Sólo Roth cuenta en su haber con los cuatro premios literarios más importantes de su país -Suecia, ahí te quedas- y con cuatro novelas consecutivas: Patrimonio, ganó el National Critics Circle Award, en 1991; Operación Shylock, el PEN (de 1993); El teatro de Sabbath, National Book Award, en 1995; y Pastoral americana, el Pulitzer en 1998. Con este currículo llegó a la gloria literaria hace décadas. No necesitaba el Nobel.
'Goodbay, Columbus' - 1959
Desde Goodbay, Columbus, su primer libro (de relatos) publicado, ha ayudado mucho en su trayectoria su condición dual estadounidense y semítica, a la que espolea como judío de clase media en la Norteamérica victoriosa y dominadora, tras la Segunda Guerra Mundial. Airea represiones sexuales, erotismo, la memoria asfixiante de la familia, la presencia de la muerte como sombra perenne, la parodia del mundo del trabajo, la necesidad de desaparecer (de licuarse en el anonimato), el cruel relato de un amor imposible y reprimido, las consecuencias a las que se enfrentan sus héroes desesperados. En este compendio de cinco historias aparecen todos los síntomas narrativos de la carrera literaria más sobresaliente de la literatura contemporánea (junto a Don DeLillo). La mejor manera de iniciarse en su lectura.
'El lamento de Portnoy' – 1969
Roth tiene las dos mejores cualidades de la seducción: sabe dialogar y utiliza el sexo explícito de manera deslumbrante. No el sexo sin más, no: sexo para diseccionar al ser humano, a partir de sus represiones, de sus deseos, de sus frustraciones, del sexo feroz y radical. Pero no hablamos de orgasmos incontenibles, ni de los cuentos de hadas con los que E. L. James se ha forrado. No. Roth, en las antípodas de las cincuenta sombras de quién sea, usa el sexo sin sentimentalizar, para entrar a saco en la realidad. Sin pudor, sin barreras. El lamento de Portnoy es Roth en su salsa, en pleno despiporre sexual de los sesenta y saltándose todos los tabúes del bienpensar intelectual (judío), “una coda de furia y autoflagelación salvajemente honesta”. Su primera gran provocación.
'Operación Shylock' - 1993
Imaginen en acción a uno de los tríos más tórridos de los noventa: Clinton, Arafat y Netanyahu. Roth logró con esta novela convertirse, definitivamente, en el personaje más odiado por su comunidad, después del líder palestino. Entra sin paños calientes en el problema del Estado de Israel con la figura del Shylock shakesperiano, para recrear el tejemaneje que se tienen el sionismo y el antisemitismo y la irresoluble dualidad de su personaje (y él mismo, claro). Es una de las primeras y más brillantes reflexiones sobre el Holocausto y el judío de la diáspora (asunto que ya es un género). Pero lo que convierte a esta novela en una obra maestra es la visión del monstruo que toda víctima, en su humillación, tiene. Roth nos dice que la única salvación de la víctima-verdugo es demostrar su inocencia, es decir, el “diasporismo”: que las víctimas del Holocausto abandonen Israel y vuelvan a asentarse en sus países europeos de origen. Boom. Y en el camino, la creación de la famosa asociación A.A., o sea, Antisemitas Anónimos.
'Pastoral americana' – 1997
Roth tiene inclinación por dos personajes en sus novelas: Nathan Zuckerman y Nueva York. En ésta, el personaje reencuentra al héroe de su infancia, Seymour Levov el Sueco. No cabe más perfección en una persona. Es una estrella en todo: fútbol, béisbol, baloncesto, negocios y es un judío que no parece judío. Ya se imaginan que Roth quiere incidir en lo que hay detrás de la caricatura de la felicidad extraordinaria. La versión real es la desdicha común. Malas noticias: el hombre feliz no existe y no hay héroe que se resista a Roth. Lo magnífico, lo mítico, lo extraordinario, lo célebre, lo honorable es la mentira con la que se disfraza un monstruo repugnante.
'Me casé con un comunista' - 1998
Ya sabemos que Nathan Zuckerman está dispuesto a lo que sea con tal de reinventarse para encontrar un horizonte alternativo y que “todo es creíble en un hombre”. Sí, la producción narrativa de Roth es una sombra autobiográfica, que trata de entender el lugar que le corresponde a quien huye de la memoria familiar y se sumerge en el refugio amniótico de la masa estadounidense. Confundirse en ella hasta desaparecer. Bien, Roth estuvo casado con la actriz Claire Bloom, quien, tras el divorcio, escribió un libro de memorias en el que el autor… no sale bien parado. Así que esta es la historia de una conocida actriz radiofónica y de cine mudo, que escribe un libro contra su marido, afamado locutor radiofónico, titulado Me casé con un comunista, y que al ser publicada en pleno calentón del mccarthismo acabó con la carrera de éste. Persecuciones políticas, seguro que les suena.
Hasta ahí puedo leerles. Pero apunten esta cita que Roth le hace decir a Zuckerman y que podría formar parte del manifiesto literario de nuestro autor: “No tienes necesidad de escribir para legitimar el comunismo o el capitalismo; estás al margen de ambos. Si eres escritor, no te alías con uno ni con otro. Ves diferencias, sí, y, por supuesto, ves que esta mierda es un poco mejor que aquella mierda, o que aquella mierda es mejor que ésta. Tal vez mucho mejor. Pero ves la mierda. No eres un empleado del gobierno. No eres un creyente, eres una persona que se enfrenta de una manera muy diferente al mundo y a lo que sucede en el mundo. El militante presenta la fe, una gran creencia que cambiará el mundo, y el artista presenta un producto que no tiene cabida en este mundo, que es inútil. El artista, el escritor serio, introduce en el mundo algo que ni siquiera estaba ahí al comienzo”.
La gran epopeya de Roth continúa en otros extraordinarios libros como 'La contravida' (1986), 'El teatro de Sabbath' (1995), 'La marcha humana' (2000) y 'La conjura de América' (2004).