El Festival Eñe ya no es cipotudo: ahora reinan mujeres y gays
- En su décimo cumpleaños, la gran fiesta de la literatura -dirigida por el escritor Luisgé Martín- abraza la diversidad identitaria y sexual.
- Es una apuesta social y política: se tratarán temas como el dinero de los autores, el lesbianismo, la literatura inmoral o qué es ser de izquierdas hoy.
- Eñe apuesta por el hombre.
El Festival Eñe -la gran fiesta de la literatura- ya no es cipotudo: esa fue la gran crítica que se le hizo al evento en su pasada edición, que en plena explosión del movimiento feminista volvió a apostar por el hombre hetero como sujeto literario para copar su cartel (masculino en un 80%). A pesar de la brillantez y la trayectoria de los autores que asistieron, no dejaba de resultar curiosa la sordera de la organización ante la reivindicación de las creadoras, ante su deseo de dejar de ser ignoradas. Sin ellas, los lectores pierden la mitad de la mirada ante la vida.
En esta ocasión, el director literario es Luisgé Martín, y el panorama no sólo no ha perdido un ápice en calidad sino que ha ganado en diversidad: ahora es una representación mucho más ecuánime del mundo, de sus problemáticas, sus inquietudes, sus identidades y sus matices. Los hombres ocupan aproximadamente un 55% del cartel. También los temas que trata están dentro del barro, sin abstracciones: ahí la igualdad, las mujeres, la diversidad, el dinero de los escritores o la ideología. “El festival está asentado sobre el lema ‘contar la vida’: a mí siempre me ha parecido que la literatura es un soporte perfecto para hablar de las cosas que nos importan más allá del propio arte: la literatura es también una forma de vivir maravillosa, pero nos deja que hablamos de amor, de soledad, de desigualdad… y de eso vamos a hablar, de la vida: de barrios, de lesbianas, de feminismo, de qué es ser de izquierdas hoy, entre otras muchas cosas”, relata Martín a este periódico.
El director reconoce que la implantación del feminismo es “una tendencia social general” y asume que “este año teníamos que cuidarlo especialmente”: “Ha sido una voluntad expresa por mi parte y por el festival en su conjunto. No hay paridad como tal, no me he puesto a hacer una lista exhaustiva, pero sí hay más o menos igualdad entre hombres y mujeres. También hay algunas trampas que complican todo, porque no hay paridad en las publicaciones editoriales: se publican mucho más libros de hombres que de mujeres. Y se reciben, eso hay que decirlo. Elena Ramírez, editora de Seix Barral, contaba que ella recibe un 65% de manuscritos de hombres y un 35% de mujeres. Hay desigualdad desde el punto de partida”.
Más mujeres y gays
Por su parte no ha quedado: las mujeres tienen en esta edición una presencia rotunda. Cuenta con nombres tan fabulosos como Clara Janés, Paulina Flores, Elvira Lindo, Almudena Grandes, Rosa Montero, Gabriela Wiener, Edurne Portela, Laura Freixas, Paula Bonet, Pilar Bellver, Gema Nieto Fernández, Gioconda Belli, Aroa Moreno, Gabriela Ybarra, Montserrat Domínguez, Sara Mesa… y otras tantas.
Ojo también al gran reparto masculino: Antonio Muñoz Molina, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix, Gonzalo Torné, Grande-Marlaska, Santiago Lorenzo, Isaac Rosa, Sergio del Molino y Javier Pérez, Andújar, entre otros. “Por otro lado, dentro de mi marca quería incluir la perspectiva de la condición sexual. Hay un par de mesas sobre el tema: una dedicada a Manuel Puig, no en su calidad de homosexual, pero fue un gran referente de la literatura pop y de los derechos homosexuales. Y una mesa de lesbianas que habla expresamente de dónde están las lesbianas en la literatura”.
Por su parte, el artista Abel Azcona inaugurará el evento con una performance en el hall del Círculo de Bellas Artes. “Es un artista radical que siempre tiene cosas que comunicar. Y luego, la novela online que se está escribiendo a seis manos desde el lunes… por dos escritores que han ganado premios de Eñe y con un o una escritora misteriosa”, guiña.
Dice Luisgé que la invisiblización de la diversidad sexual e identitaria en la España de 2018 se tiene que combatir, sencillamente, “subiendo a la gente a los escenarios para que digan lo que quieran, para que construyan su relato, para que propongan determinados temas”: “Se trata de invitar para que comuniquen lo que no habían podido hacer, porque no estaban invitados o invitadas”. Él reconoce que, como autor homosexual, nunca ha tenido problemas con la industria ni con las editoriales. Pero siempre hay un “pero”: “Probablemente, el mayor problema es que libros como El amor al revés o La muerte de Tadzio, el gran público los ha identificado sólo con el público homosexual. La temática homosexual hace perder lectores, porque no sienten que sus problemáticas sean universales. Es absurdo”.
