Niña Pastori es la garganta de Cai y retumba en el mundo: con doce años fue la elegida de Camarón -santidad del flamenco-, y, un poco más tarde, la del mismísimo Papa, mánager de Dios aquí en la tierra. María hace bello todo lo que pronuncia: cuando le pide a su prima que le eche una mano -porque viene su novio a verla y no sabe qué vestío ponerse-, cuando quiere ser un pez, como Juan Luis Guerra, o cuando interpreta canciones de amor como si nunca nadie antes hubiese amado. “Háblame bajito, que nadie se entere lo que nos contamos...”.
El Estado de Bienestar mata al cantaor -ella dice que las fatigas se canjean en arte-, pero en la Niña sobreviven aquel viejo desgarro y aquella antigua ternura. “Cuándo podré regresar a encerrarme contigo en un patio; deja que el viento entre las macetas suene por tangos”. En Desde mi azotea, su último trabajo, deja las versiones y vuelve a la canción propia. “Son de mi marido y mías. Y dos las ha compuesto mi hija Pastora”, guiña. Otra, La mudanza, es de Pablo Alborán. Hablamos con la artista de talento, música, gitanofobia, religión y patrias.
¿Que qué es el arte para Niña Pastori? Bueno, yo creo que es oxígeno para poder vivir. Es una emoción, un sentimiento que no debe faltar en nuestras vidas. Y luego, el arte del flamenco es el que más me gusta, evidentemente. Me parece que el flamenco es de una belleza y de una riqueza que pocas músicas tienen, bajo mi punto de vista. Me preguntas que si se hace o se nace… no, no, es nacío. Se tiene dentro. Por supuesto perfeccionas muchísimas cosas con los años, gustándote y poniéndote, pero hay algo dentro de ti que tiene que venir ya de fábrica. Yo empecé muy pronto a darme cuenta de que me sentía plena: con 14 o 15 años fue cuando verdaderamente lo sentí.
Me acuerdo de las canciones con las que me obsesionaba entonces… ya no me pasa tanto, ya no escucho una canción una y otra vez. Me acuerdo de Potro, rey y miel, de Camarón, o el de Soy gitano, también fue un disco que me voló muchísimo. ¿Que si es posible un sucesor? No, no. Ojalá venga pronto alguien con mucho talento, pero Camarón no se repite, es como Michael Jackson. En su estilo y en su género son únicos. Podrán venir muchísimos artistas, y vendrá gente muy grande… mira, Prince fue inmensamente grande, pero Michael Jackson es uno. ¡Como Elvis Presley…! Y en flamenco, Camarón era perfecto. Lo hizo perfecto.
Me preguntas si no me da la sensación de que esa “raza antigua”, esa personalidad artística apabullante, del estilo Camarón, o Lola Flores, o Rocío Jurado… ya no es tan prolífica. Bueno, ya, pero es que hay otras cosas y otras vivencias. El arte expresa lo que vives. Hoy se vive de diferente forma. Yo no estoy educando a mis hijas como mi madre me educó a mí, aunque yo tenga muchas cosas de ella y de mi padre. Tengo muchas cosas grabadas de ellos que intento inculcarle a mis niñas, pero la vida es otra. Yo tenía cuatro hermanos, era otra época, no había móvil… no veíamos películas de Disney. Yo veía Barrio Sésamo, que era una serie con un muñeco que no movía los ojos. Hoy las películas son impresionantes. ¡Y lo que yo veía no lo veía mi madre, ni mi abuela…!
La vida va a pasos agigantados. Ellos pasaron por momentos más duros, más difíciles, momentos complicados… yo creo que ese sufrimiento, si no lo tienes, no va a salir. Cuantas más fatigas pasas, mejor artista eres, yo creo. Ya no se canta como se cantaba porque había otro dolor, otra agresividad, otro desgarro. Ahora todo es más suave. Hay reguetón en las discotecas: es normal, los tiempos. Y a mí hay cosas de reguetón que me gustan… tiene cosas muy chulas, y hay cosas muy bonitas de reguetón, pero no todo vale. Ese es el punto. ¿Si me proponen una colaboración? Bueno, tendría que ver si funciona y yo me lo creo. La música es maravillosa toda y todo tiene su gracia y su momento y depende de con quién se haga, cuándo se haga y cómo se haga.
¿Que en qué creo más, si en el duende o en Dios…? Yo creo mucho en Dios. Tengo mucha fe en Dios. A mi forma y a mi manera. Y siento que está conmigo. Pero en el duende también creo, porque también existe, y el duende, bueno… para mí lo tienen algunos, en algún momento. Sólo a ratitos sale y nos hace sentir algo espectacular. Yo veo el duende en muchos momentos, ¿eh?, en cualquier flamenco que me guste, o este verano, en una fiesta entre amigos, por ejemplo. Allí estaba el duende constantemente, entrando y saliendo.
