Conocemos que hay vida después de Cernuda: "Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien / cuyo nombre no puedo oír sin escalofrió; / alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina / por quien el día y la noche son para mí lo que quiera". Hay camino más allá de Benedetti: "Si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y mi todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos (...) Te quiero porque tu boca / sabe gritar rebeldía".

También existe mundo tras Borges: "Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles (...) El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo". Hay adjetivos, aunque sea difícil creerlo, después de Lope de Vega: "Desmayarse, atreverse, estar furioso, / áspero, tierno, liberal, esquivo, / alentado, mortal, difunto, vivo (...) Esto es amor, quien lo probó, lo sabe". En esta era nuestra de la poesía de pega, algunos poemas eternos para declararse en San Valentín -y no hacer el ridículo-:

1. Santa tierra desterrada (Pedro Casariego) 

Tú sigues siendo

el misterio de las apariciones que nunca aparecen

  pero

   dentro de mí

     alguien

       cambió

         y no volverá a cambiar

           jamás

ya no hay llanuras en mis montañas

ya no hay llanuras y yo

yo olvido un sótano de recuerdos           dos sótanos llenos

y persigo sombreros alegres para dejar de olvidar

aunque ya se sabe

los sombreros huyen

  y la alegría

    y los gatos que no nos felicitan.

Olvido.

Olvido porque ya soy viejo o ya soy joven:

he sido tantos alborotos

      que ya soy viejo

he visto a tantos morir mi muerte

      que ya soy joven

he servido a tantos príncipes

he ambicionado piedra he falsificado labios y he jadeado

no he faltado a la cita y ahora

ya no hay fuego en mi fuego

o todas mis mentiras son mentirosas

y sólo el cansancio me da vida

y sólo tocas mi cansancio

y ahora

hoy nada me duele y tú no me dueles

las tiendas de ultramarinos y los cines de verano

y los guerreros indefensos

desaparecieron

ni siquiera los fabrican

fíjate qué triste

herrumbrosas y ajenas

                                  nuestra soledad es siempre de los otros

herrumbrosas y ajenas y tan herrumbre

las soledades que en mi acontecen

sin ruidos y sin silencios

hoy nadie me duele y tú no me dueles

mujer

            tan callada y pobre

                                                    como una grieta

santa tierra desterrada

yo que para escandalizarte he robado escándalos

sólo Judas pudo amarte como yo te amo

sólo Judas y sobre ti veo

al cielo que ganó el concurso de cielos

y al cielo loco que ganó el concurso de nubes

y hasta al único caballo que cabalga

                santa tierra desterrada

                tierra santa

                mi tierra prometida

                dama de la mayor distancia

                te he deseado siempre

                desde el primer reloj

                pero

              dentro de mí

            alguien

          cambió

así que pronto llorarán mis risas

y se arrastrarán mis vuelos

pronto

oiré un viento raptando hojas

y las noches sabrán ser días

  entonces

     inmediatamente

Ayúdame 

soy un cristo que no tiene cruz

soy un cristo de crucigrama 

ayúdame

tú la espina más remota 

tú sueño que se desmaya

tú pequeña niebla de piel

tú que no mereces ser el cepillo de dientes de María Magdalena

tú puedes ayudarme

tú puedes ayudarme complicándome la vida

  complícame la vida

    complícamela

      tú que árida siempre te alejas

     dame abrazo y herida

     dame abrazo y herida para tener abrazo

                 tu que no existes

                 sólo tú puedes

2. Historia de un amor (Cristina Peri Rossi)

Para que yo pudiera amarte

los españoles tuvieron que conquistar América

y mis abuelos

huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte

Marx tuvo que escribir El Capital

y Neruda, la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte

en España hubo una guerra civil

y Lorca murió asesinado

después de haber viajado a Nueva York.

Para que yo pudiera amarte

Catulo se enamoró de Lesbia

y Romeo, de Julieta

Ingrid Bergman filmó Stromboli

y Pasolini, los Cien Días de Saló.

Para que yo pudiera amarte,

Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors

y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte

alguien tuvo que plantar un cerezo

en la tapia de tu casa

y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte

las crisálidas se hicieron mariposas

y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte

tuve que huir en barco de la ciudad donde nací

y tú resistir a Franco.

Para que nos amáramos, al fin,

ocurrieron todas las cosas de este mundo

y desde que no nos amamos

sólo existe un gran desorden.

3. Recado de escribir (Vicente Gallego)

De qué forma explicarte que por ti

lo he hecho ya casi todo: renunciar a las otras,

renunciar a las noches en que ellas

en torno a mí giraban con la música

como giran las noches, como todo giraba

en aquel tiempo hermoso que juré

detener para siempre, como gira el deseo

al que he vuelto la espalda, como también a veces

la mirada se vuelve hacia esos días

que por ti he convertido en mi vieja leyenda.

De qué forma explicarte

que por ti me he desdicho: los amigos de entonces

se sonríen al verme, no me habla

mi soledad de siempre, ni siquiera el alcohol

me sienta como antes, y he perdido

mi destreza en el baile.

