Cuando se grabó el Doble Blanco, el White Album para los puristas, los Beatles eran un grupo profesional. No lo habían sido hasta hacía muy poco. Realmente, siempre aspiraron a ser mejores, a ser pioneros, a retarse a sí mismos y unos a otros -sobre todo Paul y John, la pareja de baile más adinerada de los créditos compositivos de la historia de la música-, pero en realidad, nunca a ser profesionales. "La culpa de todo la tiene Yoko Ono", cantaban Def con Dos hace ya 23 años... y quizás algo de razón tenían. Pero en realidad era la madurez, personal y creativa, la que los había llevado hasta unas sesiones, en los estudios de Abbey Road -todavía llamados EMI Studios a secas- en las que la tensión convivía con la camaradería.
Cada uno de los cuatro sabía bien qué quería. Incluso el propio Ringo, a quien la leyenda le otorga un injustísimo papel secundario en lo musical y un simplísimo papel de enlace -de pegamento de amistades- en lo personal. Un 22 de agosto de 1968, en pleno trabajo de preparación del gran doble álbum, dejó la banda. El más mayor de los Fab Four comenzó a dudar de su auténtico talento -era un batería innovador y un percusionista muy creativo- y a sentir que su otro papel entre los chicos -era el de personalidad más dúctil, y como último en llegar al cuarteto cuando ésta ya estaba formada desde los años de instituto, igual de cercano a los otros tres- ya no funcionaba.
1. 'Back in the USSR' (Lennon & McCartney)
En aquellas dos semanas en que Ringo dejó los Beatles y se fue a Cerdeña con su esposa y los niños, Paul McCartney aprovechó para sentarse a sus tambores y registrar por su cuenta la batería de Back in the USSR. Paul era un genio musical de nacimiento, simplemente tomaba un instrumento y al rato sabía sacarle sonido. Y en el puesto de Ringo se defendía con profesionalidad y gracia. Lo mismo que a la guitarra: así que tomó también las seis cuerdas de John y de George e hizo lo mismo. Y no digamos a la voz: bajo su cara de niño, Macca guarda un registro rockero que sorprendió desde el primer día a George Martin, productor y por derecho quinto beatle hasta poco antes del final -aunque después también-.
La pieza que abre el Doble Blanco inaugura el elepé a lo loco, con un avión tomando tierra en el aeropuerto de Moscú... o eso pretendía Paul: "Quería que sonara a soviética, la canción tenía que ser fría, un rock'n'roll soviético". Todo nacía de un pique con los Beach Boys que venía de un par de años atrás: los cuatro de Liverpool parieron Revolver (1966) y sólo les compitió el Pet Sounds (1966) de los cinco niños del sueño americano. Cuando salió a la venta el Sgt. Pepper un año después (1967), Brian Wilson admitió la derrota.
McCartney quiso dar la puntilla: si al otro lado del charco los Beach Boys habían hecho de California Girls una obra maestra que transportaba a la playas soleadas cuando era pinchada en las radios, los surcos del vinilo de Back in the USSR "tenían que llevarte a Rusia".
2. 'Why don't we do it in the road' (Lennon & McCartney)
No es la única pieza rockera del White Album en la que Paul se quedó solo en el estudio. El corte número 14 del primer disco, Why Don't We Do It in the Road, tiene al bajista como ejecutor de todos los instrumentos, salvo la batería, añadida después en otra toma por Ringo, a sugerencia del productor, George Martin.
Claro, en esta pieza es indetectable la influencia de la mística hindú que los Beatles habían empezado a frecuentar, por iniciativa de George Harrison. Sin embargo, está ahí: los dos versos únicos que componen la letra dicen exactamente lo que uno imagina, "una propuesta indecente para follar como monos". Paul se inspiró en dos macacos que vio copulando en una cuneta mientras él daba un paseo en el campamento de meditación trascendental de Rikishesh.
3. 'I'm so tired' (Lennon & McCartney)
La culpa de todo no la tuvo Yoko Ono, quizá la compartió entre otros con el Maharishi Maesh Yogui, un gurú que dirigía campamentos -y sus manos donde no debía, se supo luego- en Rikishesh (India). Allí impartía lecciones de meditación trascendental y los Beatles fueron en grupo a uno de ellos... George Harrison fue el único que se quedó, impresionado e imbuido de la cultura india y la religión hindú. Pero John, no. Lennon se aburrió "solemnemente".
