España venía anémica de un virtuoso universal, de un rasgueo de guitarra con sello ibérico desde que nos quedamos huérfanos de Paco de Lucía. Damas y caballeros, se abre el telón: Pablo Sáinz-Villegas es el hombre con el que los melómanos fantaseaban. Un guitarrista clásico capaz de poner en pie a los críticos de The New York Times, al público del Santiago Bernabéu -cuando toca ante 85.000 personas acompañando a Plácido Domingo-, a los pasajeros del metro o a los viandantes de cualquier barrio. “La guitarra es un instrumento muy local nuestro, pero se ha convertido en el más popular del mundo, en el más democrático, en el más cercano a la gente”, cuenta a este periódico.
De niño de La Rioja a estrella en América, en salto mortal artístico. Hoy viernes 26 de enero, con el fin de conmemorar el retorno de los Premios Grammy a Nueva York y el centenario del nacimiento del gran compositor y director de orquesta Leonard Bernstein, se celebra un concierto en el Carnegie Hall en el que Sáinz-Villegas actuará en solitario, con su guitarra, algo que no sucede desde que lo hiciera Andrés Segovia en 1987. “Hace treinta años que no sucede esto: un español allí, con una guitarra y una silla… Paco de Lucía ha tocado en el Carnegie, pero nunca solo, sino con más instrumentos. Ahora vamos a repetir ese formato desnudo de Segovia”, apunta.
“Es un acontecimiento, porque los Grammy, que son los Oscar de la música, se han celebrado históricamente en Los Ángeles. Para mí homenajear a Leonard Bernstein es muy emocionante, porque es un icono. Él entendió algo con lo que me siento identificado, y es que la música le pertenece a la gente”, relata. “Lo que hizo él, y lo que yo hago, es ir realmente a donde están las personas, ofrecerles nuestra mano e invitarles a este mundo mágico”. Recuerda que Bernstein impulsó programas de televisión con la New Philharmonic Orchestra y que rechazó prestigiosas óperas para hacer musicales. “Era un canal para llegar a más gente. Creo que esa es nuestra labor”, dice, sacudiéndose los esnobismos.
La patria, las raíces
Además de tocar tres piezas de su último disco, Pablo Sáinz-Villegas interpretará temas como Recuerdos de la Alhambra o La Gran Jota de Concierto, de Francisco Tárrega. “Para mí es una celebración de España y de los puentes culturales que existen entre nosotros”. Él empezó a tocar la guitarra con seis años y a los siete ya se subió a un escenario. “Estudié en La Rioja, después me fui a Madrid, y, más tarde, cuando terminé la carrera, me apeteció conocer otras culturas, como la alemana, para empaparme de todas las inspiraciones”, evoca. “En Alemania la música forma una parte muy importante de la identidad del país, el 90% de su música es Mozart, Wagner, Schubert, Beethoven…”.
Bebió de Alemania desde los 18 a los 23 y a los 24 se fue a Nueva York, donde vive desde entonces. “Ahora tengo 40”, sonríe. “Durante todos estos años me he dedicado a desarrollarme, gracias a esa preciosa responsabilidad de ser embajador cultural de España. Funciona porque nuestra cultura es nuestra verdad, y nuestra verdad son nuestras raíces”, sostiene. Cree que la música española tiene vasos comunicantes “con lo más ancestral del ser humano, con lo más atávico, con sus pasiones más puras y crudas”. Además es un país que ha parido “grandes intérpretes y maestros” como Andrés Segovia, Narciso Yepes o Paco de Lucía, según cita.
Una guitarra para unirlos a todos
“Paco de Lucía ha dejado un vacío que solamente se llena con el recuerdo de su música. Su personalidad era también tan potente… fue una persona que llegó a todos los estratos, y eso me emociona. Es verdad que España necesita ese nuevo referente, y yo me siento también en la posición de asumir esa responsabilidad, la de mantener viva nuestra cultura en el extranjero. Lo haré en EEUU, en Rusia, en Japón y donde haga falta, son lugares donde nuestra guitarra causa sensación y apela al lenguaje universal”.
¿Es la música el punto de cohesión definitivo entre España y Cataluña? ¿Cómo lo vive el guitarrista desde el extranjero? “Estoy seguro de que sí. La música reconcilia al ser humano, porque te conecta con la parte de luz que todos tenemos. Abogo por la música para unir Cataluña y España, y para unir al mundo con el mundo, porque es nuestra máxima expresión como seres humanos y ahí tenemos la oportunidad de entendernos”, subraya.
“La música también crea diferentes valores según las comunidades y es un canto a la multiculturalidad. Eso es lo que hace España tan rica a ojos del mundo, el poseer una cultura tan variada, con sus diferentes lenguas, sus diferentes identidades… Yo siento que juntos somos más y mejores, y siento que Cataluña tiene mucho que aportar a España, y España a Cataluña. Tenemos que estar juntos para seguir siendo una inspiración internacional”.
Recuerda su última visita a Cataluña. “Estuve en el Palau de la Música de Barcelona con la orquesta de Cadaqués el pasado agosto, justo antes del atentado en Barcelona, y el concierto se canceló. Al día siguiente me desperté con una determinación muy fuerte: creí, más que nunca, en el ser humano, y en la música como herramienta para cohesionar a las personas”.