"Nooooo... Eso no es verdad, no te creo. ¡Wow! Es ridículo, una locura. No sabía eso". David Guetta abre los ojos incrédulo y frunce el ceño. Está en Madrid para presentar su séptimo álbum de estudio; y la rueda de prensa transcurre tranquila hasta que el periodista de la agencia Efe le recuerda la polémica todavía sin cicatrizar por la cancelación de su concierto en Santander el pasado 28 de julio. El dj francés y su séquito no han devuelto a los promotores la totalidad de su chaché; y estos, por lo tanto, no pueden reembolsar al público el importe de las entradas. Nadie quiere hacerse responsable del dinero y Guetta trata de escabullir la pregunta diciendo que no sabe nada.
"Es importante que se sepa que la gente no me paga a mí. A mí me paga el promotor. Y el fijo es el mismo si van diez o 10.000 personas", explica sorprendido el músico, de aspecto fresquísimo a sus 50 años, que aguanta subido al escenario mientras otros dj's más jóvenes dejan de pinchar para tomarse un respiro, agotados por las fiestas y los viajes, como Harwell. Y se justifica: "Juro y puedo probar que sí he pagado. Hago 100 fiestas al año, por lo que no cambia nada ahorrarme ese porcentaje pequeño. Si no hago mi trabajo no me pueden pagar. Esa información loca que no he pagado parte del dinero... Voy a llamar a mi manager ahora mismo".
Guetta parece querer resolver el entuerto: "Es una locura pero estoy feliz de poder hablarlo porque he recibido mensajes en Instagram de gente enfadada y no lo entendía", aunque amenaza con huir hacia adelante: "Estoy feliz de ir a juicio, no tendría problemas. No soy perfecto, pero no necesito robar a la gente. Es ridículo", repite. Al dj francés se le agria la expresión teniendo que hablar sobre la suspensión del concierto, la segunda de su carrera —"no es mi estilo"—, por culpa de un avión averiado que no podía despegar de Moscú. "Esperé dos, tres, cuatro horas, pero nada".
En cualquier caso, el proceso en el que deberán dirimirse las posibles responsabilidades por su incomparecencia se desarrollará en Londres, según han señalado a la agencia Efe los organizadores del concierto. Por otra parte, más de 600 de los asistentes al concierto que nunca se celebró, se han agrupado en una demanda colectiva, que se presentará en los juzgados a finales de este mes, para reclamar a la organización el importe de las entradas, de unos 50€ de media. La polémica, aunque Guetta así lo creyese, está lejos de enterrarse.
En el apartado puramente musical, en el álbum 7, el primero en los últimos cuatro años, el músico francés combina la parte electrónica con otra música más comercial, con artistas como J Balvin, Justin Bieber, Sia o Nicki Minaj. "Este álbum es un ejercicio de productor consistente en hacer música de muy diversas maneras. Para mí la música simplemente es buena o no. Lo demás es evolución. Lo que hoy es underground acabará siendo pop en el futuro", concluye el dj, que pese al mal trago de lo de Santander, lanza: "Me siento muy importante hoy".