En las mesas tratarán la importancia del “yo” en la literatura, del escribir “desde las tripas”, como él dice, sin pudor. Con todo, sostiene que los autores son “ventrílocuos”, y que lo mismo pueden deshacerse ellos mismos en su relato que travestirse: “No creo que un escritor homosexual tenga que escribir siempre como homosexual. Soy defensor de escribir de una misma y también defensor de ser Madame Bovary y disfrazarnos, transformarnos en personalidades distintas”.
Ideología y literatura
¿Y qué hay de la ideología: cómo condiciona la literatura? “Pues yo creo que cuanto más liberal sea uno -no en sentido partidista-, más facilidad tendrá de entrar en los distintos mundos que la literatura propone. Cuanto más dogmático es uno, menos está dispuesto a aceptar mundos literarios fantasiosos y diferentes. La literatura ayuda a entender el mundo, a no ser tan tajante en algunas decisiones… y a compadecer y conmoverte ante el dolor, que es lo único que es políticamente útil”, reflexiona. Pero la cultura de España ¿es de izquierdas? “Sí. No sólo es de izquierdas en España, sino que la cultura en general es de izquierdas. Y creo que España es de izquierdas, que lo sigue siendo, a pesar de que en los últimos años se hayan producido confusiones demoscópicas y electorales. España es un país de izquierdas todavía y mi generación, hasta que muera, lo seguirá siendo por razones históricas”, sostiene. “La izquierda y la empatía tienen mucho más que ver que la derecha y la empatía”.
Sin embargo, la izquierda está adoptando esa tara de la derecha: la censura. A veces, por buenas causas, por causas integradoras, pero es censura al fin y al cabo. ¿Pueden editarse o cambiarse los textos originales para hacerlos más inclusivos, más diversos? “De hecho uno de los rings que tenemos en el festival va sobre esto: literatura moral vs literatura inmoral. Ese debate ya famoso entre Laura Freixas y Sergio del Molino: ella defendía que había que leer Lolita con las gafas de saber quién era, de desmitificar las historias de amor que se cuentan cuando él es un violador, etc. y él decía que la literatura sirve para demostrar que somos pequeños monstruos, que podemos conmovernos ante barbaridades como esa”, expresa.
“Yo soy muy partidario de la literatura inmoral por definición. Es la literatura que a mí me ha interesado siempre, la que me ha puesto ante mis propias contradicciones, la que me hace excitarme ante cosas que me parecen vergonzosas o me hace sentir simpatía hacia alguien que es objetivamente repulsivo. Eso es útil. Es necesario. Creo que la izquierda tiene que huir del puritanismo en el que está entrando”, sostiene.
Hablemos de dinero (de pobreza)
¿Y qué hay del dinero? Decía el poeta Manuel Vilas -también invitado al Festival- que en sus poemas habla de pasta, porque es un tema que a todos nos apela, nos interesa, nos atraviesa y nos condiciona, pero a veces la literatura tiende a silenciar esa cuestión por puro romanticismo. Porque es un dolor demasiado práctico. “Eso es, es que nunca hablamos de esto. De hecho, con amigos míos, muy amigos, que llevamos años juntos… nos cuesta contarnos los anticipos de nuestros libros o nuestras liquidaciones. Sigue siendo un tema de mal gusto. Por un lado, porque es dinero y porque parece que fuese un síntoma del éxito, cuando todos sabemos que no lo es: hay libros maravillosos que económicamente son un desastre, y al revés”.
Cuenta Martín que “nunca se habla de que los escritores que vivimos normal es porque tenemos otro trabajo y otro sueldo, porque es muy difícil vivir de los derechos de autor”. Por último, ¿contra quién se trabaja mejor desde la cultura, contra el PP o contra el PSOE? “Preferiría no trabajar contra nadie. En el Festival Eñe no hemos tenido problemas con PP ni PSOE. Pero aprovecho para quejarme de que tenemos menos colaboración de las administraciones de las que deberíamos. Tenemos que organizar este festival con más presupuesto. Por ejemplo, procurar más presencia latinoamericana… o incluso, aunque suene frívolo, hacer una fiesta, con copas y canapés. Ese tipo de cosas ayudan a que la literatura fluya de otra manera”. Tomen nota. Por ahora, a disfrutar de estos días.