Cuando el río suena... Rozalén lleva. La historia de María de los Ángeles es la historia de España: familiares en fosas, abuelas que acogen a vascos rebeldes en años de dictadura, padres curas que se salen de la Iglesia por amor, juicios rápidos en los pueblos pequeños, fantasmas que se te quedan mirando cuando escribes. Una familia honrada y valiente a la que ella ha salido clavaíta.
La cantautora ahonda en sus raíces cargada de dignidad y documentación y el resultado es este disco con nombre de refrán, folclórico hasta la víscera, espinoso y henchido de conciencia. Ahora que la comodidad es, más que nunca, un colchón blando de extremocentrismo, Rozalén se la juega y canjea la rabia en arte.
La puerta violeta es puro feminismo. ¿Por qué cree que a día de hoy hay tantos artistas a los que les cuesta reconocerse como feministas?
A mí también me pasaba. Y eso que en Psicología me especialicé en Psicología del género. Pero creo que siempre ha habido un conflicto de términos y ahora es momento de cambiar las cosas. Por eso lo de “entrar en la puerta violeta”, entrar en esa dimensión. Me he dado cuenta de que me tengo que posicionar. Cuando me pregunten “¿eres feminista?”, tengo que decir: “Claro, ¿¡tú no!?”. Porque es igualdad y porque hay muchísimas cosas que hay que seguir mejorando en todo el mundo y en este país también, se nos siguen exigiendo muchas cosas a las mujeres que a los hombres no, y siguen asesinando a mujeres. Es un problema gordo.
No podemos mirar hacia otro lado. La canción habla, en realidad, de una regresión consciente que me hicieron a mí, todo muy místico (ríe). Son imágenes a las que mi cabeza me fue llevando para que entendiese ciertas cosas. Pero de verdad que la puerta que yo pinté era de color violeta; el prado verde eran Los Pirineos, que solamente estuve una vez, pero se ve que se me quedó muy clavado… y cuando me puse a escribir la canción, pensé que debía compartir esas imágenes porque es una canción que cada uno puede llevarse a donde quiere, es muy sutil lo del feminismo, pero quien lo quiera ver, lo ve claro.
¿Ha experimentado algún tipo de prejuicio por ser mujer; o algún obstáculo al que crea que sus compañeros de profesión no han tenido que enfrentarse?
He sentido las dos cosas, porque en mi ambiente son casi todo hombres y también he sentido que resaltaba por eso. No puedo hablar mal de mis compañeros, siempre me he sentido muy respetada por ellos, pero a la vez, con el público… a mí al principio,c cuando empecé en la música, me hacían comentarios del tipo: “¿Perdona? Eres una tía normal y corriente. No eres ningún pibonazo”.
Pero, ¿y esa desfachatez?
Sí, y con mucha más mala leche. ¿Por qué me juzgan a mí por esto…? Hasta en los photocall. Al principio lo pasaba fatal, porque sabía que iba a haber medios que iban a hablar de cómo iba vestida. Ahora ya me lo tomo de otra manera, me divierto, me mola la moda, me gusta verme bien, hago deporte porque me sienta bien… y si me pinto la raya del ojo es porque yo quiero. Pero sí, sí, te das cuenta de que hay mucho machismo en ese sentido.
¿Cuál es su opinión sobre el contenido machista de las canciones? Siempre se ha criticado el reguetón, pero últimamente se están cuestionando hasta temas de Sabina. Fue el caso de Contigo, de la que decían que reproducía roles de género. Eso de “tú estás en la casa y yo espérate, que ya veremos”.
Claro… yo cuando vi eso de Sabina, dije “a ver...”. Porque yo soy feminista pero muchas veces he comido mierda por un tío, y lo cuento en las canciones: que he besado el suelo y me he arrodillado ante un tío, ¿sabes?, y eso no significa que yo deje de ser feminista. Sólo que mira, caí en esto. Y lo comparto. Este tema lo he hablado con un montón de amigos autores. Que si a Sabina le quitas esto… le quitas el ser callejero, el hablar de bares, de alcohol, de la mujer de esa manera… yo he estado con Sabina y es un tío que echa piropos, pero a mí no me resulta nada machista. Me resultan más machistas otras miradas, de éstas de arriba a abajo… que no son tan elegantes como él. Yo lo defiendo. Y defiendo la libertad de expresión y la poesía. A mí me pasa. Llega un momento en el que le das mil vueltas a las canciones para no molestar a nadie.
