y dejar de ser una sociedad de trabajadores no significa convertirnos en vagos”. Por eso dice que tenemos tanto que aprender del feminismo, porque hace chocar el tiempo de los cuidados con el tiempo de la producción. “Cuidar a alguien no es un trabajo destinado a nada, pero es fundamental para el desarrollo de la vida”.
Así ve Moruno el futuro, como un ludismo invertido: más tecnología y repartir la riqueza para garantizar las condiciones de vida, sin necesidad de trabajar. “Así no se perpetuarán trabajos de mierda. La precariedad consume mucho tiempo y las sociedades productivas buenas son las sociedades donde menos se trabaja: en Alemania trabajan más de 300 horas menos que en España”.