Imagínense que componer canciones fuese como ir a pescar. La comparación no es mía, es de Noel Gallagher, guitarrista y compositor de los extintos Oasis, que hoy cumple 50 años.
El parecido es razonable. Uno se levanta por la mañana, empuña su guitarra, se encomienda a las musas y escarba durante un rato en sus cuerdas como en un rasca-y-gana. Algunos días hay suerte y las canciones pican. Otros días, sin embargo —la mayoría de los días, de hecho—, uno se queda a dos velas mirando la pared, tarareando quizá alguna melodía clásica sobre un estándar y pensando que esa canción, esa tan conocida que está tarareando, bien podría pasar por una suya si la retorciese un poco y nadie prestase la suficiente atención.
Y ahí encontró Noel Gallagher su filón particular. Si sus musas lo esquivaban, bastaba con aprovechar las musas de los demás. Para qué perder el tiempo intentando meter en la cesta un puñado de notas que pudiesen convertirse en un buen riff, por ejemplo, cuando podía utilizar directamente el riff de otra canción. Comparen la guitarra rítmica de uno de los primeros singles de Oasis, Cigarettes & Alcohol, con la del famoso hit Get It On, con el que los T. Rex fueron número 1 en 1971. Son como dos gotas de agua.
Pero las acusaciones de plagio ya rondaban a Noel Gallagher desde el segundo single de Oasis, Shakermaker, cuya melodía es idéntica a la del jingle de Coca Cola de 1971 I'd Like to Teach the World to Sing (In Perfect Harmony), que meses después se convirtió en single del grupo The New Seekers y fue un éxito en el Reino Unido. En cualquier caso, la similitud entre ambas canciones no es cosa mía. Así lo estableció un juez. Y a Oasis le correspondió pagar 500.000 dólares australianos a sus autores en concepto de royalties. Cuando le preguntaron a Noel qué opinaba sobre la sentencia, comentó: “Ahora bebemos Pepsi”.
Y es que emplear horas y horas buscando la inspiración es un despilfarro cuando puedes tener toda la que te dé la gana perfectamente presentada y empaquetada en los discos de los demás. No pasaron muchos meses hasta que Oasis publicó Whatever, el quinto y último single de su primer álbum Definitely Maybe, y a Noel Gallagher le volvió a caer encima otra demanda por plagio. Esta vez del músico, actor y escritor Neil Innes, que lo acusó de haber copiado la melodía inicial de su canción How Sweet to Be an Idiot. Como resultado, Innes parece en los créditos del single como coautor. Y escuchando ambas estrofas, parece lo más justo.
Claro que entonces vinieron unos meses de giras y presentaciones del disco y Noel tuvo tiempo para reflexionar. Aquella fiebre plagiadora que lo había poseído tenía que cesar. Oasis sacó al mercado su segundo disco, el exitoso (What's the Story) Morning Glory?, y con él llegó la siguiente demanda por plagio. No hizo falta esperar demasiado. La señalada era Hello, la canción que abría el álbum. Un juez determinó que Gary Glitter y Mike Leander, compositores del single de Glitter de 1973 Hello, Hello, I'm Back Again, debían ser acreditados como coautores, ya que el último tercio de la canción de Oasis, justo donde la letra dice Hello, hello, it’s good to be back, it’s good to be back era exactamente igual que el estribillo de la canción de Glitter, ese cuya letra es Hello, hello, it’s good to be back, it’s good to be back. No sólo coincidía la melodía, sino también la letra. Noel Gallagher se había superado a sí mismo y ya ni se preocupaba por ocultarlo.
A partir de entonces, sus sistema se repitió con muchas de las canciones de Oasis. Por ejemplo, el estribillo de la cara B del célebre tema Don’t Look Back in Anger, de nombre Step Out, es un calco del estribillo de Uptight, de Stevie Wonder.
El riff inicial de guitarra de Waiting for The Rapture, que se repite de fondo durante todo el tema, es idéntico al riff de «5 to 1», de The Doors.
La melodía de la voz de Noel Gallagher en (Get Off Your) High Horse, Lady es idéntica a la melodía de la voz de Tommy Tucker en el blues de 1973 Hi-Heel Sneakers.
El riff de guitarra de Clean Prophet, uno de los singles más conocidos de la banda The La’s, es el mismo que Gallagher utilizó para The Importance of Being Idle. Y ya hay que ser ingenuo para pensar que podías plagiar a tus vecinos y estos no se iban a enterar. O un caradura, sencillamente.
Incluso The Doors vuelven a ser objeto del delirio usurpador de Gallagher en Put Yer Money Where Your Mouth Is, cuya melodía de voz durante la estrofa reproduce sin miramientos la de Roadhouse Blues, atreviéndose el de Manchester a transformar el verso inicial de Jim Morrison Keep your eyes on the road, your hands upon the wheel en Put your money in your mouth and your hands right upon the wheel. Por si el plagio no era lo bastante evidente.
Cuando un tribunal condenó a George Harrison —aunque se reconoció que había sido un caso de criptomnesia, es decir, plagio inconsciente— por copiar la melodía de «She’s So Fine» de The Chiffons en «My Sweet Lord», Lennon argumentó que lo único que había hecho su excompañero era seguir el método compositivo habitual de The Beatles: elegir una canción muy buena y modificarla lo suficiente para que nadie se diese cuenta de cuál era la original. “Solo que George olvidó la segunda parte”, añadió John.
Tal vez a Noel Gallagher, reconocido admirador de The Beatles, se le pegasen algunas de las ideas de los de Liverpool en cuanto a métodos compositivos. El propio Lennon fue acusado de plagio por Chuck Berry a propósito de Come Together, que no sólo parece una versión acelerada de You Can’t Catch Me, sino que además reproduce fragmentos idénticos de la letra, como el verso “Here come old flattop”, con el que comienza la famosa canción de The Beatles (se encuentra alrededor del minuto 0:50 en el tema de Berry).
Cuando un músico decide construir parte de su obra sobre lo que otro ha creado antes que él, tiene dos opciones. O bien lo incluye en los créditos como coautor, cediéndole su parte correspondiente de los derechos, o bien altera tanto la pieza original que ésta se convierte en irreconocible. Sospecho que esa ha sido siempre la idea de Noel Gallagher, por muy bonita que sea la metáfora de la pesca. El problema, como le ocurrió al pobre Harrison, es que a veces se le olvida la segunda parte.