Cuenta la leyenda que, hace unos años, en Bilbao sólo había una forma de amansar a los niños cafres que volvían en autobús del colegio a casa a la hora de comer: poniendo Soldadito marinero. Se escuchaban los primeros acordes en la radio del conductor y los críos asalvajados se miraban entre sí, cómplices, y dejaban la gamberrada para después, sellando los labios.
Amor transgeneracional, por lo menos: dice un amigo del norte que los chavales ya crecidos, cuando conocían a una futura novia, lo primero que le preguntaban era "¿escuchas a Fito?", como diciendo: "A partir de aquí, construimos". El señor Cabrales es una culebrilla vitamínica y deslenguada que conserva el pecho lleno de alegría y un cordón umbilical que le ata a la guitarra. Se descojona, mueve las manos, pone voces: pulsa constantemente la vida porque ya ha entendido que se la merece. Habla con honestidad irrefutable de amor, poética, política, música y otras drogas. Los hombres libres no tienen temas tabú, y Fito no le teme al diablo, ¿no ven que no puede arder?
Es la resistencia del rock que nos queda, aunque en España el éxito siente fatal -vaya por dios- y los puristas no le perdonen el tránsito de Platero a Fitipaldi. Con él paladeamos el cigarrito y el whisky barato y el día después, con dignidad, asumimos la lengua marrón y el ojo de serpiente; con él diseccionamos la falta de voluntad y el exceso de vicio y aprendimos que escribir es, sobre todo, no disimular. Ahora recoge veinte años de su vida en Fitografía, un disco que es como mirarse por dentro, con toda la víscera, la memoria y la belleza. Lo dice él mismo: "Es tan frecuente como extraño: si no puede hacerte daño, no te hará feliz".
Oye, macho, qué pregunta. No sé si alguien me ha preguntado alguna vez eso. Qué tengo de mi padre y qué de mi madre. Pues todo lo que tengo es por ellos. No lo sé. Quizá si tengo alguna habilidad musical es por mi madre, porque mi madre era muy artista, y quizá todo lo bilbaíno que soy es por mi aïta, que era un señor de Bilbao de pies a cabeza. Ya lo dije: soy todo lo que me pasa. Soy ellos. Hasta que pude caminar ellos me cuidaron.
Sí que fui camarero en un prostíbulo, ¡sí, señorita! Lo que pasa es que "prostíbulo" no me gusta, yo lo llamo "barra americana", aunque en el fondo es lo mismo. Tiene menos rollo y menos glamour de todo lo que puedas imaginar. El otro día me decía Joaquín Sabina: "Lo que más me gusta de ti es que trabajaste en un puticlub", ahí, partiéndose el culo (risas). Yo en ese momento simplemente no tenía trabajo, me llamó mi padre para hacer una sustitución, porque se iba un camarero un mes, en verano, y yo estaba pasando un momento malo, estaba en Málaga viviendo... fui a trabajar para un mes y me quedé tres años. Imagínate si era buen camarero.
Pero yo en el fondo era un chavalillo que estaba recién salido de la mili, tenía veintipocos años, y llegué a un sitio donde las chicas no eran tan chicas... no tenía nada que ver, luego sí vi el cambio ese de cuando empezó la trata de blancas. Y ya venían chicas jóvenes y tal, tristísimo. ¡Pero yo cuando llegué, eran todas unos mujerones, una de Burgos, otra de no sé dónde, eran señoras, señoras, y yo un chico de 20 años al que le ponían bien la corbata! Lo viví de forma diferente, porque joder, yo era pequeño, y aquello ¡era un sitio carísimo!, y yo ahí, firme todo el rato... no te imagines que yo viví allí una película de California (risas). Eran todas encantadoras.
