Cantaban los Golpes Bajos en los años de La Movida que eran “malos tiempos para la lírica”: su imaginario eran ratas corriendo por el callejón, madres bajando con el cesto, colecciones de moscas, burbujas de champán tristes. Tenían un puto oscuro, sórdido y doloroso, como un cuadro hiperrealista con el que a uno le sangran los ojos. Tenían un punto misántropo, un no sé qué medio hondo y suicida, un reproche constante de adolescente insatisfecho. “No salgas a la calle cuando hay gente. ¿Y si no vuelves, y si te pierdes? Escóndete en el cuarto de los huéspedes...”, tarareaban en una de sus canciones más conocidas, No mires a los ojos de la gente.
Cena recalentada: la vida era eso y los Golpes Bajos lo sabían, un lugar caliente al que nunca se llega a tiempo, un paraíso que siempre está un poco más allá. Esto iba de la búsqueda, no del premio, pero qué mal le sabe a uno ir un paso por detrás de lo que quiere. Por eso Iván Ferreiro versiona ahora las 19 canciones que los chavales -el fallecido Germán Goppini, Teo Cardalda y Luis García- compusieron en su corta y potente trayectoria; porque entiende de desazón y de descaro. No se corta y también sangra. Es la mecánica del artista de médula.
Este disco es un abrazo a aquellos niños un poco tristes pero muy poderosos, a esos críos de barrio que tenían mala hostia y poesía urbana para enterrarnos a todos. Iván Ferreiro era fan fatal. Escuchaba sus discos todos los días antes de dormir. Por respeto a sus propios recuerdos y a su vieja admiración ha intentado “ser lo más fiel posible a las canciones originales”. “A veces, cuando hago versiones, las destrozo, les doy la vuelta y cambio cosas. Pero ellos tenían una forma de tocar muy rápida y agresiva y yo quería ser muy fiel en ese aspecto, que sea un homenaje al grupo, no a las canciones”, ha explicado el cantante, aunque sea mentira: cada vez que se sienta al piano e improvisa una versión, le entran calores a las originales.
La rabia verbal de Golpes Bajos le viene a Iván que ni pintada, porque anda mosqueado con la represión a la libertad de expresión en España: “Hay que decir las barbaridades que podamos, y creo que este disco no se calla, por ejemplo con la canción La reclusa, que habla de un maltratador hijo de puta, y habrá algún idiota que diga que no se puede cantar eso, pero es que yo aprendí lo que no quiero ser escuchando este tipo de canciones”. Aquí hay una grieta hacia lo prohibido, el lugar favorito de las mentes que viajan.
Dice Ferreiro que éste es el mejor momento para escribir: ahora que todo es material sensible, ahora que "el sistema es una mierda". Más protesta. Más bromas bestias.
Otros discos para disfrutar:
-Waiting for the sun, de The Doors. Se publica la edición de su 50 aniversario.
-Seven, de David Guetta, donde el presunto dj moroso coquetea con el reguetón.
-True meanings, de Paul Weller. Hasta homenajea a Bowie, tontea con el folk-pop y se pone tierno y melancólico.