La palabra que ilustra la portada de Nunca (Plaza y Janés), el último libro de Ken Follett, manifiesta el deseo explícito de su autor de que jamás se reproduzcan los actos que ilustran su última novela. Pero también le sirven para separarse de sus anteriores libros, alejándose de la novela histórica para llevarnos hasta un presente posible y aterrador. El autor de Los pilares de la Tierra (Plaza y Janés) y Un mundo sin fin (Plaza y Janés) vuelve con una novela que se centra en nuestro tiempo, con líderes distintos, aunque con el ojo puesto sobre conflictos y problemas reales que podrían desencadenar una Tercera Guerra Mundial.
Las armas nucleares, el yihadismo o las redes sociales son el centro de un cóctel político con trazas de realidad. Una historia en la que el propio Follett ha contado con políticos y expertos en asuntos exteriores para conocer aquellos "pequeños actos" —en palabras de su autor— que devendrían en una gran tragedia como esta, repitiendo errores olvidados tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial.
Para la realización de esta novela ha contado con asesores de lujo como el ex primer ministro Gordon Brown o la ex alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores Catherine Ashton.
Me ayudaron a entender mejor el escenario político actual para no cometer errores dentro de la trama. Por ejemplo, que el gobierno chino no colaboraría con los yihadistas, de la misma forma que a Corea del Norte no le importaría, por lo que podrían financiar el yihadismo del norte de África. El tipo de detalles que se me podrían haber escapado a la hora de plantear esta historia.
Sin embargo, se trata de figuras políticas acostumbradas a lidiar con secretos de Estado que permiten que se mantenga cierto statu quo. ¿Está implantada todavía la idea de que el fin justifica los medios en la política actual?
No me contó ningún secreto de Estado, sería algo que nos llevaría a la cárcel a ambos. "El fin justifica los medios" es una frase que Gordon Brown no utilizaría. Sus consejos fueron generales en cuanto a cómo se desarrollan ese tipo de políticas internacionales.
Las armas nucleares son el centro de la novela. A partir de los años 80 se hicieron grandes esfuerzos por restringir su control, aunque se ha revertido ese proceso en las últimas décadas e incluso su vuelve a plantear su uso civil como fuente de energía. ¿Nos coloca más cerca este tipo de eventos de un futuro como el que plantea Nunca?
En la década de los años 80 y 90 redujimos ese número y conseguimos disminuir la amenaza nuclear. Aunque es cierto que hay más armas nucleares ahora de las que ha habido nunca. Eso convierte al mundo en un lugar más peligroso, el apocalipsis está más cerca cuantas más armas nucleares existan. La energía nuclear es otro asunto, no creo que sea una amenaza a la paz, aunque preferiría vivir en un país en el que no hubiese centrales nucleares.
Para preparar este libro tomó inspiración de los eventos que condujeron hasta la Primera Guerra Mundial. ¿Qué lecciones extrajo de este periodo?
La Gran Guerra empezó por una cuestión trivial, el asesinato del archiduque Francisco Fernando. Fue un asunto menor que realmente no tuvo un impacto directo en las relaciones internacionales. Era el heredero al trono, pero su muerte no provocó ningún tipo de desequilibrio de poder. El emperador, Francisco José I de Austria, sintió la necesidad de responder a este acto declarando la guerra sobre Serbia. Este movimiento estratégico, a su vez, provocó la movilización del ejército ruso por el control de los Balcanes. Es una cuestión de escalada, se pasó de la muerte de una persona a la muerte de cientos de miles.
Ninguna de estas cuestiones fueron la causa final, sino que cada uno de estos pasos fueron los que provocaron la Primera Guerra Mundial, actos pequeños que devinieron en una tragedia. La clave de este proceso es que nadie quería que ocurriese una guerra mundial, todos trataron de pararlo, aunque tomaron decisiones que, finalmente, acabaron provocando el desastre. Esta idea me hizo pensar en nuestro tiempo y en cuál podría ser la chispa que podría provocar una respuesta que llevase hasta una Tercera Guerra Mundial.
¿Qué tipo de papel tiene la ciudadanía en este tipo de escaladas que describe? ¿Puede tener algún impacto?