Todos los músicos que hemos empezado de chavalillos hemos empezado en bandas con amigos que tenían gustos afines musicales a los nuestros. Yo conocía a uno de los Platero, a Juanchu, porque éramos vecinos de críos y yo me fui de Bilbao y le perdí la pista, pero cuando volví de Málaga le retomé la amistad. ¡Eso que decías de mi padre! Pues mi padre todo el rato me decía "joder, por qué no vas un día a ensayar con Juanchu y tal", y yo era muy cortado, y "no, no.., tengo trabajo". Lo hice gracias a mi aïta. Fíjate si le debo a mi padre cosas. Total, que fui un día y me dijeron: "¿Sabes tocar algo de Los Leños?". Y yo: sí, sí, me sé alguna canción... empezamos a tocar y ahí empezó Platero. Todos teníamos un trabajo, un trabajo de mierda, claro, y no nos costó mucho dejarlo para apostar por la banda (risas). No éramos neurocirujanos, no. Y mi jefe en hostelería era de esos que decía "¡puta madre!", y escupía al suelo, así que tampoco le podía pedir librar sábados o domingos para irme a tocar por ahí. ¡Y hasta hoy, mira!
Nací en 1966, sí. Tengo recuerdos grises oscuros, claro, porque crecí con Franco allí. Yo formaba en el patio con el brazo así, ¡ras!, como luego formé en la mili. Recuerdo Bilbao... yo todo lo entendí después, pero me parecía que Semana Santa con el Régimen era lo más triste del mundo. Era música en la radio todo el rato, o militar o cosas de la iglesia, ¿sabes?, no podías ir por la calle con una puta camiseta roja, era todo feísimo, muy feo, horrible. Soy de Bilbao pero no hablo euskera, porque claro, no se podía, estaba prohibido. Hombre, si tus padres hablaban euskera, tú hablarías un poco Euskera en casa, pero es que estaba prohibido por Franco. De vez en cuando, de tapadillos, nos enseñaban canciones en Euskera, pero yo en el momento no era consciente de eso. Es flipante. Yo tengo tres hijos. Y le cuento a mis hijos que tengo recuerdos de infancia temprana en una dictadura, ¡que yo viví una dictadura!, que no la sufrí por represión pero sí la viví, y ¡flipan! También flipan cuando les digo que hice la mili. Parece que están hablando con el Capitán Trueno (risas). Me dicen "aïta, ¿tú? No te veo".
Respondiendo a tu pregunta, pues ésa es la imagen que tengo de los años de Franco. No se parece en nada a Jamaica, o a una vida de colores, o a California en la época hippie, no, es todo lo contrario. Yo tengo muchos amigos en Guernica, imagínate qué cambio... Guernica en los años en los que aún estaba Franquito aquí, y un chaval que se va de una aldea de Guernica, y se pira, y van todos los pelotaris a jugar a Florida, y llegaban ahí y veían bikinis, y porros, y sol, y coches grandes, y libertad, y LSD, y ¡la hostia! Y ahora son amigos que tienen sesenta y pico años, y han vivido increíble. El cambio que supuso para ellos... que no salían de Madrid, sabes, que salían de Guernica. Y de repente, a currar a Florida.
Que cómo es ser un adolescente vasco en los años del plomo de ETA. Es increíble, porque estaban sucediendo muchas cosas. Igual que La Movida estaba en Madrid y en Vigo tenían la suya, en Bilbao estaba el rock radical vasco, estábamos copiando lo que había sucedido hacía diez años en Londres... había una ebullición de mogollón de cosas, las primeras casas discográficas, las alternativas, los fanzines, pero en lo que se refiere a la violencia del terrorismo, pues, joder, yo creo que los humanos normalizamos. No está bien, pero normalizas. También es verdad que es lo más humano que puedes hacer. Tienes que seguir, sí.
Yo tenía conocidos, no amigos, pero sí conocidos, que decían "yo no voy a Bilbao, que ahí estáis con la metralleta". O sea, pensaban eso... también por culpa de los medios de comunicación, igual que ahora con Cataluña. Bueno, ahí no existe conflicto armado, en Euskadi sí, pero me refiero a que siempre se puede alarmar a la gente o no alarmarla, y yo creo que todos los gobiernos juegan con ese punto de alarmarnos, de "quiero más seguridad".
Con el 11-S fue acojonante. Y todos decíamos "no, que no se pueda meter esta botella de agua en el avión me parece bien", y estábamos contentos de que hubiese más policía... pero vaya, que yo no siento esos años de ETA como años de gran inseguridad. Yo no pensaba al salir de casa si había un coche-bomba, ¿sabes? Queríamos normalizar nuestra vida. Vas de casa al trabajo y lo que te preocupa es eso, y si tu niña tiene una enfermedad, te preocupa la enfermedad de tu niña.
