• 1 de 10

    Alzar el duelo (Visor), Loreto Sesma.

    Nada hay sagrado en 2018: ni los premios literarios (este poemario está reconocido con el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla), ni las recomendaciones de otros poetas (en este caso, Benjamín Prado), ni las editoriales tradicionalmente prestigiosas como Visor. Ésta también ha acabado rindiéndose al fenómeno 'influencer' de contenido inane y, además, tiene la osadía de creerse el producto y revestirlo de seriedad. Aquí no hay ritmo, no hay imágenes poderosas, no hay originalidad. Es como recuperar un viejo diario adolescente repleto de vomitonas de emociones sin pulir. 

  • 2 de 10

    Pescar en las nubes (Planeta), Mikel Izal.

    La primera novela del cantante y compositor Mikel Izal es otro feroz caso de intrusismo literario. Intenta ser un híbrido entre el thriller y el viaje emocional: sin éxito. La historia no mantiene el pulso, los diálogos no son creíbles y la cursilería impregna cada página. 

  • 3 de 10

    El tatuador de Auschwitz (Espasa), Heather Morris.

    Nadie diría que la escritora Heather Morris haya tardado varios años en publicar este libro: presuntamente lo hacía para proteger a los protagonistas de esta historia de amor que arrancó en un campo de concentración, pero podía haber aprovechado para construir un relato sólido en el que sus "hechos reales" fuesen, efectivamente, reales. Si el libro ha tenido tanto éxito de ventas ha sido precisamente por el deseo de los lectores de morder una historia auténtica, pero, cuando The New York Times puso a la autora contra las cuerdas con datos no verificados, ella se limitó a decir que "la historia y la memoria a veces bailan un vals juntas, y a momentos se separan legítimamente". De acuerdo con que una novela no ha de ser un tratado histórico ni académico, pero sí que ha de guardar respeto al rigor si se ha vendido como tal -en la línea de lo que sucedió el año pasado con 'El motel del voyeur'. 

  • 4 de 10

    Piel de letra (Aguilar), Laura Escanes.

    Tal vez uno de los productos literarios más ridículos del año. La influencer Laura Escanes ha hecho pasar por poemas sus más núbiles pensamientos, dignos de agenda de colegio. "Hay personas que brillan solas / y luego estás tú, / que iluminas todo lo que tocas". O: "O quieres bien / o no quieres". Lo mejor que se puede hacer con este libro es tirarlo a una hoguera. 

  • 5 de 10

    La tinta de mis ojos (Alfaguara), Aitana Ocaña.

    Vamos aún más lejos: esto no es sólo otro caso de poesía 'low cost' que responde sin vergüenza a las exigencias del capitalismo literario. Además, 'La tinta de mis ojos' está escrito por una autora fantasma, lo que Aitana llamó una "coach" -antes de reconocer que ella no sabe expresarse "muy bien" y que comete faltas de ortografía-. Más tarde, Ocaña acabó reconociendo haber copiado una de las ilustraciones de su debut literario. 

  • 6 de 10

    Libro de estilo de la lengua española (Espasa), RAE.

    El libro de estilo de la RAE cae en los mismos vicios que la institución: llega mal y tarde al lenguaje digital y lo gestiona de forma arbitraria (por ejemplo, señala que hay que poner un punto y final después de un emoticono o acepta el 'Hulio' de Joaquín, puro meme). A la vez, no aporta cambios sobre el lenguaje inclusivo, uno de los debates culturales más sangrantes, y deja sin respuestas al colectivo feminista. Sólo ante la presión cede a incluir marcas de uso peyorativas en palabras como "sexo débil" o "mujer fácil". 

  • 7 de 10

    El otro Manuel (Planeta), Manuel Bartual.

    Un buen historietista no siempre es un buen novelista. 'El otro Manuel' sólo se ha publicado por el fenómeno 'tuitero' que le precedía -y que auguraba unas razonables ventas, a pesar de que el fervor de las redes sociales, después, no se ha canjeado en tanto 'boom' de compra-. El famoso hilo de Bartual consiguió que Planeta contratase sus servicios sin tener ni un borrador escrito. Mercantilismo literario. Gana la industria, no la literatura. Otra vez. 

  • 8 de 10

    El método OT para llegar a ser un gran artista (Martínez Roca).

    Un libro ilustrado y a color que no aporta absolutamente ninguna información valiosa sobre cómo escalar en la industria musical. Recae en tópicos buenistas y falsos y se apoya en el éxito de OT para seguir colando merchandising a jóvenes desprevenidos y con sueños artísticos. Palabras huecas como "motivación", "esfuerzo", "autosuperación" cosen un tomo tan infértil como cualquier guía para "hacerse emprendedor". No habla de riesgos. De fracasos. Sonreír y aguantar. Neoliberalismo para dummies. 

  • 9 de 10

    Los amores imparables (Planeta de Libros), Marwan.

    De nuevo: ser un buen compositor de canciones no implica ser un buen poeta. El súperventas Marwan alimenta a legiones enteras de lectores poco exigentes. Para muestra, un botón: "¿Por qué te echo de menos si no fuimos felices?". O 'Carta a un perro': "Ojalá alguna vez los humanos te merezcan". Nunca un trabajo lírico fue tan superficial, espontáneo e infantil. 

  • 10 de 10

    Morder la manzana (Planeta), Leticia Dolera.

    Un manual de feminismo vacuo, deficientemente escrito, que no revela ni a una pensadora, ni a una filósofa, ni a una activista original e irreverente. No propone, sólo recoge eslóganes manidos. Perfecto para exprimir la ola feminista y hacer caja. Intrascendente en cuanto a teoría de género. 

M.B.