La rapera Ana Isabel García (Córdoba, 1991), Gata Cattana, ha fallecido esta mañana en Madrid por una “complicación cardíaca”, como ha señalado su productora, Taste the Floor. Era cantante, poeta y politóloga. Mezclaba la vida salvaje y la honda. Rapeaba como una fiera y leía poemas de Pedro Salinas. Creía que el rap, si no servía para cambiar el mundo, sí podía impulsar el cambio en una parte de él: todo depende de cómo lo uses, si hablando de drogas o construyendo templos.
Ana tejía puentes. Tenía el verbo, la gracia, la fuerza, el don de la comunicación. Golpeaba pero no perdía nunca la sensibilidad ni el sentido trágico de la vida. Lo escribió ella misma: "Debajito de la carne, los puñales".
Tenía el verbo, la gracia, la fuerza, el don de la comunicación. Golpeaba pero no perdía nunca la sensibilidad. El sentido trágico de la vida. Lo escribió ella misma: "Debajito de la carne, los puñales"
“Lamentamos profundamente tener que informar del repentino fallecimiento de la cantante y poetisa Ana Isabel García”, comunica la nota de prensa. “Desde Taste the Floor, compañía que representaba a la artista, queremos mostrar nuestro mayor pesar y dolor por esta triste noticia y mandar todo nuestro apoyo y cariño a familiares, amigos y seguidores de la inolvidable Gata Cattana”, agrega.
Gata Cattana tenía previsto publicar su primer LP a comienzos de año. Iba a titularse Banzai y lo preparaba junto al productor D. Unison. Publicó su primer poemario el año pasado bajo el título La escala de Mohs. La rapera decía, orgullosa, que era “feminista militante” y participó en un reportaje en este periódico sobre el machismo en el rap. "Nosotras derribamos el egotrip masculino, aunque no se puede generalizar, porque también hay hombres colaborativos", explicaba a EL ESPAÑOL.
El machismo, en realidad, lo ves en cualquier lado. Agüita con lo machista que es el pop y sus letras de amor romántico. O esa manera de sufrir del flamenco, ese amor posesivo y arcaico que vive en sus letras es muy machista también
"El machismo, en realidad, lo ves en cualquier lado. Agüita con lo machista que es el pop y sus letras de amor romántico. O esa manera de sufrir del flamenco, ese amor posesivo y arcaico que vive en sus letras es muy machista también. Pero es cierto que en el rap arrastramos ciertos tópicos y clichés". Contaba que el más recurrente es la cosificación. "Que a las mujeres se las trate como a perras". Ella era un bastión de lucha contra todo eso: una voz potente y lírica que pisaba fuerte por donde sonaba.
Reflexionaba mucho sobre la cuestión del feminismo y relataba que había dejado de sentirse culpable por escuchar canciones que pudiesen tener contenidos machistas: "Esa es una batalla interna clásica. Hay temas que me flipaban y decían auténticas burradas, y yo me fustigaba a mí misma 'pero qué hipócrita soy'...", sostenía. "Ya me lo tomo de otra manera. El feminismo tiene que servirme a mí para liberarme, no para estar martilleándome y no dejándome hacer cosas que quiero. Se trata de que cada uno escuche lo que quiera y no sea juzgado, aunque si sabes lo que estás escuchando, mejor".
Le preocupaba también la corriente misógina del trap: "¡Está arrasando! Y es volver para atrás en muchas temáticas. ¿Qué haces con eso, sino hacer otra cosa que mole más? El problema es que hay trap hecho por mujeres y algunas dan mensajes machistas a pesar de ser mujeres", sostiene. Se refiere a esa voz femenina que "se trata a sí misma de la grupi del rapero", de "sirvienta del tío de turno", o "dice que sólo quiere su dinero".
Era compleja, fuerte, capaz de desdoblarse: "Ya ni siquiera sé cuál de esas era yo, tengo muchas Anas dentro que me hablan", canta en Cuatro Monedas. La joven ya había dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad. Guerra, discurso, poesía y ritmo. "Hoy lo quiero lento, pero la vida loca, qué rápido va todo".