Me preguntas por el amor y no sé si es genérico, porque te puedo hablar del amor por el LSD (risas). ¿El de pareja? Pues he cambiado de visión sobre lo que es una pareja. Cada uno tiene la relación que le da la gana, pero siempre ha habido una especie de trato, tanto por parte de la mujer como por parte del hombre, de "tú me perteneces". Eso nunca lo he entendido. A mí me pregunta mi mujer, "¿por qué no te pones celoso nunca?", y no, la verdad es que no, porque yo no siento que me pertenezca. ¿Por qué uno puede llevarse bien con cualquier amigo? Porque puedes aceptarlo todo de esa persona, con sus defectos, y todo, tú seguro que a tus amigos les aceptas todo, pero a tu pareja, a veces, no. En cuanto hace algo nimio... pues parece que enseguida se lo echamos en cara.
De chaval es verdad que dices "voy por Laura, voy por Eva; no, por Eva voy yo, no me hace caso, ay qué trauma", y nadie te explicaba nada, porque nuestros padres no nos explicaban nada... y todavía hoy decimos "mi" mujer, o "mi" marido, o "mi" novia... ¡ay, la hostia, la posesión! Eso es un grave error. Lo único que he aprendido del amor es, quizá, que no somos de nadie y que nadie nos pertenece. Que yo esté casado con alguien no quiere decir que me pertenezca, ni yo pertenezco a nadie. Tengo más lazos con cualquiera de mis hijos que con cualquiera de mis mujeres, muchos más, mis hijos van a ser para siempre, y mi mujer, no lo sé. ¡Espero que sí, pero no lo sé!
¿Que qué importancia tiene el sexo en la vida? Mira, pues hay personas más o menos sexuales, pero ¿la verdad?, todo. Esa llamada sexual es la que nos hace proseguir como seres, evolucionar como especie... si no estamos todo el rato en celo, joder. Los chicos todo el rato. ¡Tetas!, vemos tetas todo el rato, y cuanto más viejo te haces, más tetas ves (risas). O labios, ojos, o lo que quieras.
Me preguntas que cómo es divorciarse de las drogas. Bueno, yo me puedo permitir ironizar sobre las drogas porque nadie me va a decir "hijoputa, tú como no has tenido problemas...", no, yo he tenido muchísimos problemas. Y siempre intento explicar que hay un momento de tu vida en el que vas a tener que elegir. Al principio tienes 20 años, o 30, y todo te sienta bien, pero con 40 o con 50 tienes que elegir tu camino y ya no tienes tanto tiempo de reacción. A mí me pasó... y salí de la clínica. Me dio tiempo a rehacer mi vida, a replantearme si quería seguir con la música y si quería estar bien. Pero si me llega a pasar ahora, igual ya no tengo tanto tiempo, ¿sabes? No obstante, yo creo que uno es drogadicto de por vida: la verdad es que yo hago un esfuerzo por no drogarme, aunque me ría mucho con estas cosas. En cuanto algo me va mal, digo ¡hostia...! Pero hay problemas mucho más serios. Un problema serio es que te digan que tienes cáncer. Y aún así, también tienes que tirar. Con las drogas cada cual tiene su terapia.
A mí me resultó más fácil porque tenía la música, pero también hay gente que no tiene nada. Ni una pasión ni oportunidades. Porque si tú lo quieres dejar pero estás enganchado y en tu casa todo es un desastre... no tienes trabajo, no tienes dinero, y eso te está comiendo todo el rato, porque sin eso no funcionas... pf. Yo tuve una gran suerte. La psiquiatra me dijo "pírate de gira". Salí de la clínica y me pegué una gira de cien conciertos. Ahí empecé a desintoxicarme, pero me metía más pastillas que cuando me drogaba, estaba todo el día, te lo juro. La de las dos y media, la de las tres y cuarto, y luego, la prueba.
