El Columpio Asesino nació en Pamplona al borde del cambio de siglo para inyectarnos canciones oscuras y libres, rompedoras y escépticas como Toro, siempre en salto electrónico entre el rock y el punk: “Te voy a hacer bailar toda la noche, nos vamos a Berlín, no quiero reproches. Carretera y speed”, reza el mítico estribillo. El sábado 26 de mayo, en el Festival Tomavistas, regresarán con la acidez vital y los destellos políticos de temas como Ballenas muertas en San Sebastián, donde meten el dedo en el ojo a la “carcoma occidental”.
Cuenta Albaro Arizaleta que todo ese disco giró “en torno a la idea del fin de algo”: “Tanto en lo personal como en lo social. Lo vemos constantemente en los telediarios. Esa canción surgió por un titular… en Donosti encontraron una ballena muerta, y me pareció un símbolo de eso, de que todo se va al carajo. Es la decadencia en la que estamos inmersos desde hace ya bastante tiempo y en la que parece que no se atisba que nada nos saque”.
Hablando de que la crisis individual es sintomática de la crisis del sistema, ¿qué le parece a El Columpio Asesino el gran debate de la semana? “Bueno, el caso de Pablo Iglesias y el chalé… veo un poco exagerado todo lo que está pasando a su alrededor, pero por la boca muere el pez”, sostiene. “Mira, la primera frase de ese disco es ‘hay un cadáver sobre la mesa, yo disparé’, y ahí venimos a decir que el cadáver que sostenemos nos lo hemos cargado un poco entre todos con nuestras acciones. A veces es fácil echar responsabilidades a los políticos, sobre todo a los corruptos. Está claro que tenemos gobernantes irresponsables, pero nosotros hemos aprendido también a delegar más y más en ellos, y así no vamos a ninguna parte. Nosotros tenemos parte de culpa”.
Agradece la irrupción del 15-M como momento clave “en el que juntarse y salir de nuevo a las calles”: “En este país, durante mucho tiempo, la gente ha estado muy dormida, muy tranquila, delegando en terceros. Hay que hablar de política en las canciones y en la peluquería. Hasta entonces, en España sólo se hablaba de fútbol. La lucha es jodida, pero se está reactivando una conciencia política y social que estaba muerta, aunque los resultados… no sé si se ven”. No entiende, que después de todos los casos de corrupción del Gobierno, el PP siga siendo el partido mayoritario. “Parece que la gente lo asume, e incluso lo premia. A veces te desesperas y entras en estado de resignación”.
Censura moderna
En otra de sus letras, la hostia llega con la mano abierta: “Tu mente está muerta”, lanzan. ¿Qué se puede hacer desde el arte para fomentar la capacidad crítica? “Yo soy escéptico en ese sentido. Poco se puede hacer. Cuando veo tantas exposiciones… pero claro, están financiadas por quienes las financian, así que desde ahí poco se van a cambiar las cosas. Y además, con esta censura light que vivimos, que es la hostia también… todo se complica para llegar a determinadas voces”.
Comenta que “alucina” cuando ve que un rapero como Valtonyc ha sido condenado a tres años de cárcel por sus canciones. “Yo además vengo del rock radikal vasco, nuestras raíces están ahí, y aquí en los ochenta se hacían letras que eran una barbaridad y no pasaba nada. Además, con ETA activa, y cuando la gente moría en las calles, había mucha más libertad musical que ahora. La Polla Records, por ejemplo. Había cosas heavys. Pero ahora es un despropósito, parece que se penaliza y persigue a la izquierda crítica y la derecha dice lo que le da la gana, como si ahí no hubiese delitos de odio”.
En su tema “El Evangelista”, que repite “fuego, piedras, gasolina”, incluyen un discurso de George Bush. “Sí, denunciaba un poco el proceso de la globalización, de la yankilización… de todo este imperialismo yanki a través de la cultura, como en las series, el cine, y los anuncios y demás. Era una denuncia cachonda. Yo creo que cada vez estamos más homogeneizados por un punto de vista muy occidental y, bueno, con las redes y todo: parece que estamos más cerca, pero sólo somos cada vez más lo mismo”.
Feminismo y patria
En su tema La zorra, cantan “te mueves como una puta zorra sobre tacones, sobre tacones...”. ¿Podrían haber sacado una letra así en pleno 2018, con el protagonismo adquirido del movimiento feminista? “Realmente es una canción de impotencia. Dices “zorra” como puedes decir “cabrón”. No dejaba de ser algo meramente provocador, pero ahora igual se vería de otra manera”, reflexiona. “Al final a la hora de escribir vamos a estar con el ‘hostia, cuidado, cómo lo voy a decir si a lo mejor se ofende determinado colectivo’. Pero también es verdad que a veces no nos damos cuenta de lo que significan nuestras palabras. Vamos aprendiendo de la mierda que tenemos encima, del machismo heredado y de tantas cosas… en eso consiste, en ir quitándose toda esa mierda y mejorar día a día. Está bien corregirse, pero a veces, corregirse demasiado hace que sólo acabemos sacando productos light”.
“La marca en nuestra frente es la de Caín, somos nuestra patria, ya no hay dónde huir”, entonan en otro de sus temas. ¿Cuál es la patria de Columpio asesino, ahora que dicen que España se rompe? “No somos nacionalistas, la verdad, ni españoles ni vascos. Nunca me he creído el cuento de la patria ni del nacionalismo, pero, de tener una, supongo que sería un círculo cercano de amigos. Poco más”.