Hacen música ruidosa para niños grandes. Componen con el miembro, con la vena, con el testiculario, son autorreferenciales hasta el bánalo y si a alguien le ofende, oídos sordos: éstas son canciones anatómicas -de veras-, hablan con la carne, con el tendón y el tejido. Dicen que son "más libres que tú en el escenario" porque no son "ni un poco mercenarios". Han decidido -algo así como Wilde- que no hay palabras inmorales: sólo hay términos que le muestran al mundo su propia vergüenza. Sexy Zebras contesta -Gabi al aparato- mientras el cielo de Madrid revienta.
¿Qué hay que hacer para que cantar en castellano vuelva a molar? ¿Por qué reina este esnobismo en el que parece que la vida en inglés suena mejor?
Nosotros no cantamos en inglés, en parte, porque no sabemos inglés (risas). Si supiésemos expresarnos y decir lo que nos sale de los huecos cantaríamos en ese idioma o en cualquier otro. En realidad, toda la música que hemos escuchado siempre ha sido en inglés, y de algún modo nos saldría natural, pero al no manejar el idioma decidimos cantar en español. A veces también lo mezclamos. Lo importante es que cantar en un idioma sea por una cuestión artística y verdadera, más que por moda o esnobismo. Me gustaría cantar hasta en turco si supiera.
¿Quiero follar contigo es la declaración de amor contemporánea?
Sin duda, sí. Quiero follar contigo es la declaración de amor de 2017. Es así exactamente como hay que leer la canción y olvidarse de palabra “follar” y escandalizarse tanto con ella, porque todos lo decimos y todos lo hacemos. Es una canción de amor, es una canción de traición a uno mismo y es una canción simplemente de cosas que pasan en la vida, es como un cuento de nuestros dos últimos años de gira. En ese tiempo los tres hemos vivido situaciones personales locas y entendimos, a nivel de banda, que había que retroalimentarse un poco con el amor.
¿Por qué se criminaliza tanto el sexo si, al final, es lo que deseamos hacer con la persona amada? También en el pop se hacen referencias sexuales, aunque metafóricas, y parece que ahí no chirrían tanto.
Totalmente. Es muy sencillo apoyar a un reguetonero que dice “vamos a hacerlo los cuatro”, “hazlo sucio” y “eres una perra”, pero de repente decir “follar” es escandaloso y no puede entrar ni en una radio comercial. Sin embargo, un reguetonero puede tratar mal a una mujer, puede pegarle, ser un puto cobarde y no pasa nada. Nosotros decimos “follar” y se lía. La doble moral es una mierda en todo, y aún más en algo tan absurdo como una palabra, no lo entiendo.
¿Cómo afrontáis los tiempos de corrección política? ¿Por qué parece que ahora la música tiene que ser ejemplarizante?
Cuando hacemos música, simplemente, no la hacemos para dar lecciones a nadie. El término “corrección política” es gracioso, ¿no?, porque los políticos son los menos correctos y los que nos engañan a todos.
Pero ¿qué pasaría si se os dijese “cuidado, los niños también escuchan vuestras canciones y habláis de Marihuana”?
Evidentemente no hacemos esa canción para que a un niño le inspire la marihuana ni para que ningún tío se sienta ofendido. Decimos “drogarnos” porque es lo que nos ha pasado a nosotros, lo hacemos para nosotros, somos nosotros los que fumamos marihuana y contamos nuestra historia y nuestra visión de las cosas. No podemos contarte otra. Se forma un escándalo cada poco por la letra de alguna canción, pero me parece que con lo empanados que estamos, lo poco verdaderos que somos y lo poco que compartimos, que una banda incomode es hasta sano.
En algún momento es normal que nuestro speech chirríe, pero ¿sabes por qué?, porque nosotros también estamos incómodos. Componemos incómodos, estamos rabiosos frente a situaciones, y nos gusta decir cosas que nos liberen frente a eso. Pero no vamos a caer en decir “comer” en vez de “drogarme” o “besar” en vez de “follar”. La incomodidad va en el mensaje, no en el lenguaje.
¿Cuáles son las palabras que más chirrían en España?
Pues mira, nosotros hemos llamado a un disco La Polla y la gente como “¡Dios! ¿Cómo vas a llamar a tu disco así…?”. Y eso que no ha habido mucho feminismo que haya saltado en cuanto a lo de “polla” ni nos haya tachado de machista. Yo soy un hombre, tengo polla y he hecho un disco con la polla; si fuera una mujer lo habría hecho con el coño. Es puramente normal. Nos han pasado cosas ridículas con esto. Por ejemplo, en entrevistas, que el entrevistador nos dijese “el nombre decidlo vosotros, que yo no lo puedo decir”, o nos han puesto problemas en la radio. Son cosas que nos sorprenden mucho. Creía que estábamos en 2017.
¿Creéis que después del franquismo vivimos una época de liberación sexual -el destape, y todo esto- y ahora estamos viviendo un retroceso hacia la mojigatería?
Evaluar ahora mismo la sociedad es difícil, pero mi sensación es que nos estamos volviendo en general más vagos, menos combativos, más narcotizados… estamos menos concentrados en las cosas importantes, me da la sensación de que eso es lo que pasa. Es más fácil que la gente acate órdenes, que se calle, que prefiera no tener problemas, que se acomode a vivir una vida de mierda, una vida banal y no se de cuenta… hay un punto de complacencia que nos parece muy hipócrita y no nos gusta. Tampoco es nuestra batalla, no hemos venido aquí a predicar, sino a hacer música. Es curioso, pero a veces uno piensa algo como “cómo molaban los tiempos en los que la gente era más libre y había más diversidad en casi todo”.
