Mr. Lyon se mueve con soltura, sonríe con frecuencia y a todo lo que dice le añade un gesto. Tiene un deje ágil y contagioso que no pertenece a un país sino a una música: es rapero. Mr Lyon tiene flow y sólo lo pierde cuando alguien lo llama por su nombre, Tariq Wady, y le pregunta por su historia. “Tengo 25 años, llegué hace cinco meses a un campo de refugiados. Me escapé porque era igual que estar en Siria pero en pequeño”. Ahora vive en Atenas, en casa de gente que lo acoge por días o por semanas y tiene una ilusión que se llama Shabab Radio, una emisora que emite desde el barrio ateniense de Exarchia y da voz a quienes viven en los campamentos. “Queremos que hablen los protagonistas y que piensen en la vida que les queda por vivir aunque su situación actual sea terrible”, dice Stephanie Cisowski, periodista alemana y una de las fundadoras de la emisora.
Tengo 25 años, llegué hace cinco meses a un campo de refugiados. Me escapé porque era igual que estar en Siria pero en pequeño
La cultura y sobre todo la música tienen un papel fundamental en esta radio que funciona desde hace tres meses. Music Crossroads es el programa que le dedican al asunto pero siempre incluyen canciones de los países de donde proceden sus entrevistados. En las últimas semanas, Wady se ha convertido en un reportero improvisado. Como lo que le gusta es el rap, ha investigado las similitudes entre el que se hace en Siria y el griego. “Me sorprendió que en ambos países hablen de temas tan parecidos: censura, violencia, corrupción… Quizás para vosotros es evidente pero visto desde un país en guerra, no pensé que pudieran parecerse tanto”.
Expresarse con libertad
Shabab Radio es el proyecto de un grupo de gente que se conoció en Atenas. Cisowski llégo hace cinco años para disfrutar de una beca Erasmus y Lluís Santos aterrizó en la capital griega para montar un negocio de medios de pagos alternativos y bitcoin. Yendo y viniendo desde Castellón coincidió con la joven alemana, con los sirios Ahmed Ayash y George Noureh y la griega Xanthippi Lemonzoglou. “Nos propusieron que participáramos en el StartupWeekend de periodistas que organiza The Cube, un centro de coworking. Presentamos nuestra propuesta y lo ganamos”, cuenta Santos, que asegura que uno de sus objetivo es dar a sus oyentes un espacio donde expresarse libremente.
Ese es el caso de Wajd, siria de 17 años que pasó cinco meses en Idomeni y legó a Atenas hace dos. “Cuando estoy enfadada o triste, escribo”, explica Wajd a los reporteros de Shabab Radio. En un pequeño cuaderno narra historias en árabe y en inglés. Precisamente es el dominio de esta lengua lo que le ha cambiado la vida en las últimas semanas. “Al llegar fue terrible, pero en cuanto me puse a colaborar con los voluntarios haciendo de intérprete con la gente de mi país, empecé a sentirme mejor”. Wajd lee en voz alta fragmentos de su libreta en los que habla de una chica que a veces está triste y otras se levanta alegre y pone todas sus fuerzas en salir adelante. Mientras lee, el oído del rapero Wady detecta algo. “No hablas de ti, ¿verdad? Hablas de Siria”. La joven asiente. Tiene sólo 17 años y escribe con el fantasma de la censura presente.
Ni partidos, ni ideologías
Wady es más lanzado. No teme decir lo que piensa y señalar lo que no le gusta. A Cisowski, de su misma edad, le pasa igual. La periodista carga contra la Unión Europea por el acuerdo con Turquía para enviar allí a los refugiados; contra el Gobierno griego por su tibieza; contra algunos policías porque los ha visto abusar de su poder y contra algunos anarquistas del barrio en el que graban sus programas. Porque en Exarchia hay pancartas con consignas anticapitalistas en cada calle, alberga varias casas ocupadas y muchos vecinos se jactan de que por sus calles no patrulla la policía. La prensa ha informado sobre la labor de los anarquistas con los refugiados, a quienes han dado cobijo y por quienes se han manifestado en varias ocasiones. Pero los miembros de Shabab Radio añaden otra versión a esa historia.
Shabab no está con ningún partido ni ninguna ideología. Con ninguna. Nuestra labor es informar y darle voz a los refugiados
“Nos dicen que si abrimos una cuenta en un banco, no nos apoyan. Que si no encabezan las manifestaciones a la Plaza Sintagma, tampoco. Sólo aceptan que hablemos con los medios afines a ellos. Estamos hartos. La prioridad en esta crisis es la gente, ni sus ideas ni las de nadie”, explica Cisowski enfadada. “Shabab no está con ningún partido ni ninguna ideología. Con ninguna. Nuestra labor es informar y darle voz a los refugiados”. Habla desde la plaza central del vecindario donde algunos jóvenes que salen de las casas ocupadas se acercan y se alejan de la mesa del bar donde se desarrolla la entrevista. Controlan. Pero no acceden a hablar con este diario.