De qué modo explicarte, sin que lo entiendas mal,

que hasta mi juventud me va volviendo

la espalda, que por ti

lo he hecho ya casi todo, excepto aquello

que juzgabas tan fácil, que me pediste tanto

sin que nunca supiera atender tu ilusión:

el poema de amor que por fin te dedico

y que tal vez te oculten estos versos

sin halagos, sin rosas, estos versos

que no sabrán en nada parecerse

a los que tú soñaste. Un poema de amor

verdadero, sin trampas, sin palabras hermosas.

4. 72 horas (Pablo García Casado)

hace tres días que todos los días son sábado por la mañana 

acaricio el pomo de la puerta la idea de tenerte para siempre

5. Casablanca (Ángeles Mora)

Entre todos los bares de este mundo

he venido a este bar para encontrarte

furtiva como siempre

para rozar la piel de tus esquinas.

      Y cómo me hace daño tu cansancio

—ya sabes que mañana es cada lunes—

esa vieja, tristísima, memoria

de buscarle sentido a algo que bulle

como se abre una flor

                    así, de golpe.

Manías de la ausencia y tus nostalgias

Te noto tan cansado...

      Quiero dormir contigo: Busca sólo

un poco más de sueño y de tabaco.

      Quiero morir contigo.

¿Por qué no me apalabras un cumpleaños más?

Las arrugas ahí sí que son cosas serias

o el paso de los días

con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.

Y luego cuando un labio nos elude

en la piel de las ingles, ay, no muerdas,

y nos brinca por dentro...

                              Pero ahora llega el tren

como un viejo caballo del National

qué diestro en los obstáculos.

Qué sucia su taberna.

Qué mediodía horrible al despedirte.

Te veo tan delgado

con tus causas perdidas

tus causas en la llama de la copa

mi amargo luchador

sonriendo lentamente, como si te murieras.

Como al decirme adiós.

6. Tú me haces decir Wow! (Sergio C. Fanjul) 

Quiero crear hipervínculos contigo,

quiero caramelizar el teriyaki;

vivir es inevitablemente tocar

en la orquesta del Titanic: mira,

a nuestros amigos les van saliendo ya

tumores, hijos, nuevos curros temporales.

Estamos definitivamente adultos.

Nosotros somos emprendedores,

de esos que emprenden la siesta,

entre las sábanas freelance de la tarde

aguantamos el envite de las tempestades,

de las recesiones, de las corruptelas

que suceden en el flanco exterior de las persianas.

Nos arrojan a un cosmos errabundo donde

predomina el misterio del vacío, pero

nada importa, te digo, ya solo tengo mimos,

                     –este es nuestro ánimo rebelde.

Pasará el tiempo y seguirás siendo

la cosa más asombrosa sobre la faz

de la Tierra a pesar de tus múltiples

adicciones cotidianas

                          –tú me haces decir wow! a todas horas–

Y pasarán los años, y llegará la muerte,

y apagará el router y el mundo será

un teatro monstruoso.

Pero yo

quiero crear hipervínculos contigo,

quiero caramelizar el teriyaki,

quiero que nos entierren juntos

aunque uno de los dos aún no

haya muerto.

7. Retratarme para darte la foto (Gloria Fuertes)

No es suficiente no poderte mirar hondo,

no basta con los dedos señalarte la risa.

No es nada olerte el pelo,

ver tu danza,

escucharte la voz

ponerla en cinta.

No es suficiente no, soñar contigo

rezar para que vivas,

retratarme para darte la foto,

escribirte en la noche

con obsesión pensar en tus maneras….

¡No es suficiente no, darte la vida,

ni decir a la gente que te quiero,

ni entregar al mendigo mis ahorros,

ni quemar el pasado es suficiente!

8. El desayuno (Luis Alberto de Cuenca)

Me gustas cuando dices tonterías,

cuando metes la pata, cuando mientes,

cuando te vas de compras con tu madre

y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

y me cubres de besos y de tartas,

o cuando eres feliz y se te nota,

o cuando eres genial con una frase

que lo resume todo, o cuando ríes

(tu risa es una ducha en el infierno),

o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

no puedo resistir lo que me gustas,

cuando, llena de vida, te despiertas

y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

9. Carta II (Idea Vilariño) 

Estás lejos y al sur

allí no son las cuatro.

Recostado en tu silla

apoyado en la mesa del café

de tu cuarto

tirado en una cama

la tuya o la de alguien

que quisiera borrar

-estoy pensando en ti no en quienes buscan

a tu lado lo mismo que yo quiero-.

Estoy pensando en ti ya hace una hora

tal vez media

no sé.

Cuando la luz se acabe

sabré que son las nueve

estiraré la colcha

me pondré el traje negro

y me pasaré el peine.

Iré a cenar

es claro.

Pero en algún momento

me volveré a este cuarto

me tiraré en la cama

y entonces tu recuerdo

qué digo

mi deseo de verte

que me mires

tu presencia de hombre que me falta en la vida

se pondrán

como ahora te pones en la tarde

que ya es la noche

a ser

la sola única cosa

que me importa en el mundo.