Yo canté para Juan Pablo II. El Ave María, sí. Eso fue maravilloso. A la gente no se le olvida ese momento y ese día… fue algo muy importante de lo que estoy súperorgullosa que me haya tocado. ¿La elegida, dices que fui? Bueno, pues algo así (risas). Muchas veces dice uno: no sé, merecen la pena muchas cosas que lleva una pasadas por momentos como ése, ¿no? No es un concierto, no es un sitio donde la gente va a verte a ti precisamente, pero… es gente de fe que va a vivir una experiencia, y dentro de esa experiencia pasan cosas, y entre esas cosas aparecí yo. En un momento clave del día, yo creo que eso me favoreció. Como cuando la luz te coge en un momento… ¡pom!, y te toca. Pues sí. Te toca y te toca. ¿Que si después de esto voy al cielo, seguro…? Bueno, yo creo que hay que esforzarse más para ir al cielo. Hay que hacer más cosas. Hay que comer muchas pastitas todavía.
Me preguntas si me parece bien que el Papa Francisco sea más “progre”, si ese es el devenir correcto de la Iglesia o si debe mantenerse conservadora porque esa es su naturaleza… yo pienso que sí: a mí me gusta que el Papa sea más progre, como tú dices, porque todo debe renovarse. Y todo debe ir con los tiempos. Dentro del sentido común. El sentido común es importante en todos los aspectos de la vida y siempre que se utilice… pues ahí está la verdad y cómo deben ser las cosas. ¿Que si dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos…? Pues ya, hija, pero es tan importante agarrarse a él.
Vivo de la música en España, principalmente, porque llevo prácticamente toda mi vida viviendo aquí. He hecho cosas fuera de España y estoy súper orgullosa y agradecida de llevar mi música a otros países, a otros lugares… a otras culturas maravillosas. Pero tengo la suerte, la gran suerte, de sentirme querida en mi país y en mi tierra. La gente me quiere y bueno, ¿qué más se le puede pedir a la vida? Me parece muy triste cuando cantas y en tu tierra no te entienden. Ya no sólo por artistas de aquí… pero vaya, uno colombiano que no se sienta querido en su tierra, ni respetado ni cuidado… pues me parece que es triste, y si tiene talento, muchísimo más.
Sí que creo que es más difícil ahora arrancar que antes, con todo lo que hay. Es muy difícil… pero es verdad que cuando hay verdad y hay pureza en el arte, eso va al fin del mundo. Con eso no hay quien pueda, pienso yo. ¿Que si creo que se respeta la cultura en este país? Yo creo que sí, que mucha gente la respeta, pero hay otra parte, a lo mejor, que está más descuidada… y no se mira tan bien como se debería. Pero yo sí creo que la gente las cosas las valora y las disfruta, lo que pasa es que aquí siempre queremos más. Y nosotros, que estamos en este lado, lo vemos desde nuestro punto de vista… siempre pedimos que esto crezca y vaya a más. Y el flamenco dentro de nuestro país… ¿quién lo cuida? Es la música que se da sólo aquí. Verdaderamente es Marca España, porque un holandés no canta por soleá ni por bulerías. Yo pienso que un holandés puede cantar pop, rock, puede hacer clásico y puede cantar cualquier otro estilo, pero flamenco no.
Claro que desde las instituciones no se hace todo lo que se podría. Se puede hacer mucho más, porque esa es nuestra música. Nos guste a muchos y a otros no, pero yo sí creo que un poco nos mueve a todos. Es como cuando la gente dice: “Escuchas el pop o el rock que hacen en Londres… ¡y cómo suena!, tal”. ¡Claro! Si es que esa gente hace 70 años estaban escuchando… ¿y nosotros, qué escuchábamos aquí? ¿Y cómo eran nuestras películas? Pues hija, cuando yo era pequeña estaban Marisol y Joselito. ¿Cómo pretendes competir con otros países, que llevan muchos más años que nosotros de esto? No hay competencia en eso. Hay competencia en una guitarra flamenca. Me dices que Méndez de Vigo revaloriza el Novio de la muerte pero de Niña Pastori no dice ná… bueno, pues qué vamos a hacer.
Me preguntas qué opinión me merece lo que está pasando con la justicia y los raperos: Valtonyc ha sido condenado a tres años de prisión por el contenido de sus canciones. Enaltecimiento al terrorismo e injurias al rey. Bueno, yo no me voy a meter en lo que cada uno hace, pero creo que no hay que ofender a nadie. Es como: “Pa’ ser gracioso, me tengo que meter con el otro”. Pues yo para hacerte reír no me tengo que meter con nadie. Me meto conmigo misma. Y si me meto con otro, que sea con arte y con gracia. Hay una cosa que me hacía mucha gracia, y decía: “Hablando bien, ofendes”. Y dices tú: ¡es verdad! Se puede. Alguien puede no estar diciendo ná, pero por su forma, por su manera… te ofende. ¡Y me está hablando bien!
