La emisión en Netflix del documental El caso Alcàsser ha sacudido un montón de recuerdos vergonzosos que una capa de tiempo había logrado disimular. Más allá de la propia desaparición y asesinato de las jóvenes Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, y de las chapuzas en la investigación de un crimen que conmocionó a toda España y nunca ha sido capaz de cerrar todos los interrogantes, la proyección de ciertas secuencias de aquellos programas televisivos que se lanzaron a los brazos del sensacionalismo en prime time ha recordado todas las líneas rojas que traspasó la profesión periodística en aquellos días.
El circo mediático arrancó con Quién sabe dónde, en TVE, y De tú a tú, en Antena 3, para muchos la génesis de la telebasura española, y alcanzó su clímax con el late night presentado por Pepe Navarro, Esta noche cruzamos el Mississippi, y la tertulia vespertina que emitió Canal 9 durante la celebración del juicio en la Audiencia Provincial de Valencia. El número de espectadores se disparó con entrevistas diarias a los familiares de las niñas, con teorías de la conspiración y con escabrosos detalles del sumario. Aquello era la ley de la selva, en la que la televisión y los presentadores se sentían impunes.
Pero dicha burbuja tampoco sería comprensible sin el papel desempeñado por Fernando García, el padre de Miriam, y el criminólogo Juan Ignacio Blanco, su sombra, un hombre misterioso y curtido en el universo de los sucesos tras su etapa de redactor en el diario El caso. García y Blanco, con la connivencia de Pepe Navarro, organizaron una suerte de juicio paralelo en antena en el que defendían abiertamente que Miguel Ricart, el único condenado por el triple asesinato, era el chivo expiatorio de una trama dirigida por altos cargos políticos y poderosos empresarios. Incluso llegaron a dar los nombres y apellidos de cuatro personas.
Las injurias de García y Blanco —que fueron condenados años más tarde a pagar importantes indemnizaciones— también se focalizaron en los guardias civiles que participaron en el levantamiento de los cadáveres, en los forenses valencianos o en el fiscal del caso, Enrique Beltrán. Su controvertidas hipótesis manejadas en televisión, que llegaron a colarse en la sala del tribunal, no hallaron, sin embargo, ningún tipo de amparo en la sentencia, dictada en septiembre de 1997 y que condenó a Miguel Ricart a 170 años de prisión. De Antonio Anglés, el principal sospechoso, sigue sin saberse nada.
Pero el crimen más mediático de la historia de España no iba a difuminarse tan fácilmente. Unas semanas antes, a finales de julio, Fernando García anunció la creación de la Fundación Niñas de Alcàsser para recaudar fondos y librar "una guerra que necesita recursos económicos" —ayudar a las familias que sufriesen el asesinato o el secuestro de alguno de sus hijos—, según manifestó en la televisión valenciana. A su lado caminaba siempre Juan Ignacio Blanco, que para mayo del año siguiente publicó un libro, ¿Qué pasó en Alcácer? Todas las claves de un triple asesinato que conmovió España, en el que básicamente recopiló el sumario del caso y lo acompañó de comentarios personales, avivando las teorías conspirativas.
La red no censura
Ambas acciones se toparon con la oposición de Rosa Folch, la madre de Desirée: denunció la utilización del nombre de su hija en la Fundación Niñas de Alcàsser —los dos hombres también serían condenados por estafa— y la publicación del libro por usar fotografías de la autopsia de la joven sin su consentimiento. Blanco ya había mostrado este material en televisión, y no el de las otras dos jóvenes, tal y como se recuerda en el documental. ¿Por qué? Sus padres eran los únicos con los que tenían malas relaciones...
De la misma forma que la Secretaría General de Asuntos Sociales denegó la inscripción de la fundación, tres meses después de la publicación de ¿Qué pasó en Alcácer?, editado por Son Expresión S.L., un juez ordenó la retirada del libro al considerar que vulneraba el derecho al honor de Desirée y su madre. La obra, de unas 500 páginas, estaba ilustrada con fotos espeluznantes de las autopsias de las niñas que procedían del sumario al que habían accedido Blanco y Fernando García mediante una triquiñuela que le jugaron a uno de sus abogados.
El libro tardó más de lo esperado en desaparecer de las tiendas, según denunció Rosa Folch, amenazando incluso con iniciar otra intervención judicial; pero finalmente se hizo imposible adquirirlo en librerías. Hoy, dos décadas después, sigue la censura sobre la obra de Juan Ignacio Blanco. Sin embargo, no resulta difícil dar con él haciendo una rápida búsqueda en internet: un puñado de páginas web ofrecen el pdf del libro en línea o para descargarlo de forma gratuita, aunque una versión que ha eliminado las fotografías polémicas. Y muchos de estos enlaces se comparten sin pudor por las redes sociales.
En cuanto al volumen físico, ¿Qué pasó en Alcàsser? también sigue circulando por toda España. El documental producido por Ramón Campos (Bambú) y dirigido por Elías León muestra imágenes recientes, del 6 de abril de 2018, de Juan Ignacio Blanco firmando ejemplares de su obra en una conferencia en Valencia. El periodista y criminólogo utiliza las redes sociales para vender el libro prohibido por la Justicia, como queda patente en las publicaciones de la página de Facebook Amigos de Juan Ignacio Blanco.
El pasado mes de marzo, sin ir más lejos, un usuario subía una foto de uno de los ejemplares dedicado personalmente por el autor y con el siguiente comentario: "Hace unos días ya que recibí el tan esperado ejemplar del libro de D. Juan Ignacio Blanco. No es que no lo hubiese leído con anterioridad, ya que encontré la forma de saltarme el secuestro impuesto al libro mediante un pdf en internet. Posteriormente, al saber de la posibilidad de colaborar con su causa intenté adquirirlo y he aquí que ya ocupa lugar preferente en mi humilde biblioteca. Eternamente agradecido a D. Juan Ignacio por su labor, por su honestidad e integridad demostrada a lo largo de años de profesión".
Este viernes, al cierre de este artículo, en Amazon también se vendía un ejemplar de segunda mano de ¿Qué pasó en Alcácer? por 155,38 euros. El interés por el controvertido libro es la manifestación de las sombras que planean sobre la resolución del crimen de las tres niñas que desaparecieron el 13 de noviembre de 1992 cuando hacían autoestop para ir a una discoteca en la cercana localidad de Picassent. Y la siniestra figura de Juan Ignacio Blanco, que amenaza con publicar unas cintas de vídeo que implicarían en el asesinato a una serie de personas con "una relevancia social y económica en nuestro país absolutamente impresionante", es el mejor combustible para no dar el carpetazo definitivo al caso.