Ignatius Farray -Juan Ignacio Delgado Alemany en la intimidad, cuando recupera el tono humano y deja de ser una bestia cómica- es el hombre que todo lo puede; el tipo que consigue generar, muy probablemente, el único consenso de España. Todos están de acuerdo en que es el mejor humorista de su generación. Rabiosamente deslenguado, agudo, airado, arrollador, intuitivo. Nunca se vio nada igual en este país de irascibles, en esta península de ofendiditos de todo bando: Ignatius es un francotirador dialéctico, una raspa en el ojo que ¡encima! mueve masas y crea cofrades de la irreverencia.
Lo demostró en La Vida Moderna y en El fin de la Comedia: hay algo adictivo en esa libertad, aunque detecta sus propios derrapes y hay noches que duerme mal. Es la 'cara B' del tipo del que siempre esperamos que nos haga felices, que nos alivie la presión de las costuras. Conoce el riesgo y lo asume, sin renunciar a una terrible ternura de fondo. Gracias a eso no es un cínico, sino un artista.
Ahora vuelve a deslizar sus dones en la banda Petróleo. Su lema es: "Levántate pronto y encuentra petróleo, acuéstate tarde y pídele perdón a tu mamá" y funciona como una isla musical donde se combate al capitalismo desde el capitalismo. Cuidado: no es broma. "Estamos orgullosos de que nuestras canciones no son cómicas... no hemos caído en esa tentación". Su primera actuación, hoy 1 de agosto a las 20:15 en El Pavón Teatro Kamikaze.
Petróleo.
La idea surgió con Luismi Pérez, que él tiene su banda, Tigres Leones. Nos conocemos desde hace tiempo y habíamos hablado del tema. Hay un grupo inglés de post-punk que nos gusta mucho, The Fall, la caída. Empezó como una broma pero enseguida se nos ocurrió el nombre de Petróleo para la banda, y nos gustó mucho. El tema se quedó ahí aparcado, pero cuando empezó La Resistencia, de Movistar, me pidieron que pensase una sección que no fuese lo mismo que hago en La Vida Moderna. Y le propuse a Luismi lo de Petróleo ya más en serio y nos pusimos a colaborar con La Resistencia. Nos lo hemos tomado a pecho: componer canciones, quedar para ensayar…
¿Qué es el post-punk cristiano?
Bueno, nos referimos más bien a la ola que viene después del punk, que era más ecléctica y yo creo que más divertida que el punk. No duró demasiado. A finales de los setenta y principios de los ochenta surgen bandas muy extrañas… con un espíritu más libre, y cogen influencias de todo tipo, y no se ciñen a hacer canciones de una manera determinada. Era gente excéntrica. En esa consideración pueden entrar muchos artistas, como Talking Heads en EEUU, o, ya te digo, The Fall en Reino Unido. Este año, coincidiendo con el nacimiento de Petróleo, murió el cantante de The Fall, así que ahora nos sentimos un tributo.
¿Y la temática de las canciones es cristiana? ¿Puede gustarle a los creyentes o se sentirán ofendidos?
Yo creo que sí les puede gustar, porque es más bien existencialista. Las letras van de asuntos como si somos felices o no, si estamos aquí para algo, si necesitamos el amor… diríamos que es post-punk cristiano, pero escéptico.
¿Ignatius cree en Dios?
Sí creo en Dios, pero me permito dudarlo. Dudo sobre si estoy en lo cierto. En cierto modo, es verdad que Petróleo es un grupo post-punk cristiano, pero por otro lado no deja de ser una broma. Y al contrario: puede sonar muy loco y en realidad hay algo de verdad ahí.
¿Ahora ser punk, ser transgresor, es ser de derechas?
Entiendo lo que dices, y da un poco de rabia que ciertos tipos de libertades que siempre fueron bandera de la izquierda ahora… no sé. Ahora hay una izquierda muy puritana, yo creo, y se nota mucho en el humor. Intentan ponerle ciertos límites a ciertas maneras de hacer comedia. Lo de poner límites a las cosas siempre ha sido de la derecha, pero ahora es al revés.
