Pablo López tiene algo en las hechuras: uno entiende pronto que no es un producto de combustión rápida, sino un artista de gestación pausada, de genio interior que hierve en silencio, sin estridencias ni modas pasajeras. Es más de piano de cola que de foco y purpurina, y eso se nota cuando se sienta al teclado y se inclina de puro fervor, como el creyente en misa: ante el acorde es un niño desprejuiciado, lleno de vocación y respeto. Sabe lo que es creerse guay en Operación Triunfo y luego recoger las maletas y volver a su Fuengirola a pelear la música -otra vez- en los bares. Sabe lo que es sobreponerse al desprecio -"pianista de crucero", como le llamó Risto- y levantar el campamento frente a los haters. Sabe que la espera forma parte de una vida intensa. Sabe que la coherencia es, muchas veces, un sacrificio, pero no renuncia a sangrar si eso le conserva honesto: "Un hombre no es más que un hombre", cantaba en Tu enemigo con Juanes.
Es un currito de la canción y sostiene que la protesta se hace en las calles, no en las letras. Cree en el arte y no en el show; viene del barrio y no de la tele. Guarda destellos poéticos -"no queda nada / sólo tu delirio / tu ruido insoportable en el salón"- y se desgarra con un sufrimiento antiguo a pesar de que sopla sólo 34 años. Queda con El Español en la última planta de un edificio de Gran Vía, al sol ligero de abril: uno de esos días generosos. ¿La próxima cita? El 8 de mayo en La Riviera (Madrid), dentro del ciclo Vodafone yu Music Shows, con su último disco a cuestas: Camino, fuego y libertad.
¿Crees que un artista completo en España hoy tiene que componer? ¿Es casi una condición sine qua non para crear la marca propia?
Yo creo que no hay condición sine qua non para casi nada en lo referente al terreno artístico, porque si no empezaría a haber reglas y el arte es algo jodidamente inestable o errático… ausente de normas fijas. Lo que sí es verdad es que estamos rodeados de mucha información y si alguien se lo está guisando desde el principio puede acceder con más facilidad a ciertos sitios y necesitar menos del engranaje de un equipo artístico… sin embargo, no diría condición sine qua non. Música prefabricada ha habido siempre y antes, de hecho, triunfaba más lo prefabricado, porque había menos posibilidades de acceder al gran público, pero la gente sigue siendo muy poderosa y cada vez existe más la democracia a la hora de elegir la música. Esta es una época ruidosa pero la libertad musical es cada vez más evidente.
Tú has peleado tus propias canciones. ¿Qué has tenido que luchar con la industria musical y qué han querido hacer de ti?
De mí no han querido hacer absolutamente nada. Yo, de hecho, sólo tengo un socio, un partner in crime, que dicen. Es del equipo de Universal, pero podría llamarse de otra manera, multinacional o no multinacional. A quien conozco de Universal es siempre al equipo humano, no conozco a nadie en Los Ángeles ni nada de eso. Y siempre, desde abril de 2013, he elegido todo lo que quería hacer: imagen, idea de mis vídeos, letras, textura de lo musical… evidentemente ha habido debate pero nunca imposición, porque ellos supieron desde el principio (el equipo maravilloso que he tenido) que esto no funcionaría de otra manera. Si yo dejo de ser yo, lo poco o lo mucho que hayamos conseguido no tendría sentido. Tengo un socio increíble.
Habrás esquivado ciertas cosas. Muchos artistas se dejan llevar por la marea del “producto”.
Sí, lo que he tenido que esquivar sobre todo han sido las prisas. El “oye, qué vamos a hacer, saca algo ya...”, por parte incluso de los medios de comunicación musicales que quieren un single, o lo que sea, pero con mucho talante hemos tenido que evitar esas prisas. “Oye, estamos en esto otro”. Sobre todo para ser fiel a mí mismo, para no caer en hacer por hacer, en arrepentirme. Es una premisa que yo me marqué hace cinco años: nunca, nunca, sacar nada de lo que no estuviese 100% orgulloso, si no la gente me iba a ver el plumero. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo y yo soy muy malo mintiendo.
¿De quién te gustaría más ser sucesor, de Sabina o de Serrat?
