A pesar de la Fiscalía, César Strawberry no es culpable de un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación de las víctimas del terrorismo que llevó al músico ante el presidente de la Sala de lo Penal del tribunal especial y de la Sección Primera, Fernando Grande-Marlaska. El juez ha dictado sentencia contra la petición de condena de 20 meses de cárcel para el artista por seis comentarios en Twitter (publicados entre 2013 y 2014), al respetar el tono provocador, irónico y sarcástico que forma parte de la faceta artística del líder de Def con Dos. La Audiencia Nacional no encuentra ánimo que incite al odio en la actitud de Strawberry.
“Con un tono crítico con la realidad social y política, tratando que el público comprenda el sentido metafórico y ficticio que envuelven sus obras, respecto al concepto de fondo siempre de carácter pacífico y exclusivamente cultural”. César Strawberry no es un peligro para la sociedad y lo dice la Justicia, que, al dictar sentencia, confirma que el mal gusto, el humor negro y la libertad de expresión del creador no son un delito tipificado en la Constitución Española, a pesar del cuestionamiento al que se somete el Artículo 21 desde hace unos años.
Sin embargo, Nicolás Poveda, que formaba parte del tribunal especial, ha discrepado de la sentencia y emitido un voto particular: “No es válido” decir lo que se piense o se quiera y “disfrazarlo bajo una supuesta ironía o sarcasmo del que genera la expresión” y “hacerse ajeno totalmente al efecto que tenga en el destinatario, ya que no se conoce si este es del mismo grado de ironía o sarcasmo”. Entre otros comentarios Strawberry publicó: "Cuántos deberían seguir el vuelo de Carrero Blanco", "Street fighter, edición post-ETA: Ortega Lara versus Eduardo Madina" o "¿Se puede llevar una camiseta con un estampado de Miguel Ángel Blanco? Lo pregunto desde el respeto y el verano".
Persona y personaje
La defensa de Strawberry acreditó la trayectoria artística de su cliente para aclarar que el perfil de Twitter no era el de César Montaña Lehmann. Es la cuenta del personaje, no la de la persona que se ha sentado en el juicio. Todos podemos ser artistas, pero sólo los artistas pueden demostrarlo.
El juicio contra Strawberry desvela un nuevo episodio en las Guerras Culturales contra todo aquel que usa la libertad de expresión de manera distinta a la que se entiende que debe usarse. Es decir, la libertad de expresión es libre siempre y cuando no sea libre. La persecución de estos elementos considerados antisistema no consigue callar a ninguno de ellos, pero sí coartar la soberanía de sus actuaciones. La autocensura es la nueva censura.
Crítica y reflexión
Tampoco ha vuelto a ser el mismo Eugenio Merino, que sufrió cuatro años de litigios judiciales contra la Fundación Francisco Franco. La Audiencia Nacional sentenció a favor del escultor que la ofensa no era daño al honor, tal y como le acusaban los albaceas de la memoria del caudillo. El punching ball con la cabeza del dictador golpeado no supone una “mofa”, ni “escarnio”, ni “daña el honor”.
La Audiencia dictaminó entonces que tanto esta pieza como la de Franco metido en una nevera, no dañaban la reputación del militar golpista, porque era una “obra crítica” cuyo objetivo era “llevar a la reflexión”. “Todo lo más que podría considerarse es como caricaturesca, irónica o humorística”, señaló la magistrada.
Hoy se confirma que la Constitución absolverá una y mil veces a la libertad de expresión de los artistas que cumplen con su deber: mostrar lo que ocultamos. Ya sea en un escenario, en una galería, en Twitter, en Instagram o en la red social que sea. Estas nuevas plataformas de expresión de los creadores de nuestros días son tan legítimas como las antiguas, como un CD o un cassette. Y como tal las leyes deben aplicarse en función del momento histórico en el que se aplican. Lo dice el Código Penal. Si los emoticionos pueden ser delito y el TL el escenario del crimen, necesitamos árbitros preparados para comprenderlos.