Dijeron que no viviría para contar su éxito. Creyeron que sería flor de un día, o de unos años. Hubo quien aseguró que no era más que un reclamo sexual y que caducaría. Cómo iba a resistir esa ambición rubia hasta la madurez en la cresta de la ola, acostumbrada como está la industria musical a invisibilizar a las artistas cuando cumplen cierta edad, cuando ya no alimentan el deseo patriarcal. Sin embargo, cada propuesta suya genera idéntica expectación desde Like a Virgin (1984), “lo que la convierte en la artista femenina con la carrera de éxito masivo más larga y estable de la historia de la música popular”, como señala el doctor en musicología Eduardo Viñuela en Bitch She’s Madonna (Editorial Dos Bigotes).
Ella es mucho más que una cantante: es una provocación, es un desafío político. Es una hembra rebosante de ideología. Es una superviviente, nunca una víctima. Trasciende a los trapitos, a la laca y la purpurina, a la revolución estética. “Yo no quiero que nadie imite mi forma de vestir, sino de pensar. Si la gente vistiera como Britney Spears y pensara como Madonna, todo iría bien en este mundo “, lanzó.
“La gente creía que un día se despertarían y ya no estaría allí. Pero se equivocaban: nunca me iré”. Aquí está la espinosa reina, con 60 años y con la actitud más irreverente, más discursiva y sexy que nunca, haciendo gala de una vagina moral del tamaño de la catedral de Burgos. Luciendo un poderío tan atemporal que sólo tiene que ver con la garra y con el talento. Madonna Louise Veronica Ciccone ha desafiado todas las normas, se ha reído de todas las convenciones y se ha subrayado como productora, empresaria y estrella del pop, reivindicando un género denostado por “comercial, sencillo y adolescente”, según reza la introducción de esta obra.
La visionaria de las revoluciones
Esto no es una biografía, no es un homenaje: es una suerte de enciclopedia donde el lector entiende que el mundo moderno y sus conquistas pueden relatarse a través de Madonna, porque ella levantó revoluciones cuando aún eran sólo el berrinche de unos desfavorecidos poco ruidosos. “El feminismo y el colectivo LGTB encontraron en ella un símbolo para crear comunidad”, apunta Viñuela. Madonna resucita los referentes femeninos para las niñas huérfanas de mitos hasta encarnar uno poderosísimo: ella misma. “Mata Hari, Audrey Hepburn, Marilyn (por supuesto), Greta Garbo, Marlene Dietrich, Grace Kelly, Ginger Rogers, Rita Hayworth, Bette Davis, Liza Minnelli… todos estos iconos femeninos aparecen constantemente homenajeados, recuperados, imitados y modernizados en la extensa carrera de Madonna”, explican Mar Álvarez y Laura Viñuela.
Otras lo hicieron antes: ahí Clara Schumann o Janis Joplin un siglo y pico después, quienes “sufrieron en sus vidas el peso de la responsabilidad de ‘abrir brecha’. La soledad de ambas en su empeño por sobrepasar los estereotipos de género supuso un esfuerzo sobrehumano y agotador”. Por eso, señalan Álvarez y Viñuela, “es tan importante el ejército de Madonna wannabes que invadió la tierra (…) El número masivo de seguidoras y seguidores da mucho poder”. La artista mezcla el Do It Yourself del punk y el baile de los clubes de Nueva York, que ponían en valor el hedonismo, el erotismo. “Madonna tendrá un éxito descomunal traduciendo a un lenguaje masivo las tendencias más vanguardistas de la música de la época”, cuentan las autoras. Ese será siempre su método.
Otra manera de ser mujer
Apuntan algo interesante: Madonna, al arrastrarse gimiendo vestida de novia por el escenario de los MTV Video Music Awards, conquistó a más mujeres que a hombres. Su invasión en el ámbito doméstico “a través de la televisión mete en las casas una alternativa a la feminidad estipulada y propone otras formas de ser mujer, de interpretar esa feminidad”.
Ojo a estos factores. Uno: “La unión del conocimiento e interés de las chicas por la música, sumado a su acceso masivo a espacios públicos en los que antes no habían podido estar (y su entrada por primera vez a un entorno público en el que podían soltar su represión emocional y sexual todas juntas y a grito pelao”. Dos: “El feminismo de segunda ola, que nos enseñó que lo personal es político”. Tres: “Un poco de punk”. Esos tres elementos propulsaron el “advenimiento de Madonna”, que además siempre ha practicado la sororidad y no se ha mostrado como una reina tirana, sino que ha abrazado a artistas más jóvenes y ha colaborado con ellas.
Además, la cumpleañera creció como empresaria total en un mundo de hombres porque es toda “disciplina, y foco, y ambición”: “Madonna no era ninguna broma. Salía a correr cada mañana. Hacía yoga. Estaba al teléfono con su gente. Comprendías que iba en serio”, decía el marchante de arte Larry Gagosian. Además cuenta con un súperpoder que pocas estrellas poseen: la lucidez de una visión libre de drogas. En sus propias palabras: “Soy dura, soy ambiciosa y sé exactamente lo que quiero. Si eso me convierte en una zorra, me parece perfecto”. Ella deja loco al patriarcado “porque no se está quieta en ningún rol, porque hace lo que quiere y como quiere, cosa que constituye una rareza en una mujer”: “De virgen a puta, de princesita a macarra, Madonna menea los extremos de los arquetipos femeninos y, entre que va y que viene, genera un espectro intermedio que antes de su paso no existía”, subrayan Viñuela y Mar Álvarez.
Icono gay
Madonna también supo erigirse como icono LGTB, y no sólo por su férreo activismo contra el sida. Lo explica Borja Ibaseta: fue gracias al “uso de la iconografía religiosa de la tradición judeocristiana, que está íntimamente relacionado con el público gay, como lo está el empoderamiento de la mujer y el discurso feminista, el uso del cuerpo como herramienta de visibilización, apropiación y expresión, el uso de la música, el baile y la pista como lugar de creación de relaciones humanas; o la desmitificación y ruptura de tabúes sexuales”.
Hay mil maneras de analizar a este diamante: por su música, por sus vídeos, por su rol en la era MTV, por la sexualidad, por la publicidad, por las revoluciones sociales. En Bitch She’s Madonna, diferentes expertos muerden su figura por todos estos vértices, pero acaban aclarando que aún quedan muchas páginas por escribir sobre una artista inagotable. Ella funciona así, en impulso constante: “Cuando tengo hambre, como. Cuando tengo sed, bebo. Y cuando tengo ganas de decir algo, simplemente lo digo”. Una vez pensó en ser como Gandhi, como Luther King o como John Lennon, pero le interesaba más estar viva, y en esa trinchera sigue peleando. “Bitch, I´m Madonna”. Feliz cumpleaños.