Hay quien atribuye a ese campamento parte de las razones por las que los Beatles empezaron a separarse. Nada pasó allí en concreto que lo impulsara, pero con los bolsillos llenos, las parejas estables, algunos con hijos y pasado ya el ecuador de la veintena todos ellos, la eclosión definitiva de sus talentos creativos e intereses personales empezaba a tomar caminos distintos. Lo que es indudable es que la razón por la que nació esta canción en la mente de John Lennon es la raíz de que el Doble Blanco fuera un disco de cuatro profesionales: cada uno quería una cosa en sus piezas, y los otros, esencialmente, se debían plegar.
El Maharishi imponía reglas estrictas para todos -menos para él, se supo luego- y horarios espartanos en Rikishesh, y John, de natural inquieto, era incapaz de tanta disciplina y silencio. Una gran parte del material grabado unos meses después -entre mayo y octubre de 1968, muchas más sesiones de las contratadas, pero nadie se atrevía en EMI a rechistar a los chicos de oro- había sido compuesto por cada uno en absoluta soledad... y así cada uno era tan dueño de sus ideas como de los sonidos que habían imaginado para esas piezas, el dúo compositivo Lennon & McCartney fue mentira en casi todos los casos por primera vez en este trabajo. La letra de esta canción lo dice todo: John no podía dormir, echaba de menos a Yoko, agarró la guitarra y se desahogó.
4. 'Sexy Sadie' (Lennon & McCartney)
Que al Maharishi se le conocieron después algunas cositas presuntamente delictivas es vox populi. Aunque Paul y George lo han negado, durante la estancia de los cuatro en el campamento de meditación del gurú, éste fue acusado de haber tratado de abusar de una chica estadounidense, probablemente Mia Farrow, quien compartía estancia en Rikishesh con los cuatro de Liverpool.
De hecho, la pieza Sexy Sadie (quinto corte del segundo disco) se titulaba originalmente Maharishi, cuando John la garabateó en la India. Y en los primeros versos le reprocha sus incongruencias y que los tratara como idiotas, tratando de aprovecharse de su fama y dinero.
5. 'Blackbird' (Lennon & McCartney)
La firma es de dos, pero la pieza entera -su concepción y ejecución- es de solo uno: Paul McCartney pudo bien guardarse esta preciosa balada para más adelante, cuando sólo un año después las tensiones acabaran con el grupo y él iniciara las sesiones de su primer álbum en solitario, McCartney (1970). Hay una guitarra acústica, su voz y su zapato marcando el ritmo contra el suelo. Bueno, y un mirlo, un Blackbird, que da nombre a la canción.
Pero sólo nombre, porque no va de eso. De los Beatles se dijo -y era cierto hasta Rubber Soul (1965)- que sólo hacían canciones de amor y como mucho desamor, que ninguna letra los trascendería. De hecho, si Yesterday (Help! 1964) es una pieza histórica es más porque lo evocador del título encaja a la perfección con su hermoso sonido que por sus versos, bellos sí, pero evidentes. Ambas canciones entroncan no sólo porque en el álbum Love (2006) -un remix y remaster de algunas de sus piezas elaborado para un espectáculo del Circo del Sol- Blackbird se funde como introducción de la más famosa composición de Macca, sino porque aquélla había sido la primera vez en que Paul se guisó y se comió él solito una canción.
Decíamos que en este caso sólo el título de Blackbird hace referencia al mirlo. La pieza, en realidad, está inspirada por los disturbios raciales de EEUU acaecidos en la primavera de 1968. El salto poético entre ambas composiciones es abismal. No en vano, si Yesterday hubiese guardado su título original, Scrambled Eggs (huevos revueltos), muy probablemente no habría pasado a la historia de la música. De hecho, Paul no la hubiera grabado... pero eso es otra historia.
6. 'Piggies' (Harrison)
Que nadie diga que los Beatles eran los buenos y los Stones los malos. Ni que George Harrison era un místico que levitaba entre inciensos y mirras. Esta pieza, que evolucionó en la cabeza del más joven de los Beatles durante un par de años hasta que vio la luz en el Doble Blanco, podría ser una de las preferidas de cualquier movimiento indignado de hoy en día. Los Piggies ("cerditos", corte 12, primer disco) son los banqueros, los poderosos. El tono juguetón y barroco, y la metáfora, tonta a la par que algo soez para la época, pretendía esconder la ira que guardaba en su interior el tercer genio de la banda, soslayado casi siempre por la pareja icónica que hacían John y Paul.