Quizá lo que la gente llama “derecha”, que antes estaba impregnada por el catolicismo, ahora es un liberalismo desprejuiciado, amoral. Y desde ahí se puede hacer el mejor humor, sin culpas ni mala conciencia.
Claro, porque desde la derecha puedes sentirte libre desde la desvergüenza. Tienen muy poca responsabilidad porque son muy sinvergüenzas, y eso se puede confundir con ser punki. Son punkis porque son destroyer, porque van a su puto rollo y pasan de todo como de la mierda. Son punkis desde la desfachatez. Entonces da rabia, porque la izquierda se ha contagiado de eso malo que tenía antes la derecha, y a veces ya no entiende la ironía, y no entiende que una cosa es decir las cosas y otras pensarlas de verdad o hacerlas de verdad, y que puede ser una broma. Pasa también en las canciones. Si alguien se dedica a hacer canciones o comedia, para mí tiene un espacio de libertad donde se puede mover… con ese margen para permitirse ciertas licencias. Pero ahora parece que se confunde todo, tú lo sabrás, como este chico rapero…
Sí. Gente que ya no está en España.
Eso (risas). Por hacer canciones. Bueno, pues con la comedia pasa igual. Pero detrás de lo políticamente correcto hay un recorte de libertad de expresión muy puritano. La izquierda debería luchar por conquistar ese terreno de las libertades.
Sabes que ahora que tienes un grupo ya estás en el campo de visión de la Audiencia Nacional.
(Risas) Siempre.
¿Cuál es el Petróleo de nuestros días en España? ¿De qué es la metáfora?
Es el capitalismo. Nos parecía que el petróleo era la raíz del mal, la raíz del mal absoluto de nuestros días. Nos gustó la palabra también, sonoramente. Nos gustó como símbolo del descenso a los infiernos.
¿Cuánto de ti es Ignatius y cuánto es Juan Ignacio?
Te estará dando la sensación que le da a mucha gente, que es lo que me dicen… que cambio mucho de estar dentro o fuera del escenario. Y yo lo admito. Es evidente. Pero al mismo tiempo considero que lo que yo hago no es un personaje, porque no me paro a premeditarlo, a pensar de antemano cómo debe ser ese personaje o en qué parámetros debe moverse. Intelectualmente nunca he pasado por ahí.
No es una estrategia de márketing.
No, no (risas). Seguro. Digamos que de manera visceral, por nervios o por ansiedad, me sale esa manera de comportarme. Quizá no es como yo quisiera comportarme. No soy capaz de llevar las riendas de la actuación, y es cuestión de carencias, como cómico y por supuesto, como cantante. Nervios y ansiedad. No hay nada diseñado.
¿Y qué sucede cuando tienes un mal día o cuando estás triste? ¿Cómo disimularlo siendo el tuyo un humor tan enérgico, tan histriónico? Se te debe notar más que a los humoristas de perfil más moderado. ¿Qué pasa cuando no tienes ganas de jugar?
Mi experiencia personal me dice que me sale mejor esos días. Cuando estás desilusionado o decepcionado, cuando te estalla tu vida real, digamos… te sale ahí un refugio. Acabas entrando en el escenario como en una especie de refugio y te acabas sintiendo bastante cómodo. Al principio no, pero con el tiempo me ha pasado, me ha ido sucediendo esto: te olvidas del día a día y te olvidas de que tu vida es una mierda para entretener a la gente.
En La Vida Moderna tenéis la coña de “fascismo del bueno” o “del malo”. A Andrea Levy, cuando la entrevistasteis, la coreasteis al grito de “fascismo del bueno”. ¿Y Pablo Casado, qué es?
(Risas). Pablo Casado es fascismo cuñado. Es fascismo del malo. La expresión “fascismo del bueno” surgió en La Vida Moderna hablando de Los Ramones y otras bandas que, rozando el post-punk, precisamente, empezaron a lucir símbolos nazis irónicamente. También lo había David Bowie. Eso era fascismo del bueno, porque era un fascismo irónico que se apodera de los símbolos de la ultraderecha para reírse de ellos, nunca para hacer bandera. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que es una broma. Pero Pablo Casado no entra ahí.