Y si nos ponemos ejemplarizantes todo el rato, coartamos libertad artística.
Exactamente. Pero es que luego ya está el otro extremo. A mí hay letras de reguetones de ciertos latinos que sí que es una falta de respeto máximo.
¿Cuál recuerdas, flagrante?
Bueno, cuando te están diciendo “perréame”… Joder. Que si “estoy con todas vosotras...”.
Cuatro babys.
Será, es que tampoco lo he escuchado mucho. Porque no me interesa. El límite no sé dónde ponerlo, sinceramente. Yo entiendo que alguna mujer me diga “es que esto que dice Sabina me molesta”, pero a mí no me molesta eso, lo otro sí. Porque creo que es un tono muy diferente, y que en el reguetón no hay poesía.
Hablemos de la canción Justo. Cuenta una historia ambientada en la Guerra Civil y en la leva del biberón.
Mira, yo he vuelto a creer en los fantasmas, después de lo que me ha pasado con él. Es mi tío abuelo, yo he crecido con esta historia en mi casa. Mi abuela me relacionaba mucho con él, porque él cantaba. Ella tenía diez años cuando a él se lo llevaron a la guerra, y fue el único que no regresó al pueblo. Este dolor siempre ha estado en mi familia, mi abuela se acuerda perfectamente de todo: cuando le dieron una carta de vuelta, que eso ya significaba que algo le había pasado; ese mismo día llegó una carta del compañero diciéndole a su madre “mamá, a Justo lo han matado”, y bueno, la gente recuerda a mi bisabuela bajando por la cuesta gritando “canallas, me lo habéis matado”… fue un grito que perduró mucho tiempo.
Entonces yo me obsesioné con él hace dos años y empecé a indagar mucho sobre él, a preguntarle mucho a mi abuela… tengo entrevistas en mi teléfono de horas, porque se acuerda de todo ella, es tan bestia (sonríe). Y me pasaban cosas muy raras. Yo escribía la canción y me entraban unos escalofríos muy raros. Yo no paraba de decirle a mis amigos “macho, llevo un fantasma en la nuca”. Y después de eso mi compañero, Dani, me presenta a Emilio Silva, que es el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, y me dijo Emilio “pues dame los datos de tu tío abuelo por si alguna vez tenemos a alguien que quiera investigar sobre esto”.
Y el 1 de noviembre, el día de los muertos, recibo un Whatsapp de Emilio y me dice “María, no te lo vas a creer, pero Justo está registrado en una fosa común en Arganda del Rey con otros doscientos y pico soldados de la Batalla del Jarama”. Imagínate el momento de llamar a mi abuela. Yo que en Psicología había estudiado las fases del duelo y qué ocurre ante un desaparecido, que no se cura nunca, pues claro, cómo no voy a contar eso. Yo no sabía qué hacer con la canción y esto me dio el final perfecto. Yo soy un canal y Justo ha querido contar eso. Muchas frases de la canción son frases de mi abuela. Mi abuela dijo “antes de morir le tengo que llevar una flor”…
¿Y por qué cree que al PP no le interesa hablar de Memoria Histórica ni resarcir a las víctimas?
No lo sé, porque no es inteligente, ni terapéutico, ni nada, porque mira lo que está pasando: la gente se está volviendo a radicalizar. Y eso es porque no se habla de dónde venimos, y porque ha pasado hace muy poco tiempo. Entonces… quizá no lo sepan. Quizá el PP no sepa que cuando no hablas de Memoria Histórica, estás haciendo que se pudra y que huela mal, y que no se cure, pero si se habla… mira, yo ahora hablo con los nietos de abuelos que fueron contrarios en la guerra, que mataron a los míos, y nos queremos. Y sabemos que nuestros abuelos se mataron unos a otros, y nos abrazamos.
