Hace una década un grupo de nuevos editores decidieron unirse para proteger su independencia. Y levantaron algo similar a una aldea gala, llamada Contexto. Son Nórdica, Libros del Asteroide, Sexto Piso, Impedimenta y Periférica y van a celebrar en la Feria del Libro de Madrid -que arranca este fin de semana, en el Retiro, si el viento lo permite- sus primeros diez años como grupo de colaboración y de intervención en la industria editorial española. Están de fiesta porque arrancaron como microempresas que ahora facturan, en algunos casos, hasta 15 veces más.
En la sede de Libros del Asteroide ahora trabajan cinco personas a tiempo completo, a lo que hay que añadir una amplia red de colaboradores, que cuidan las ediciones de sus novedades. Luis Solano, su creador y director, señala que no han llegado a los beneficios doblando títulos publicados. En 2005 empezó con una oferta de 10 novelas al año -y un becario- y esta temporada serán 18. No han doblado la oferta, pero sí han multiplicado su facturación por quince, “gracias al fondo que no para de dar beneficios”.
Arriba el fondo
No tienen fenómenos de 200.000 ejemplares vendidos, su fondo es su éxito. No pueden crear superventas, ni pagarlos cuando vienen de arrasar en el mercado internacional. Pero tienen muchos libros que llevan más de diez ediciones. Libros de larga duración (long-sellers), que no son descatalogados ni aniquilados a los tres años. “Creemos en el fondo y en las librerías de fondo”, explica Diego Moreno, fundador y director de Nórdica.
Ahora se edita mejor que hace diez y 25 años en España, gracias a nosotros
“Entre 2006 y 2010, en España, hay una eclosión de pequeñas editoriales, que no ocurre en ningún otro país europeo, que han renovado el panorama cultural del país”, asegura Diego Moreno. Por su experiencia, el consumo literario español es atípico, porque el libro bien editado prima, y en Europa la parte formal no prima tanto. Pero este fue la marca reconocible de las nuevas propuestas en las librerías. Y funcionó. “Ahora se edita mejor que hace diez y 25 años en España, gracias a nosotros”, explica Solano.
Nos asociaron a aquella edad dorada de la edición, que había desaparecido y que ha resurgido con nosotros
La fórmula del éxito no reside sólo en el cuidado de los detalles de los pequeños oficios vinculados a la producción del libro, el trato directo con los libreros y los distribuidores ha hecho posible vínculos de afectos y amistades, que protegen sus ofertas. Recorrieron cada librería del país para presentarse como los herederos del poeta, editor y mito, Carlos Barral. “Nos asociaron a aquella edad dorada de la edición, que había desaparecido y que ha resurgido con nosotros”, cuenta Moreno, que el año pasado ha facturado 800.000 euros, multiplicándola por cinco en una década.
En medio de la crisis
Solano puso en danza unas ediciones muy cuidadas que abrían una nueva manera de editar, atractiva y renovadora. Era junto a Julián Rodríguez, Santiago Tobón, Diego Moreno y Enrique Redel -ni una mujer-, la nueva generación de editores que debían abrirse un hueco en el mercado para ofrecer un género que no le interesaba a los grandes grupos editoriales. Y lo hicieron en medio de la crisis financiera que dejó en números rojos a la industria, salvo a ellos. Habían nacido náufragos y sin miedo a las tormentas.
Hemos revitalizado la edición literaria. En las grandes esta parte es pequeña
La emergencia de las pequeñas editoriales ya no es un fenómeno nuevo, ni una curiosidad, ni un bicho raro. Son animales de compañía. Han demostrado que el modelo es real, que la independencia es sostenible. “Hemos sido cabeza de lanza de una nueva generación de editores y una renovación del contenido de los libreros. El panorama no era tan desolador como nos los pintaban nuestros mayores. Somos la cabeza de lanza de una nueva generación de editores, que han renovado el contenido de las librerías”, apunta Solano. “Hemos revitalizado la edición literaria. En las grandes esta parte es pequeña. Dos sellos en Planeta y tres en Penguin Random House. Hemos confiado en libros y autores que antes desaparecían porque creían que no había mercado para ellos”.
Son editoriales de clase media, con autores de clase media. No necesitan grandes cuentas para mantener en pie la empresa, ni best-sellers para sufragar los gastos de la actividad. El buen gusto de la selección no se ve cuestionado por la presión de resultados al precio que sea. Son escritores que antes del surgimiento de las editoriales independientes no interesaban como negocio y, por tanto, no existían.
Complicidad y generosidad
El éxito de Contexto, según Santiago Tobón, “la afinidad de las editoriales y la generosidad de las personas”. Aunarse les ha ayudado como laboratorio, ya que individualmente no podrían hacer todo lo que hacen como grupo colaborativo. Desde los impresores a los traductores. Se ayudan entre ellos, son una competencia complementaria. Amistosa. Por ejemplo, una campaña con las librerías les resulta más atractivo con las cinco a la vez.
Son editores que se mueven mucho por todas las librerías de España. Estoy segura de que hay librerías que nunca vieron a un editor antes de su llegada
“Ellos han aprovechado el hueco que dejaron las anteriores editoriales independientes, que se pasan a los grandes grupos. Pero lo más importante es que ellos se pusieron de acuerdo para compartir recursos, promociones juntos y, sobre todo, son editores que se mueven mucho por todas las librerías de España. Estoy segura de que hay librerías que nunca vieron a un editor antes de su llegada”, dice Lola Larumbe, dueña de la Librería Alberti, que señala que tienen un distribuidor (UDL) en común que les organizó y coordinó para que caminaran juntos.
Sexto Piso también ha multiplicado su facturación entre 10 o 15 veces. De 30 títulos han pasado a tener 400, en el fondo. Ahora son seis personas trabajando, antes estaba Tobón a solas. “Cuando nos dieron el Premio Nacional de labor editorial se premió a la edición independiente, que llenaba un hueco que en ese momento estaba olvidado. Pero era una labor que también otras editoriales independientes habían puesto en marcha”, añade.
Tobón cuenta que el cambio generacional provocó una alteración en el criterio estético del lector y del modo de trabajo. No sólo inauguraron un nuevo tipo de contacto entre el editor y los libreros, también crearon un nuevo tipo de libro. Así lo ve Larumbe: “Son libros más mimados, hechos con más cariño. La manufactura en el gran grupo se nota, pero ellos tienen cuidado en la impresión. Cada título es como un hijo y eso se nota”.