El mánager polaco tenía que llamar todos los días a la psiquiatra para hacerle un informe. Un Cristo del copón. Hay otra gente que se va a casa, y yo me fui por ahí... y luego tienes recaídas todo el rato. Cuanto más tiempo pasa, aprendes a controlarlo, pero esto es un mensaje para navegantes: que salgas de una clínica no significa que tengas tu vida rehecha. Ahí te han cogido, te han puesto las baterías nuevas y ya está. ¡Pero somos capaces de joder las baterías 70 veces! Es una cosa muy personal: depende de la cultura, de los amigos, del entorno que te rodea.. tú no puedes ir con este discurso a hablar con las maras salvatruchas.
La canción que más ha trascendido mía es Soldadito marinero, pero quizá la que más me gusta a mí es... Corazón oxidado, Me equivocaría otra vez. Cerca de las vías, sí, me dices tú, esa también me gusta mucho a mí. Pero, ¿sabes cuál es la que más me gusta escuchar? Si me dejaras escuchar sólo una canción de los Fitipaldis, sería la versión que hicimos de La negra flor, de Radio Futura. No sé por qué, pero cada vez que la escucho puedo irme y escucharla como si no fuera yo el que canta o el que toca. Además la hicimos muy rápido... no habíamos ensayado nada, y fíjate, la canción menos preparada es la que más me llega. Nunca sabes muy bien por qué. Son unas antenas que tienes en un momento de tu vida, estás buscando algo... y llega esa música que necesitas.
¡Mira, la hernia que tuve, qué susto! Eso sí que no es un susto y no las drogas. Pensé que no iba a poder volver a tocar. Me cogió todo el brazo. Hay un DVD de M-Clan, y yo salgo con ellos tocando Carolina, en el Price, y no toco la guitarra. Porque no podía. Y la gente me dice "¿por qué saliste a tocar solo?", y yo estaba cagado, imagínate, ahí con Tarque, que es un showman de la hostia... no sabía qué hacer con las manos. Llevas toda la vida tocando y ya no sabes. Te ponen así, pelao.
Luego fui padre con 48 años, que ahora tengo 51. No fue algo buscado, de repente fue como "estamos embarazados", llorando y tal, y yo tenía ya dos niños crecidos, y dije... volver a empezar. Pero sí es verdad que como era con mi pareja actual, que no tenía niños con ella, pues sí fue muy querido. Y cuando me enteré que era niña... hasta hoy: babeo, chocheo, estoy enamorado total. Le veo la cara a la niña y me muero. El eje, el motor de mi vida, es la niña.
Tía, el ser humano mola, yo lo creo así. Luego no entiendes cómo existen las guerras, si molamos tanto, pero bueno. Pareces un iluso. Tú ves en la tele "ataque yihadista en Francia" y entonces alguien, un presidente, dice "pues a bombardear Siria", pero en el fondo... yo creo que deberían firmar un documento que diga "yo, como representante de los franceses, o de los americanos, quiero matar niños". ¡Porque sabes que cuando mandas aviones vas a matar niños!
A nivel de España, no me preocupa para nada el nacionalismo. Que ahora está todo el mundo preocupado con eso. Hombre, lo que más me preocupa es que de repente hay un tío que puede ser el más normal del mundo, que puede ser abogado o puede ser carnicero, y de repente en un click, por defender una bandera, una estelada, te pegaría un par de hostias. Y un par de tiros no te los da porque no tiene escopeta. O sea que no estamos hablando de gente degenerada, de gente que tiene problemas neurológicos, ¡que hay mucha gente así!
Es como cuando hablamos de la Alemania nazi. Tenemos un click los humanos que decimos: ¡Viva la España unida, la hostia...! o ¡La Cataluña independiente...!, bang. Pues te pega un tiro o un par de hostias. Si yo salgo con la estelada por aquí por Madrid, viene un tío y me pega un par de hostias. Y si me voy a Barcelona con la bandera española, lo primero, me pegan dos hostias en mi casa, en Guernica (risas), y luego un catalán. Pues, ¿dónde está ese click? España está llena de tíos normales que te pegarían dos tiros por defender un puto trapo. "No, es tu patria", dicen. Bueno, pues yo les digo: defiende a la madre que te parió, no a la bandera.