Por eso hay que hablar. Estas canciones las he hecho más pensando en el que no opina como yo. Porque yo creo que alguien que diga todo eso… y escucha esta canción… no me puede decir nada. Está contada desde la historia personal. ¿Qué me va a rebatir? Y si no se alegra de que se encuentre a un desaparecido, tiene un problema.
¿Franco está muerto o aún pulula por aquí…?
Franco está… están en altos cargos los mismos que estaban. No ha muerto. En absoluto. ¿Has visto El Rey, la obra de Alberto San Juan?
No, cuénteme.
Entiendes tantas cosas… fui a verla y salí loca. Había cosas que sabía y la gran mayoría que no. Aquí está todo tapado. Viva Alberto y el Teatro del Barrio, y Willy Toledo, cuando no se pone cafre (ríe).
He leído que una de las canciones, Amor prohibido, se la dedica al romance de sus padres, porque su padre fue cura durante diez años.
Diez años… yo vengo de una familia católica practicante, y lo siguen siendo: son súper creyentes. Y yo, de la Iglesia que conozco, no puedo hablar mal, aunque esté de moda hablar mal de la Iglesia. Yo canto porque empecé tocando en un coro de Iglesia, con un cura de barrio súper progre. Ya te digo, y he hecho Cooperación… e increíble, eso sí, cuando fui a El Vaticano no entendí nada. Y por desgracia, yo ya no creo, aunque haya vuelto a creer en fantasmas. Mi padre era sacerdote de vocación, aunque antes había muchos que se metían para estudiar, pero él no, él estaba convencidísimo. Y cuando llegó a Letur, el pueblo donde todo sucedió, el primer ser vivo que vio fue a mi madre. Mi madre llevaba una lata de dulces al horno… es la mayor de seis hermanos. Son familias muy humildes, las dos. Años después sería la madre de sus hijos.
Mi padre fue de los primeros sacerdotes que se salió, y claro, para ellos fue muy duro por las críticas. A mi madre le dijeron absolutamente de todo, a mi padre imagínate…
Esto, ¿qué año era?
Pues mi padre dio la misa el día que murió Franco… setenta y largos. Ellos se casaron por lo civil en el ochenta, celebrándolo en una iglesia. Y ya años después, que ya mi hermano y yo estábamos bastante crecidicos, les llegó la orden del Papa para poder casarse por la Iglesia. Eso fue un paso que dio la Iglesia mucho más tarde. Mis padres no me hablan casi nada de esto porque se avergüenzan.
Es una historia bellísima y valiente.
Es bellísima, pero a mi madre le llegaron a tirar piedras en el pueblo.
No me lo puedo creer…
Sí. En unas fiestas. Le dijeron de todo. ¡Por haberse enamorado! Es un tema delicado, pero mis padres ahora son muy queridos, en el pueblo y en Albacete. El amor manda. Él sentía que estaba siendo infiel a Dios, pero se había enamorado, porque el ser humano se enamora, y tiene sexo, y esas cosas… que son tan sanas.
¿Es necesario el voto de castidad para concentrarse en hacer el bien y ayudar a los demás? Es decir, ¿tiene sentido el celibato en 2017?
Pues no. Claro que el celibato no tiene sentido en 2017. Y en la gran mayoría de las religiones, los sacerdotes se casan y no pasa nada. Los amigos que tengo dentro de la Iglesia y defienden esto, sí que dicen que de esta manera se está más entregado a la causa y tal, pero no me parece sano a nivel humano, porque cuando te reprimen, después suceden cosas.
El hijo de la abuela. Entiendo que el protagonista nació en Euskadi, en un momento en el que, según canta, todo “era complicado si tenías ideales y hacías mucho ruido”. Su único crimen, dice, “es el pensamiento libre”.
Éste es el tema más delicado. A ver. Primer asesinato de ETA: Melitón Manzanas. Esto fue en el 68. En El País Vasco, toda la gente que estaba fichada por cualquier cosa (por haber repartido propaganda, por poner en una pared ‘independencia’, por juntarse con gente en Asamblea… ese tipo de crímenes)… con esa excusa, cuando sucede este asesinato, cogen a cientos de vascos y los encarcelan, los torturan y los destierran. Y de esto no habla casi ningún libro de Historia de España ni nadie conoce nada. Yo lo conozco porque uno de éstos, Miguel, llegó a casa de mi abuela.