¿Creéis que los artistas están asustados por si dan un patinazo machista en su trabajo?
Absolutamente. Los artistas están acojonados por si las feministas saltan, y la pena es que la única verdad de un artista es eso, decir lo que le sale la punta de la polla. Cuando nosotros llamamos a nuestro disco La Polla no es sólo por la gracia de “este disco es la polla”, sino por una movida metafísica y karmática que hemos sentido en nuestras energías, en nuestro caminar de los últimos años. Hemos compuesto con una energía masculina en plenitud, hemos tocado como es el hombre en todos los aspectos: triste, contento, rabioso, excitado, confuso… no lo hemos sentido en la cabeza ni en el corazón, lo hemos sentido los tres en nuestro órgano más primitivo y salvaje.
“Somos leña para la máquina”, decís.
Sí, la máquina es el sistema, desde luego, la máquina somos todos. No nos vamos a engañar, todos formamos parte de esto. ¿Qué hacer? Parece populismo, pero lo que puedes hacer es intentar ser lo más libre posible, y yo no sé llegar a la libertad si no la busco en lo que yo quiero. El camino de intentar ser lo menos leña posible es procurar estar tranquilo con tus decisiones, ser consecuente con lo que hagas, ser valiente con tus proyectos… no encuentro otra forma de hacerlo yo.
¿Por qué agoniza en España la canción protesta?
Porque es incómoda y porque hay mucho miedo.
¿A quién?
Hasta a las feministas.
Y eso que no hay armas de por medio (risas).
Pues fíjate (risas). Las feministas son maravillosas, porque defienden lo que ellas creen lo que yo también creo, desde luego, pero con esto quiero decir que hay mil millones de movimientos a los que no hay que tenerles miedo y aquí se les tiene. Por eso creo que la gente habla de banalidades y mierdas, y lo mismo es lo que quieren escuchar: cosas que no les hagan sentir incómodos. Si te pones a escuchar, te das cuenta de que los 50 hits de hoy de la radio no hablan de nada. La única responsabilidad que tenemos los artistas es decir la verdad, transmitir la nuestra y que pasen cosas, generar… me preocupa pensar qué escuchará mi hijo.
¿Algún artista irreverente de la escena española?
Los Punsetes nos molan, no les conocemos y su música no la hemos escuchado toda, pero hace poco leímos una entrevista de ellos que nos gustó mucho, son diferentes e incómodos.
¿Es natural que la cultura vaya a la contra?
No, la cultura no es ir en contra. Ir en contra es destruir, que es muy bueno, pero para mí la función del arte es crear. La cultura siempre tiene que ir en pro de la sociedad. Desde luego, con los políticos de mierda que tenemos, hay que protestar. Tenemos que intentar vivir mejor. Y si hay que decirles “hijos de puta, no nos robéis”, se les dice.
¿Quién es la Marca España para Sexy Zebras?
Nosotros mismos somos bastante Marca España. Siempre que vamos a México, a EEUU o a donde sea decimos “coño, somos españoles”, muy orgullosos de haber nacido en España. Sería una pena que eso se perdiese por temas de derechas contra izquierdas y luchas con poco sentido. Nos importa bastante poco. Nos gusta quiénes somos y de dónde venimos, no nos sentimos una generación perdida de gente que no hace nada y que es vaga, como muchos dicen.
En Salvajes, decís “lo pone todo en los libros, los ricos comen primero; como tú y yo somos pobres, vamos a querernos”. ¿Hay música de pobres y de ricos? ¿Qué pensáis de un fenómeno como Taburete, los nuevos Hombres G., a los que llaman “música para pijos”?
Eso de música de pobres y ricos es la mayor gilipollez que he oído en mi puta vida. La música es para todos, además, la música no es tuya, ni mía, ni de Taburete, ¡es de todos’, y lo que hacemos sale de nosotros pero lo lanzamos al mundo, y es de quien lo escucha, da igual que tenga diez millones de euros o diez céntimos. En cuanto al tema del márketing y la mercadotecnia de posicionar tu música en un nicho muy concreto, tan concreto como son los “niños pijos”… es una ridiculez para el creador, igual que lo sería hacer música sólo para negros, o sólo para gays.
Pero es indudable que existen identificaciones entre la música y la ideología. Por ejemplo, nadie diría que la música de Bertín Osborne es de izquierdas.
Claro, Bertín Osborne es una persona, una persona que se llama Bertín y se apellido Osborne y será de derechas, pero el individuo es una cosa y su música es otra. Si yo dijera mañana que soy neonazi, a lo mejor la gente se aleja y tal, pero el neonazi seré yo, mi música no será para neonazis, la música siempre será para el mundo. La música es de la peña que la quiera.
En el vídeo de Hijo de puta Trump muta en Hitler.
Sí, Trump se parece bastante a Hitler lingüísticamente, pero aún no ha sido tan hijo de puta, seguramente pronto nos dé una sorpresa. Quizá en 40 años miremos hacia atrás y sepamos que ahora está siendo un hijo de puta tan grande como Hitler.
¿Y quién es el nuevo Franco?
Lo bueno es que ahora el negocio de los totalitarismos no va por el lado político, sino por el económico. Creo que Franco se parece más hoy a los poderes económicos que manejan los poderes judiciales, a la policía y al contrabando. Los nuevos ‘Franco’ se mueven por la dictadura de la pasta, y de la pasta mal entendida, porque a mí me parece estupendo que alguien gane millones, pero sería interesante que esos millones sean legítimos y transparentes.