Avicii, el DJ que acabó sepultado por el éxito y el alcohol
Un documental producido por BBC y que se puede ver en Netflix, ofrece la cara B del éxito y la fama del artista, que recurrió al alcohol para soportar la presión.
22 abril, 2018 13:32Noticias relacionadas
La muerte del DJ Tim Bergling, más conocido como Avicii, con tan sólo 28 años ha conmocionado a todo el mundo. Muchos la han calificado como la primera víctima de una industria musical salvaje que exprime a sus artistas más exitosos en busca de un rendimiento económico cada vez mayor. Si esto ya ocurre en la gira de un grupo como Supersubmarina -cuyo accidente de trabajo también sirvió para debatir sobre las condiciones laborales de los músicos-, imaginen a un DJ que llegó a dar 550 actuaciones en menos de cuatro años. Un día podía levantarse en Ibiza, y al día siguiente tocar en Nueva York. Un ritmo que muy pocos cuerpos pueden soportar.
La aparente vida ideal de Avicii, llena de fama, éxito, dinero y mujeres, ocultaba, sin embargo, una infelicidad crónica y un estrés acumulado que le habían puesto ya varias veces al borde del abismo. De hecho, Bergling ya se había retirado una vez de los escenarios, lo que provocó muchos rumores sobre su salud o sobre si podría aguantar en el estrellato mucho tiempo.
Para entender lo que pasaba por la mente del DJ existe un relato imprescindible, el documental True stories producido hace un par de años por la cadena británica BBC y que se encuentra disponible en Netflix. En él se mezcla el relato de una estrella hecha a sí misma, que nace de la nada, la típica historia de superación personal, con la cara oculta del éxito. La de un joven frágil que no pudo soportar todo lo que el mundo de la electrónica le pedía y le daba.
Lo deja claro en los primeros compases del documental, cuando en una voz en off Avicci confiesa que los cinco primeros años fueron maravillosos porque se sentía especial, “sentía que me aceptaban”, pero justo después añade que “no me paré a pensar qué era lo que no me gustaba de las giras”. De repente, alguien que se había criado en su Estocolmo natal toda la vida, salta a la fama y no tiene ni un segundo libre. “En todo este tiempo sólo tuve un par de semanas libres, siempre estaba de gira. En ocho años siempre he estado fuera. Nunca estaba en casa y cuando volví después de cuatro años no sentía que fuera mi hogar. Ya no me gustaba, así que decidí dejarlo”, comenta sobre su decisión de tomarse un año sabático.
Avicii, que con el éxito de Levels y su sample con la voz de Etta James revienta las pistas y empieza a ser requerido por artistas como David Guetta, pasa de hacer cero actuaciones a más de 500. Y su cuerpo empieza a notarlo, y más en alguien que el propio Guetta define como “tímido y reservado”. Para romper la barrera de su propia timidez toma una decisión que luego será irreversible: comenzar a beber.
“Me sentía muy cohibido cuando no bebía, así que decidí tomar un par de copas antes de salir en cada actuación”, dice con sinceridad el DJ. Lo que empezó como una forma de desinhibirse se convirtió en una adicción, pero también una forma de soportar la presión y el ritmo infernal de giras que tenía. “Sólo así no notaba que estaba reventado”, asegura en el documental.
Los resultados se notaron pronto: en un avión rumbo a Australia para un show, Avicii comienza a encontrarse mal. Le duele la tripa, se retuerce del dolor y tiene que ser ingresado según aterrizan. Cancelan los dos días de conciertos y el diagnóstico es claro: pancreatitis aguda. Su adicción al alcohol para suportar la presión del éxito y comportarse como una estrella le habían provocado una enfermedad con poco más de 20 años, por la que tuvo que pasar por quirófano. Este es otro de los motivos por los que hace un par de años decide tomar un descanso, para cuidar su cuerpo.
El propio Avicii reconocía en una entrevista a The Hollywood Reporter que a pesar de que consideraba que este viaje como artista había sido “el mejor de su vida”, había sido demasiado loco y le había provocado un nivel de ansiedad difícil de soportar. El triste resultado del éxito en un joven que no está preparado para soportarlo.
David Guetta reconoce en True Stories que no todo el mundo está hecho para el mundo de la electrónica, con sus fiestas interminables y sus giras durante todo el año, por ello muchos recurren a las drogas o al alcohol para aguantar: “Es fácil caer en la tentación de todo tipo de sustancias para quitar la presión. Es fácil caer en eso, sobre todo si eres una persona nervios como él o yo”.
El filme se ve ahora como si se tratara de una horrible premonición. Un documento sobre la fama, la cara oscura del mundo de la electrónica y las consecuencias de la fama rápida que hicieron, a un tímido joven de Estocolmo, beber para convertirse en la persona que otros querían que fuera.