A la gente que podía “molestar” la desterraron a tomar por culo: de Donosti a Letur, imagínate, en el 68. Nadie sabía lo que era ETA. Estaba naciendo. Miguel llega detenido a Letur. Lo pasean por el pueblo a ver quién lo acoge. ¡Pues nadie lo acogía! Mi abuela sí que hospedaba a gente en casa, y a ella le dijeron: “Ángeles, tiene que quedarse con él...”. Antes no se daban explicaciones de nada de nada, y la gente tampoco tenía la ocasión de justificarse. Mi abuela siempre dice que lo presentaron como un etarra. Miguel tenía 20 años. Ella lo miró y le preguntó: “¿Tú tienes madre?”. “Claro, señora”. Y dice ella que le dio un puñetazo en el pecho, una intuición, un algo, y pensó “ay, Dios mío, si esto le pasa a algún hijo mío”. Mi abuela es una punki (risas). Ella sintió que era un hombre bueno, y le dijo “pasa para acá”.
Todos los días tenía que fichar en el cuartelillo, y a mi abuela la criticaban un montón, le mandaban anónimos por debajo de la puerta… cuando en los periódicos empezaban a poner “nacimiento de una banda terrorista”… pero bueno, se demostró que él no había hecho nada malo, aunque ya lo habían torturado y todo. En la dictadura se pasaron con todo el mundo, pero con los vascos se lucieron. Luego a Miguel lo enviaron a la mili, y se salvó. Al cambiar la dirección, mi abuela y él perdieron el contacto durante casi cuarenta años… y hace dos años, a través de una amiga mía de Donosti, encontramos a Miguel. Le contamos la historia, se quedó flipando, hizo cuatro llamadas y dio con él. Y a mí en la anterior firma de discos, se me presenta un señor con toda su familia, con lágrimas en los ojos, vasco, vasco, vasco… y me dijo “María, que soy Miguel, el hijo de tu abuela”.
Ahí está el título de la canción.
Efectivamente. Y ya Miguel me contó todo: la represión brutal que sufrió él y tanta gente que no lo merecía. Él tiene una hija de cuarenta y pico años que no sabía nada de esto. Y esta semana santa vinieron a Letur, nos hemos vuelto a reencontrar. Él aún tiene miedo, le cuesta contar algunas cosas. Es un tema muy delicado, es el principio de ETA y me quedo con la historia que puede estar relacionada con los refugiados de ahora. Mi abuela me ha enseñado: “acoge sin prejuicios”, porque ella se llevó una historia de amor brutal. Un hijo más.
Usted es una persona muy libre. He leído entrevistas en las que decía que está orgullosa de ser española pero también se siente ciudadana del mundo. ¿Cree que Cataluña tiene derecho a la independencia o al referéndum?
Es que Cataluña es casa para mí también. Toda mi familia emigró de Letur a Terrassa. Tengo a media familia allí, en Cataluña. Yo creo que tienen derecho a la independencia, tienen derecho a opinar, pero que se debería hacer de otra manera.
¿Se refiere a que están fallando las formas?
Sí, están fallando las formas, pero de unos y de otros, porque si hay más apertura al diálogo se pueden llegar a acuerdos. De esta manera… uno lo hace de forma ilegal, otros ensalzan una Constitución que, oye, ¡la hicieron hombres!, no la hizo ningún Dios. No entiendo por qué no se puede tocar. Pues claro, ahora pasa esto: se está radicalizando la gente. Yo me siento española, me siento catalana, me siento serrana, manchega… y creo que la gente se debería relajar más con todo y sentarse a hablar, y ver qué se puede solucionar, pero sin una verdad como bandera. A mí si se quieren independizar… me daría pena, pero tienen que elegirlo ellos.
¿No cree que esa decisión tengamos que votarla todos los españoles?
No sé, es complicado. Es que si votamos todos, no se van (risas).