Arturo Pérez-Reverte salta de la Guerra Civil a la Edad Media. Tras despedir la trilogía sobre Lorenzo Falcó, un espía sin escrúpulos cuyas maquinaciones están destinadas a boicotear a la República, el escritor retrocederá en su nueva novela, Sidi (Alfaguara), hasta el siglo XI para narrar las aventuras de un guerrero que es desterrado y se ve obligado a deambular por diversos territorios para buscarse la vida, siempre acompañado de una hueste de hombres fieles.
Sidi, que significa 'señor' en árabe, era la forma que tenían los árabes de referirse a Rodigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Todo son guiños a la figura del caballero castellano en la novela de Reverte, que llegará a las librerías el próximo 18 de septiembre, aunque no se haga mención directa a él: el título, la época, un rey que destierra a un guerrero —Alfonso VI hizo lo mismo con el Cid— y la gestación de una leyenda.
Según apuntan fuentes de la editorial, el personaje moldeado por Reverte es el Cid, aunque no se trata de una novela histórica sobre el caballero y sus gestas, sino "la historia de cómo un hombre se convierte en líder". En una nota de prensa, Alfaguara ha añadido que Sidi es "una historia de exilio y frontera, de lucha por sobrevivir en un territorio hostil, indeciso y de fuerzas encontradas. Narra la aventura de un guerrero que, obligado al destierro, cabalga para buscarse la vida con una hueste que lo respeta y lo sigue. Su carácter y sus hechos de armas lo convertirán en una auténtica leyenda viva".
El propio escritor ha apuntado en su cuenta de Twitter el resultado de su último año de trabajo: "El relato de aquella frontera peligrosa y de quienes, moros y cristianos, allí se buscaban la vida en el siglo XI. Gente dura en un mundo duro".
Reverte, académico de la RAE, sigue con su producción de literatura de corte histórico tras la trilogía de Falcó. En su biografía también destacan El club de Dumas, La tabla de Flandes o El capitán Alatriste. El pasado mes de marzo publicó Una historia de España, también editado por Alfaguara, lo que definía como un viaje de treinta siglos por la el pasado de nuestro país hecho con humor, tristeza y un poquito de esperanza.
Este es un extracto de Sidi que ha dado a conocer la editorial:
"El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Colgó la espada del arzón, palmeó el cuello cálido del animal y echó un vistazo alrededor: sonidos metálicos, resollar de monturas, conversaciones en voz baja. Aquellos hombres olían a estiércol de caballo, cuero, aceite de armas, sudor y humo de leña. Rudos en las formas, extraordinariamente complejos en instintos e intuiciones, eran guerreros y nunca habían pretendido ser otra cosa. Resignados ante el azar, fatalistas sobre la vida y la muerte, obedecían de modo natural sin que la imaginación les jugara malas pasadas. Rostros curtidos de viento, frío y sol, arrugas en torno a los ojos incluso entre los más jóvenes, manos encallecidas de empuñar armas y pelear. Jinetes que se persignaban antes de entrar en combate y vendían su vida o muerte por ganarse el pan. Profesionales de la frontera, sabían luchar con crueldad y morir con sencillez. No eran malos hombres, concluyó. Ni tampoco ajenos a la compasión. Sólo gente dura en un mundo duro".