Bulos en los campamentos
Shabab Radio es el primer proyecto de estas características que se pone en marcha en Europa, pero su historia recuerda a la que Chris Marker contó en Les 20 heures dans les camps, documental sobre un informativo televisivo creado por jóvenes refugiados bosnios en un campo esloveno durante la guerra de Yugoslavia. El motivo que les empujó a crear Roska, su propio noticiero, fue la falta de información fiable, algo que también ocurre en los campos actuales.
En marzo, cuando aún estaba abierto el de campo de Idomeni alguien les hizo creer a los refugiados que Alemania aceptaría acoger a miles de ellos. La policía lo negó por megafonía en árabe y en farsi pero como indica Wady, “no todo el mundo en los campos se fía de las fuentes oficiales”. El joven confirma que en los campamentos los bulos circulan con facilidad y es uno de los motivos por los que sus oyentes pueden hacer consultas legales y aclarar los rumores que escuchan en los campos.
Pero las similitudes de Shabab Radio con aquel informativo que grababan en una cinta de vídeo los refugiados bosnios va más allá. En la película, un joven explica a Marker por qué graban los platos, los cuchillos y los tenedores, los desconchones de las paredes o a las ancianas jugando con sus nietos: no es información, es memoria. Es la misma razón por la que en Shabab Radio no evitan los balbuceos del bebé de la familia Halabi-Ward, cuyos miembros no se ven desde hace tres meses, o insisten en lo bonito que es el cuaderno sobre el que escribe Wajd. “Esta es y será su historia, sus recuerdos. Ellos reparan en detalles en los que ninguno de nosotros se fijaría, detalles que no dan las noticias”. Habla Cisowski y su frase recuerda a la última Premio Nobel de Literatura: “Yo rastreo el sentimiento, no el suceso”, dice Svetlana Alexiévich en Los muchachos del zinc.
Retratar personas
Einstein también fue un refugiado. El científico alemán huyó del nazismo pero fue otras cosas además de un exiliado. Premio Nobel de Física, por ejemplo. Y ese es otro de los olvidos contra los que luchan en esta emisora: el de las propias capacidades. “Pretendemos que nadie, mucho menos ellos, olviden sus habilidades. Deben recordar lo que saben hacer, saber que pueden hacerlo y que volverán a hacerlo”, dice Cisowski. Para la periodista, hacer un retrato que no se limite al estatus legal de una persona es primordial para no deshumanizar al refugiado. “Es el motivo por el que no explicamos sólo el drama. Porque son personas, tienen vidas, historias y talentos”.
Pretendemos que nadie, mucho menos ellos, olviden sus habilidades. Deben recordar lo que saben hacer, saber que pueden hacerlo y que volverán a hacerlo
Tariq Wad es un ejemplo. En los dos meses que lleva colaborando con la radio ha descubierto una habilidad: se le da bien hablar con la gente, genera confianza. “Siento que hago algo importante porque sé por experiencia que lo primero que necesita alguien que huye es sentirse seguro. Y lo segundo, hablar”, dice este periodista improvisado, a quien su situación de ilegalidad le genera angustia pero también ganas de pelear. Se inspira en casos como el de Jasmine School, una casa ocupada en Atenas donde viven casi 400 personas de origen sirio que, como él, huyeron de los campos.
“Cuando se habla de refugiados, se piensa en los campamentos pero los hay en todas partes porque la gente busca alternativas a esos lugares horribles”. En Jasmine School los niños reciben clases y comen todos los días gracias a la estricta organización de los adultos y la ayuda de los vecinos. Este es el tipo de historia que cuentan en Shabab Radio.
Un portátil para todos
La emisora también tiene su historia y sus problemas. Es un proyecto que funciona en red, con todos sus miembros dispersos y dedicándole el tiempo que pueden cuando acaban sus trabajos. No pertenece a ningún grupo, ni cuenta con financiación por eso buscan la manera de mantenerse. Ahora se plantean un crowdfunding. “Pero eso también implica mucha dedicación”, dice Cisowski que al cierre de este artículo informa de que ha tenido que volver a casa de sus padres en Alemania porque no puede seguir manteniéndose en Atenas con su trabajo de copy en una empresa de publicidad.
Cuando se habla de refugiados, se piensa en los campamentos pero los hay en todas partes porque la gente busca alternativas a esos lugares horribles
Lluís Santos gestiona la web desde Castellón y todo lo relacionado con la informática y explica que poder contratar a dos personas durante seis meses le daría solidez al proyecto. “El futuro pasa por crear franquicias que cubran las zonas donde haya refugiados, precisen de un altavoz y usen la infraestructura de Shabab Radio”. Lo que tienen ahora mismo es un espacio en The Cube y un portátil. Y lo que piden es otro ordenador y gente que quiera unirse al proyecto para ampliar la red.
Mientras eso ocurre, seguirán siendo una emisora atípica que emite sin periodicidad, grabando los programas con un móvil cuando sus miembros pueden y colgando podcasts en los que nadie encontrará el sonido pulcro de un estudio o un comentario experto sobre una melodía. Lo que se escucha en Shabab Radio son testimonios de la vida cotidiana y música, mucha música, el arte, según Oscar Wilde, “más cercano a las lágrimas y a la memoria”.