Soleá Morente es una hembra artística desde la raya aguda de los ojos a las yemas de los dedos: tiene eso que desafía al linaje pero que también lo alimenta, la personalidad propia. No le pesa el apellido, lo pasea con elegancia, y pisa fuerte en esa senda de la transgresión en la que tan lejos llegó su padre, para terror de los puristas y escándalo de los aburridos. Algunos la bautizan como “indie”, pero ella se limita a decir que es “una persona que ama el arte en todas sus formas”: “El indie es necesario, la música independiente es súperpotente y ha fortalecido la cultura underground y alternativa. La verdad es que definirme como ‘indie’ me resulta complicado porque tiene varias corrientes y algunas no son tan independientes y han acabado entrando en el sistema. Me quedo con cualquier música que traiga la pureza de la verdad y de la valentía”.
¿Cree que el arte tiene que ser antisistema? “Por supuesto, la función el arte es aportar algo nuevo y rompedor a la vida, y está claro que el sistema que nos domina actualmente no es muy favorecedor. No estoy de acuerdo con casi nada de lo que está ocurriendo, pero creo que es necesario ser un poco transigente en ciertos momentos para poder avanzar y llegar a más gente”. Ella hace la revolución a su manera. Su nuevo disco, Ole Lorelei, es todo un salto de trampolín desde el anterior, Tendrá que haber un camino: “Hay influencia de música setentera: del flamenco de los setenta, como Las Grecas, y es una reivindicación de la música popular. Por supuesto hay cantes flamencos, porque hace el viaje completo desde el sonido más tradicional hasta el más actual”.
También se deja calar por inspiraciones de la música francesa, con “tonos sensuales y más suaves”, pero no ha dejado pasar la ocasión de hacerle un guiño al trap: “Hay un cante flamenco con autotune que es una especie de homenaje a todo este género que ha nacido en Granada, que es el trap. La Zowi, Dellafuente, Young Beef… hacen una reivindicación social muy importante. Hay un sector de la sociedad que necesita ser escuchado y ellos nos están recordando que todos somos iguales. La cosa está muy fea, va siendo hora de organizarnos y pedir pan y justicia”.
Está ese halo de machismo, pero yo tengo esperanza en el ser humano y, por supuesto, en la mujer. Soy partidaria del ser humano, ya sea hombre o mujer
Soleá Morente sigue creyendo que “el flamenco es futuro” y se siente cercana a esa corriente de renovación en la que participan “artistas como Niño de Elche, Rosalía, Rocío Márquez o Silvia Pérez Cruz”: “Hay que actualizarlo y facilitarlo un poco. Mi padre dejó ahí una puerta abierta, un mundo nuevo que explorar después de toda su labor, o la de Camarón en La leyenda del tiempo… los flamencos de hoy en día intentamos acercar el género al público. Mis hermanos y yo lo hemos visto en casa y creemos que es un momento favorable”. ¿Y qué hay de la posibilidad de un flamenco feminista, que se sacuda por fin la memoria más rancia del género? “Pasa como en todas las músicas. Está ese halo de machismo, pero yo tengo esperanza en el ser humano y, por supuesto, en la mujer. Soy partidaria del ser humano, ya sea hombre o mujer. Nos queda mucho que luchar”.
De la Filología a los escenarios
La artista estudió Filología Hispánica a petición de su padre, y ahora lo celebra cada día porque eso le inyectó una comunión con la palabra que se está traduciendo en sus primeras letras. “Lo más importante de la música es la palabra. Una composición nunca va a ser buena si el texto no tiene calidad. Estaré eternamente agradecida a mi padre porque me animase a conocer el ambiente de la Universidad y a ir cultivando el hábito de la lectura para abrir la mente”, comenta. “Cada vez me voy conociendo más, y en este disco, en casi todas la canciones hay composiciones textuales mías. La música está en manos de Alonso y Lorena Álvarez”.
Fantasea, como Bob Dylan, con hacerse eléctrica. “Es un buen ejemplo porque él venía del folk tradicional y dio un giro con el que llegó a mucha más gente. Hay que aprovechar las tecnologías y las herramientas que tenemos ahora para hacer cosas nuevas y frescas”. Para beber inspiración, procura no alejarse mucho de Granada. “Es salir al centro y tomar una cerveza y nacen proyectos. Es que en Granada hay una corriente de rock-indie súperpotente, Lagartija Nick, Los Planetas, Lori Meyers… Granada está hecha para crear, da igual por dónde vayas: la Sierra, el Albaicín, el Sacromonte… todo está plagado de artistas y de músicos. Aunque vengo mucho a Madrid, mi cuartel general está en Granada”.
De Los Evangelistas mamó la filosofía de ser “anticonvencional”, y por eso el preocupa mucho el devenir de los últimos tiempos: una obra retirada de ARCO, raperos condenados a prisión, un libro secuestrado como medida cautelar… “Es una auténtica locura, pero creo que nos tiene que dar más fuerza para seguir adelante y decir lo que pensamos y sentimos, mientras no hagamos daño a nadie. No me autocensuro, al revés, creo que lo que hay que hacer es rebelarse más y con más fuerza. Que no nos tapen la boca cuando pidamos agua. España parece una dictadura y así no vamos a ningún sitio: los artistas tenemos la obligación de rebelarnos, de reivindicar y de hacer crítica a las situaciones injustas”.