Hay un poema de Gil de Biedma, Pandémica y celeste, que lo contiene todo: las enormes dudas, los pavores, las tensiones, el paso del tiempo, las grotescas excitaciones, la ternura, la curiosidad, la biología, la filosofía, el afecto. Sobre él se construye la nueva novela del brillante Luisgé Martín, Cien Noches (Anagrama), que le ha valido el Premio Herralde.
Aquí la historia de Irene, que empieza ahondando en trabajos de laboratorio sobre el comportamiento sexual de las ratas -que dan ciertas claves sobre la fidelidad o promiscuidad de los mamíferos según su sexo- y acaba obsesionándose por investigar la misma pulsión en los humanos. Lo hace ella misma, en su intimidad y en su observación. Lo hace ella misma con sus hombres cobaya. Hasta que se pilla: claro. Es ahí donde acaba el juego del sexo y empieza la vida, la verdadera tragedia de la vida: en el amor.
Luisgé piensa, como el propio Gil de Biedma, que el sexo no es meramente sexo -esto no va de sudor ni de cuerpos chocando, no va de penetración ni de saliva-: entiende el erotismo como una manera de acercarse a los grandes enigmas del ser humano. El sexo para quitarse las máscaras. El sexo para entender quiénes somos cuando caen las máscaras, cuando cae la urbanidad, cuando nos dejamos quitar la piel del civismo, de la cultura y de la mirada de los otros. Pincha aquí para comprar en Amazon.