Si no fuera porque la pieza es del guitarra solista del cuarteto, bien podría haber sido compuesta por Lennon, gran dibujante y magnífico humorista de los juegos de palabras. De hecho, los expertos le atribuyen el verso en el que se insta a los cerditos a coger cuchillo y tenedor para comerse su propio bacon.
George Harrison, tomado por un chico callado y solitario, guardaba en realidad una personalidad volcánica y un carácter muy fuerte. De hecho, fue él quien más tiempo guardó rencor a los manejos de McCartney tras la ruptura del grupo a finales de 1969. Quizá tardó más en hacerse hueco con piezas serias por ser algo más joven que éste y Lennon y por tener que luchar contra un polo tan poderoso de producción de buena música en tan poco tiempo... no olvidemos que la presencia de los Beatles con discos originales en las estanterías no llegó a los siete años de existencia.
7. 'While my guitar gently weeps' (Harrison)
Hemos dicho antes que George Martin es quien más mereció el título de quinto beatle, por su presencia e influencia durante la casi totalidad de la obra de estudio de los cuatro de Liverpool. Pero quien por talento e importancia podría haber llevado esa medalla en este trabajo fue Eric Clapton. Tiene guasa que la pieza en la que su gran amigo George homenajea a su posesión más preciada, la guitarra Gretsch de pala enorme que solía utilizar, sea ejecutada en una Fender a los mandos de Manolenta.
While my Guitar Gentley Weeps (séptima pieza del primer disco) estuvo a punto de no ser registrada. Paul y John no la veían, y Ringo no mostraba interés, pues la versión original ideada por Harrison no incluía percusión, sólo una guitarra acústica y la voz. Tras muchas tomas infructuosas, Clapton fue invitado a las sesiones y, aunque receloso el rey del blues blanco, acabó cediendo y ejecutó un poderoso soporte sonoro y un histórico solo de guitarra, eso sí, tratando de sonar a beatle, no a sí mismo.
8. 'Good night' (Lennon & McCartney)
Desde los inicios de la banda, John y Paul se empeñaron en que fueran un verdadero grupo de amigos, una familia, aunque aquello se estaba rompiendo, como hemos visto. Pero también en el Doble Blanco hicieron una pieza para que la cantara Ringo Starr. De hecho, la compuso John, él solo, pues era una canción de cuna para Julian, el retoño de penalti que había causado su tormentoso matrimonio con Cynthia Powell, destinada en principio a ser sólo una novia más.
La canción, con ese título, no podía hacer otra cosa que cerrar la cara B del segundo disco, y servir de despedida exuberante al trabajo cumbre de los cuatro de Liverpool. Después del Sgt.Pepper, el desafío para superarse había sido enorme y, si bien éste es el más famoso trabajo de los Beatles, es consenso de la crítica considerar al White Album la obra cumbre en creatividad musical, al menos, de cada uno de ellos.
Su ubicación también es estratégica porque recoge al escuchante después de la tortura china -o japonesa, dada la influencia de Yoko en su concepción- que suponía aguardar el paso de la aguja por los más de ocho minutos de surcos de Revolution 9, también obra, y sobre todo responsabilidad, de Lennon.
9. 'Don't pass me by' (Starkey)
Pero si Ringo luce en este doble trabajo de los Beatles es realmente en Don't Pass me By (corte 14 del primer disco). En un doble con 30 canciones parecería del todo cruel no dejarle colar una composición suya, la primera de la carrera discográfica del cuarteto. Por mucho que de ella se hubieran mofado sus amigos durante los últimos cinco años. La melodía había sido ideada ya en el año 1963, el del debut de los Fab Four con el elepé Please Please Me, pero nunca había recibido el pase de sus colegas.
De hecho, Paul fue tan indiscreto como para arrebatar el micrófono a su compañero y utilizar sarcásticamente algunos de los versos de la canción -Don't pass me by/ Don't make me cry/ Don't make me blue ("no me ignores, no me hagas llorar, no me pongas triste")- interrumpiendo una respuesta de Ringo, a quien le acababan de preguntar por si él también componía.
Es cierto que la carrera en solitario de Richard Starkey -verdadero nombre del frikie de los anillos y borrachín Ringo- fue y es la más deficiente de los cuatro, y eso demuestra que quizá su genio no estaba en idear las notas, pero esta composición no desmerece en nada a otras que habían sido registradas en trabajos anteriores o incluso en éste.
Quizás al final coló la canción porque sus amigos querían que volviera de Cerdeña, porque aún les quedaban cosas por hacer, como acabar el Doble Blanco, publicarlo hace hoy 50 años, y preparar un par de vinilos más... pero ésa es otra historia.