Ser transexual es una lucha constante en cualquier país del mundo. Encabezan los índices de intento de suicidio y discriminación como colectivo; incluso han llegado a sentirse desplazados por la comunidad LGTB. La periodista Catherine Castro, junto al dibujante y coautor Quentin Zuttion, ha publicado de la mano de la editorial Astiberri Llamadme Nathan, una novela gráfica inspirada en hechos reales donde se refleja la adolescencia de un joven transexual.
"¿Qué broma es esta? Es lo que se pregunta Lila cuando, con doce años, sus senos empiezan a crecer debajo de su camiseta. Si pudiera, se los arrancaría". Lila, o mejor dicho Nathan —así es como quiere que le llamen— sabe desde pequeño que no es una chica como sus amigas o sus primas. Al menos no es como ellas. Le gusta jugar al fútbol y prefiere los regalos de navidad de su hermano pequeño Théo. Además, le gustan las chicas.
La agonía de Nathan se acentúa con el paso de los años. "Me das asco", se dice a sí misma frente al espejo del baño observando sus cambios hormonales. Tampoco acepta la llegada de la menstruación y trata de ocultárselo a sus propios padres. Pasará mucho tiempo hasta que ellos comprendan que lo que ocurre con Nathan no es una fase o crisis debido a la edad. Nadie entendía a Nathan (ni siquiera él).
Homosexual; Nacida en el cuerpo equivocado; ¿Soy un chico?; Identidades trans; ¿Quién soy?, son búsquedas que realiza Nathan en su ordenador portátil de madrugada tras haberse hecho cortes en el brazo previamente.
El cambio de sexo
Un corte de pelo "a lo chico" es el primero de los muchos cambios que realiza Nathan una vez comprende que es un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer. Pero lo que realmente busca con ansia y desesperación es la transición FTM (female to male). Tal y como se explica en el cómic, es un tratamiento hormonal que consiste en inyectarse testosterona cada 21 días. "Te cambiará la voz y la cara. La mandíbula más cuadrada. La espalda más ancha. Más fuerte. El sistema piloso se desarrollará. Te crecerá el clítoris y aumentará tu líbido", le informa la endocrina. Paralelamente, Nathan se enfrenta a una masectomía para la ablación de los pechos.
A estas alturas de la novela se comprende una de las intencionalidades de la autora. El cambio de sexo es una transición impagable para muchos transexuales. Una faloplastia, por poner un ejemplo, es una operación de entre 10 y 12 horas cuyo coste aproximado asciende a la cifra de 35.000€. Depende del país, la Seguridad Social no siempre cubre las operaciones que tan necesarias son para las personas del colectivo trans.
El último objetivo de Nathan es el cambio de nombre. Para ello tiene que enfrentarse a diferentes complicaciones burocráticas. El cambio de nombre en el Registro Civil resulta medianamente sencillo pero para cambiar el sexo en su documento de identidad debe acudir al Tribunal de Justicia. El engorroso proceso se debe a que hasta el momento pocas personas habían realizado dichos trámites.
Ahí es donde entra el cómic de la periodista Castro. Un cómic que sirve para visibilizar la transexualidad y todo lo que conlleva vivir en un país como Francia que, pese a ser un referente en derechos sociales, todavía existen obstáculos innecesarios que perjudican al colectivo trans.
Llámame Nathan se presenta como uno de los primeros cómics que abordan el tema trans y la identidad de género desde la perspectiva de un adolescente. La traducción la ha llevado a cabo María Serna.