Yo pienso que todo se puede hacer, pero sin desfavorecer a nadie y sin meterte con nadie. Cada uno tiene su opinión… es que hay muchas cosas en este país que son pamplinas, ¿eh? Te pones una pulserita con la bandera de España y ya eres un facha. Pero si me pongo una bandera americana, soy muy guay. ¿Por qué? Pues yo me pongo la bandera de mi país. Para mí son cosas ridículas que no tienen ningún sentido. Cualquier país está orgulloso de su bandera, de lo suyo… ¿que por qué aquí nos pasa esto? Bueno, porque hay muchos… (risas). Muchos a los que les gustan las papas con choco y a otros que les gustan las papas aliñás. ¿Qué te digo? No lo sé, mi vida.
Fui pregonera en el Carnaval de Cádiz, sí. Y me dices que también Belén Esteban denunció al Carnaval por ofender a su hija, Andreíta, y llamarla fea. Es que yo creo que el humor no tiene por qué ofender. Al carnaval de Cádiz no le hace falta llamar fea a Andreíta para ser gracioso. No hace falta meterse con nadie y menos con una niña jovencita, una chavalita que su madre está ahí, pero ella no aparece, o ha decidido no aparecer, que me parece perfecto. Muchas veces no sabemos los padres el daño que inconscientemente le podemos hacer a nuestros hijos en un momento dado. Cuando eres conocida y, bueno, son cosas que hay que cuidar y que hay que mejorar. Al final hace falta sentido común. El carnaval de Cádiz está sembrao, y yo lo defiendo porque a mí… fíjate que yo no soy muy carnavalera, reconozco que me gusta más la Semana Santa y la Feria. Pero me gusta el Carnaval. En época de Carnaval. Yo soy de la época, no de escuchar todo el año Carnaval, que en Cádiz hay mucha gente que está escuchando ya los pasodobles y los popurrís y tal. No llego yo ahí, pero me gusta. Hay cosas muy bonitas… yo qué sé, es verdad que hay un pasito. Hay nada. Un ¡pa!, y ya te has colado.
¿Que a quién haría yo ministro o ministra de Cultura…? Bueno, para mí alguien que tuviera mucho arte. Lo tengo complicado, porque hay varios… pero alguien de la música… mi Alejandro Sanz, por ejemplo. Él es maravilloso y nos cuidaría mucho a todos. Él conoce muy bien la cultura de nuestro país y la nuestra, el flamenco, que para mí es importante también.
Me preguntas que cómo se libra al flamenco del viejo estigma del machismo. Bueno, yo tampoco lo he vivido eso. No sé, muchas veces es más lo que reluce en un momento dado que la verdad… que lo que realmente es el flamenco. En el flamenco la mujer tiene mucha importancia, y no la ha tenido sólo ahora, sino desde hace muchos años. Hay grandes cantaoras que forman parte de la Historia del flamenco. Y bailaoras. Y son respetadas y queridísimas. Es verdad que el mundo de la música, en sí… hace tiempo los padres no querían que las niñas se dedicaran a eso porque era mala vida para la mujer. A mí no me ha pasado eso, ya te digo que no. Mi madre, por ejemplo, sí dice que vivió un poquito eso: mi abuelo, cuando mi madre era joven, y le decía que iba a ir a cantar a no sé dónde, ponía cara rara. Por miedo, por desconocimiento. Yo pienso que se han hecho muchas cosas mal por desconocimiento. Decían “estos extraños, que no son gente de nuestra familia, qué le pueden hacer...”. Y es lo que nos pasa a nosotros mismos con otras culturas en un momento dado. Desconocemos, decimos “esta gente está loca”… a la mujer le hacen no sé qué o… lo desconocemos y nos da miedo.
Menos mal que yo no lo he vivido, al revés: mis hermanos, que son cuatro hermanos varones, jamás se han metido en eso. Siempre han disfrutado de mi cante y ahora siguen disfrutándolo, me llaman, me mandan mensajitos… ¿que si en España aún queda gitanofobia? Sí, claro, pero es lo que hay. Se le mira mal, pero creo que es lo que te decía: por desconocimiento. Si ves cuatro días las noticias y ves cuatro cosas de gitanos pues se te queda eso y piensas que todo es igual, pero no es así… el gitano tiene unas costumbres y unas leyes y dentro de eso hay quien las lleva más y las lleva menos, y bueno… hay de todo. Yo escucho cosas de payos que digo “este hombre, qué antiguo, qué cerrao, vive en el año 10, ¿dónde vas?”. Y te quedas un poco así…
Yo hice el himno oficial de la Selección Española, La Roja baila, sí. ¿Que si me atrevería con el himno de España…? Bueno, yo a Marta la quiero muchísimo y la respeto muchísimo. Me parece que es una gran cantante, que tiene unas cualidades impresionantes… y a mí me encanta como artista. Pues no sé, creo que esas cosas al final surgen… ella lo hizo espontáneamente. Muchas veces las cosas son más normales de lo que puedan parecer. Todo es más espontáneo. Dices que llegó en un momento clave, con el tema de Cataluña… sí, sí, totalmente. Ay, Marta. Ha sido valiente poniéndole letra.