La escalada ocurre, hasta cierto punto, porque la gente quiere. La gente se afirma en la idea de que "deben ser fuertes" frente a sus enemigos. Su gobierno "debe ser fuerte", así como su país "debe ser fuerte" para evitar que otros países les atropellen. Es como una pelea de bar que empieza en insultos y acaba a golpes, es parte de la naturaleza humana. La gente no es estúpida, pero es una respuesta natural. Si me preguntas qué deberíamos hacer para evitar estas escaladas, deberíamos dejar de tratar la política internacional como si fuese una pelea de bar.
Alguien tiene que dar un paso atrás y pedir perdón. Es muy duro para un líder político tomar este tipo de decisiones mientras las redes sociales y los periódicos instigan este tipo de comportamientos basados en la ira y el resentimiento. El papel de la gente debería ser el de pedir a sus líderes que dejen de intentar ser más fuertes que sus adversarios para tratar, en cambio, ser más listos.
Precisamente la presidenta de los Estados Unidos en su novela es una mujer que intenta alejarse de esta visión tan violenta y masculina de la política.
Por encima de todo quería que todos los líderes políticos de la novela fuesen sensatos y moderados, no quería escribir una historia sobre un presidente de los Estados Unidos loco que provocase una guerra nuclear. Por eso todos debían ser racionales, especialmente la presidenta de los Estados Unidos. Me resultaba natural que fuese una mujer porque ellas no tienen ese tipo de "peleas de bar", es algo que no he visto nunca. Me parecía que de esa forma podía subrayar el hecho de que su personaje nunca desearía que comenzase una nueva guerra mundial.
Resulta muy interesante el papel que Europa tiene en la novela. No participa directamente del conflicto y se mantiene al margen. ¿Es un síntoma de la pérdida de relevancia internacional de la Unión Europea o de una inacción calculada?
Mis editores me pidieron que incluyese más países europeos en el libro, por cuestiones publicitarias obviamente, pero no encontré la forma de hacer que realmente tomasen parte en la historia. La Unión Europea es el tercer poder económico del mundo, pero no tiene relevancia militar, sin dicho poder no podría detener nunca un conflicto así. Nadie se preguntaría qué haría la UE en una situación bélica como esta. Quizás lo más inteligente sería quedarnos a un lado en una cuestión así, ceñirnos a lo puramente económico. Es algo que nos haría ahorrar mucho dinero y mantenernos fuera de peligro.
¿Cree que el Brexit afectará a la situación de la Unión Europea o que otros países imitarán la salida de Reino Unido?
Al contrario, creo que otros países ya están viendo las desventajas que este proceso ha causado a la hora de hacer negocios, importar productos o firmar acuerdos comerciales. La mayoría de la industria de Reino Unido depende de una mano de obra foránea que ahora no pueden contratar porque no es fácil y no las propias personas no se sienten bienvenidas en el país. Por ejemplo, muchos enfermeros españoles venían a Inglaterra a trabajar y eran maravillosos, excelentes trabajadores. Ahora todos se han marchado porque sienten que no los queremos aquí, y necesitamos a este tipo de personas.
Con estos precedentes es complicado que otros países imitan la decisión de Reino Unidos. Polonia en cambio es un caso distinto, es posible que sea expulsada porque su política se encamina hacia el fascismo y la UE no puede permitir eso. Pero nadie se irá por las razones por las que Inglaterra decidió marcharse.
En 2007 escribió sobre la peste negra, una pandemia muy distinta a la que vivimos ahora pero que ya apuntaba ciertas similitudes. ¿Le ha devuelto algún recuerdo de aquella novela en estos últimos años?
Una de las cosas más interesantes son las medidas que se tomaron. En la Edad Media se obligó a la gente a lavarse las manos o usar mascarillas para evitar su propagación. Incluso a los sacerdotes se les obligó a establecer una distancia de los enfermos. Por ejemplo, al dar la extremaunción a los enfermos. Incluso la palabra cuarentena proviene de aquella otra pandemia. Lo único que no existía era una vacunación, es precisamente lo que provocó que durante cientos de años la peste volviese. Incluso en los tiempos de Shakespeare hubo epidemias de este tipo, dos o tres siglos después de los eventos que recoge el libro.
Cuando estaba investigando sobre medicina medieval para escribir la novela, hice una lista sobre remedios aplicados a distintas enfermedades. Una de mis hijas es doctora y le pedí que me dijese cuales de ellos podrían resultar eficaces, y solo uno de ellos lo era: cauterizar las heridas con vino. Esa es la mayor diferencia, el gran avance de la medicina moderna.
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