(Ríe). Me encantaría ser sucesor de las migajas que dejaran, de la sombra que dejaran. Joder. Sucesor de uno de ellos dos… sería imposible y además no lo pretendería. Ojalá que alguien algún día pudiera decir eso de mí. Yo no me parezco en nada a ninguno de los dos pero les he robado absolutamente de todo a los dos. Y de eso se trata, de robar para llevártelo a tu casa y fabricarlo como quieras. Yo he tenido una época de los 8 a los 18 años de beber de manera compulsiva de Joan Manuel y desde los 24 hasta ahora mi día a día está escrito por Joaquín Sabina.
¿Cuánto de verdad hay en que la vida del músico es sexo, drogas y rock’n’roll?
La vida es sexo, drogas y rock’n’roll en general, yo creo. La vida. Pero la droga es todo lo que uno necesita en general que altera tu ego, tu yo cada mañana, en general. No tiene que ser la droga que la gente se imagina: un tío ahí tirado en una cama pinchándose lo que sea. Y el rock’n’roll es… un día los biorritmos se dan por vencidos y vives en un jet lag que no es necesario que cruces el océano para vivirlo. A mí mismo, siendo yo un tío que siempre se ha levantado por la mañana, mi cuerpo me está diciendo hoy que qué hago de pie y qué hago aquí sentado en esta terraza.
La transgresión horaria… sin ir destrozando teles… mira, yo tengo amigos que se dedican a la banca y son mucho más destroza-teles que yo. Pero sin embargo, evidentemente, por una cuestión logística, son necesarios: el rock`n`roll, las drogas (como puede ser el café que necesitas por la mañana para sobrevivir o el beberte una cerveza para relajarte y pensar “este mundo no es tan loco”) y el sexo… en el sexo piensa todo el mundo todas las mañanas.
¿Crees que en España ha muerto la canción protesta?
Joder, es que la canción protesta… me inquieta ese concepto y es un debate muy denso. Por ejemplo, el tipo que más ha escuchado en mi vida, más que a Sabina y Serrat, y que lo llevo aquí tatuado y es Silvio Rodríguez, me ha hecho plantearme muchas cosas. Porque realmente yo estoy en una lucha política pero soy cancionero, me dedico a hacer canciones. Evidentemente eso remueve conciencias, remueve almas, hace pensar… pero la protesta está en la calle, en las acciones, y no en las canciones.
Hay himnos que acompañan a esas acciones.
Por supuesto, pero la coherencia a mí me encanta. Ahora mismo que una canción se haga himno de una causa es maravilloso, pero la búsqueda de ello pretenciosa no creo que sea una necesidad, ¿no? Hoy día la manera de mover el mundo no creo que sea a través de canciones. Las canciones pueden ayudar… es mi visión, ¿eh?, porque odio la hipocresía y la falta de coherencia. Yo no abanderaría ninguna causa hoy alrededor de una canción. Hoy. Tampoco he vivido la época en la que Jarcha escribió Libertad sin ira o en la que Aute escribió Al alba… yo no estaba allí.
O cuando Krahe hizo Cuervo ingenuo.
Exacto. ¡Pero yo no estaba allí ese día…! Y la puedo disfrutar, y puedo hacerme una fantasía de esa historia. Me parece mágico, pero yo no me levanté esa mañana allí.
¿Hoy hay algún tema social que te preocupe y que pienses en escribir sobre él?
A mí me preocupa todo. Yo escribí Tu enemigo principalmente porque me detienen en EEUU cada vez que entro y vi mierda en una frontera, pero no la escribí por EEUU en sí, sino porque tenemos la mayor desgracia humanitaria de la historia después de la Segunda Guerra Mundial a 3.000 km de España que es Siria y sin embargo, ¡yo no estoy en Siria…! No puedo escribir canción protesta porque me he levantado esta mañana en Pozuelo de Alarcón. Y estoy aquí en una terraza maravillosa contigo, al sol. Y no es demagogia lo que estoy diciendo, pero yo me tengo que concentrar muchísimo para no caer en la incoherencia y escribir sobre algo que está pasando con unas niñas en Alepo.
¿Y a nivel de España, que nos pilla más a mano?