¿Es posible un Ignatius Farray en una hipotética España gobernada por Pablo Casado?
¡Claro! Con Casado como presidente vendrá la mejor comedia de España (risas). Sólo así se tiene sentido. Las épocas doradas de la comedia siempre vienen con los recortes sociales. En Reino Unido pasó en los ochenta con Margaret Thatcher, y en los setenta en EEUU con Nixon… la comedia muchas veces se abre paso desde un punto de vista contracultural.
Para la comedia, ¿se había quedado débil Rajoy?
Se quedó como alguien entrañable. La comedia funciona mejor en la contracultura. Por ejemplo, creo que las mujeres están haciendo muy buena comedia y que esta es su época. Que hablen de lo que quieran. Me recuerda un poco a lo que pasó en los setenta con los negros, que luchaban por sus derechos y hacían comedia revolucionaria. Hoy le toca el turno a las mujeres.
Desde el feminismo, me pregunto a veces: ¿somos demasiado irascibles? ¿Tenemos que relajarnos un poco? Hay quien te ha atacado por bromear sobre el acoso, por ejemplo.
Yo me siento comprendido porque hay muchas de mis amigas que me entienden y les parece gracioso lo que digo. Pero a la vez noto que el feminismo muchas veces cae en posturas intransigentes que a lo mejor no son del todo justas. También hay chicas feministas que critican esa intransigencia. Caitlin Moran habla de una tercera ola feminista en la que se incorpora la comedia. Cuando el feminismo es capaz de reírse del feminismo y ese reírse de él no es menospreciarlo, sino todo lo contrario, es hacerlo trascender. Es como “estoy tan segura de que estos son mis valores y tengo tanta confianza en esto que me permito reírme de mí misma”. Eso supone tomárselo muy en serio. De todos modos, te digo que un cómico puede meter la pata. No porque yo haga comedia significa que todo lo que diga tiene que ser válido. He metido la pata muchas veces y siento remordimientos.
¿En serio? ¿Te arrepientes de algo?
Claro. A veces dices algo sobre la marcha y… a lo mejor lo mismo dicho en otras circunstancias queda bien, pero ahí no. El humor requiere de cierta complicidad… y si intentas forzar la situación y acabas diciendo algo para lo que no era el momento, pues te sientes mal porque te das cuenta de que te ha salido mal. El ambiente se ha enrarecido, la cosa se ha torcido, la gente no se está riendo… yo siento mucho remordimiento porque pienso que he hecho mal mi oficio.
¿Notas que hay temas que son más susceptibles que otros para meter la pata?
No tanto eso. Se puede hacer comedia de cualquier tema, pero no comedia de cualquier forma. Yo puedo bromear sobre el feminismo, sobre el suicidio, sobre temas muy delicados… pero cuanto más delicado el tema, mejor tiene que ser la broma, más fino tiene que ser el chiste. Si lo hago mal, si fallo, tengo sentimiento de culpa.
Ese concepto de “culpa” sí que es cristiano, ¿no?
Sí, porque tengo esa formación, ese arrepentimiento… no soy frívolo, no hago una broma mala y me voy frívolamente. Yo he pasado noches sin dormir después de una actuación. No es bonito. Luego me da la sensación de que la gente no sabe esto o no se lo imagina, porque por la manera que tengo de hablar o de expresarme… parece que paso de todo, pero todo lo contrario. Me gusta jugar en el límite, encontrar ese equilibrio y pasarme de la raya en un margen tolerable. Pero meter la pata no es cosa bonita.
¿Sacar a Franco de El Valle de los Caídos es Memoria Histórica o comedia?
Es comedia. Hay tanta tensión ahí que automáticamente Shiva se abre paso (risas). Son temas en los que tú sabes que va a haber sentimientos cruzados y gente que se toma a sí misma muy en serio. Está todo el caldo de cultivo ahí. Sabemos que Shiva va a aparecer.