A nivel de España escribiría una canción de amor. Puro y duro. De amor, de darnos cuenta de dónde estamos. Tenemos muchas más cosas en común que en contra de las que creemos. Me refiero evidentemente al tema territorial. Yo estoy a favor de la libertad, de la libertad de expresión sobre todo, pero no estamos tan separados como creemos. En vez de una canción de reivindicación, una canción de amor. Vamos a querernos un poquito. Vamos a darnos un abrazo catalanes, madrileños, andaluces y todos.
Tú has sido uno de los pocos casos de éxito rotundo después de OT. ¿Crees que OT impulsa o más bien genera víctimas artísticas?
Buf… Operación Triunfo… yo no soy un caso, no creo que nadie sea un caso realmente. Hay gente que ha pasado o no ha pasado. Es parte del potaje. Manuel Carrasco estuvo en OT, David Bisbal… pero aunque siguieran un poquito más la inercia de ese formato… porque yo me fui a mi casa y estuve en Fuengirola cinco años tocando en bares otra vez… por supuesto que estuve allí, pero es parte del potaje: los aprendizajes. Yo en OT aprendí sobre todo de humanismo. E incluso de misantropía. Me di cuenta de lo peligrosa que es la televisión.
Con gente como Risto, que luego te pidió perdón pero se equivocó de lleno contigo en sus juicios.
Sí, totalmente. Ahora mismo es trendy OT por lo que ha pasado, pero yo veo en esos chicos una capacidad musical tremenda. Y si dentro de dos años o tres años tú puedes comprarte un ticket que no tenga que ser para el Palacio de Deportes, sino para la Joy Eslava, para ver a Amaia o a Aitana o a Alfred o lo que sea es porque hay algo, hay algo que contar, no porque tengan el símbolo de OT detrás. Es maravilloso lo que han hecho en el programa, pero si la gente supiera lo separada que está la marca del artista… dicen: “Ahí los ha puesto OT”, pero no. OT les ha dado una plataforma, un escaparate donde los estamos viendo, pero los va a mantener una canción, una actitud, una idea artística… esto parece bohemio o romántico, pero es la única verdad que hay.
¿En quién confías más, de los que has visto?
Confío en el que sólo se defienda a través de canciones y música si lo que quiere ser es músico. Si quieres ser artista… tu propuesta no puede ser hablar de OT, hablar de risas o llantos o glorias o miserias.
Menos reality y más música.
Ahí está. Y hay un chico que se llama Cepeda que está haciendo sus canciones y son muy bonitas… estuvo en mi casa y el tipo no me hablaba nada más que de canciones. De que estaba haciendo canciones. Y esta peña yo creo que tiene que defenderse así de esa manera y lo están haciendo de puta madre. Pero la verdad es que no tengo favorito ni no favorito.
¿Tú irías a Eurovisión?
Uf, me daría mucho miedo… no, yo no. No tengo nada en contra del concurso y me parece maravilloso que siga sobreviviendo algo que se trata de música, pero yo no me veo poniendo una canción a competir con un jurado de Kazajistán y otro de Finlandia y yo cantando “¡Fuera!”, y ellos en plan “mmm”… (ríe). Me da como cosa. Porque la canción la pobre puede ser muy fuerte pero la pones a concursas y está en tirillas. No tiene músculo.
Si el sistema de elección fuese otro, ¿qué gran cantautor crees que nos representaría como país? Alguien que represente nuestra esencia.
Es que soy muy reacio a pensar eso… los chicos que van me parecen ideales ahora mismo. Y me da mucho miedo el tema.
Oye, ¿le echarías valor a componer un himno de España, como Marta Sánchez?
¡No! (Risas). Es que los himnos no me… me dan un poquito de miedo. Yo hice uno deportivo para el Unicaja. Fui feliz en el momento en el que lo hice, pero después da mucho miedo, porque las canciones con objetivos… ya sabes lo que pienso de ellas. Todo lo que sea de dentro para afuera y no de afuera para adentro me da miedo en temas de composición. Así que no lo haría en la vida.
¿A quién harías tú ministro de Cultura?
A Antonio Banderas.
Tirando de la tierra.
¡Claro! Es que me parece que tiene talante, tiene discurso y tiene un amar al arte hermoso. A todas las artes.