“Yo soy las croquetas de la mama, ellos, el Burguer King”. Lo dice 'La Zowi Puta', el nuevo icono femenino ¿y feminista? del trap patrio, una mujer nervio que lo mismo se viste con cuerdas de cuero y aprieta los tatuajes del brazo que se calza el chándal dominguero y se graba recogiendo la colada. Su imaginario oscila entre el barrio, el hogar y la más sórdida de las discotecas: ella quiere recordar que lo doméstico es sexy y que se puede ser igual de femme fatale sobre una encimera, junto a los platos recién fregados, que en un sofá de pub hortera, bien ribeteado de blanco y plata.
La Zowi posa en el párking, tumbada en un tobogán con su hijo -se llama a sí misma "dirty mami"-, lanza besos y agita las uñas largas en bata de casa o comiendo una empanada. Con su estética, con su imaginario, hace una afortunada apología de la hembra de extrarradio, de la joven altiva y segura de frases escuetas pero cargadas de punch que no ha dejado de tener presente que hay que llenar la nevera y remendar calcetines: en definitiva, que no se ha olvidado de la vida en su cara menos sofisticada y más humana. Tiene algo de esa Yo soy la Juani que dibujó Bigas Luna en 2006. Niña obrera con rabia y ciertos sueños de grandeza, pero también con una ternura terrible de fondo.
Hay algo más: su concepción de mujer poderosa pasa por su constante sexualización. Su primer hit, Mi chulo, lanzado a Spotify en 2016, iba dedicado a “los papis chulitos”: “Oye, papi, ¿dónde estabas metío? Estás sucio, tienes cara de sufrío. Te lo dije, esas gatas tienen vahído, ven, cariño, yo te enseño el camino”, recita. Ya desde entonces se refería a sí misma como “puta”, en frases como: “Él no tiene pistola pero dispara, yo soy la única puta que le carga las balas” o “Libera el estrés, tráete una puta y lo hacemos los tres”. De nuevo, el imaginario doméstico: “Papito, quédate a comer sofrito, vamos a hacerlo y a fumar porritos”.
"Puta", el lenguaje revertido
En Obra de arte regresaba a esa idea del erotismo emancipador: “Puta, tengo mucho arte, tengo tó los trucos para engatusarte, bitch, soy una obra de arte, soy la Mona Lisa fumando tate”, de alguna manera en la línea de la intelectual francesa Virginie Despentes, quien siempre recuerda que escribe “por las que follarían con cualquiera que quisiera hacérselo con ellas, por las más zorras, por las putitas”, entre otras expulsadas del concepto de “la mujer que se debe ser”.
La Zowi juega con el lenguaje para revertir su significado. Para que las palabras que antes humillaban ahora fortalezcan. Del mismo modo en que el colectivo LGTB se hizo con conceptos tradicionalmente insultantes como “marica” o “maricón” -ahora pueden ser usados como expresiones cariñosas con las que muchos homosexuales se autodefinen o llaman a sus amigos, sean o no gays-, esta trapera abraza el despectivo “puta” y se bautiza con él.
“Puta”, para La Zowi, es la mujer insumisa que exprime su sexo para estar por encima de los hombres, para hacerlos dependientes de ella: la “puta” conoce el poder de la sexualidad y lo usa para doblegar, para vacilar, para conseguir sus objetivos. El hombre deseante es un pelele. La deseada manda.
Romper el canon de la "virgen"
Esta “puta” viene a contradecir a la “virgen”, es decir, al otro modelo de mujer instaurado en el imaginario machista. Desde Mesopotamia hasta hoy: siempre la “ramera” y la “esposa”. La Zowi Puta es un ser libre que no fantasea con el amor romántico y recuerda constantemente, en sus temas, que no tiene “dueño ni marido” y que no necesita “un anillo” para ser "tu esposa". Rompe el canon de la chica buena que sonríe, impecable, en las fotos. Tampoco necesita al hombre como proveedor económico, ella sola se basta -“Todo lo que toco se convierte en oro, me voy a comprar una cadena que me llegue al toto”- y está por encima del qué dirán: “Me están mirando mal to’ las vecinas”.
Aún guarda fuelle pare reivindicar todos los cuerpos femeninos, con énfasis en las curvas -“Mi puta tiene el culo gordo, tu puta una XS”- y para hacer de la vagina un nuevo punto de poderío, como los hombres han hecho tradicionalmente con su pene o sus testículos. “Zorras, uñas, lo tengo como una cuña”, canta en un tema. Y sigue: “Cómeme el coño, hope you like, que aproveche”.
¿Feminismo liberal o radical?
El problema de La Zowi -que señalaría el feminismo radical, frente al liberal- es que para neutralizar la hegemonía masculina acaba emulando los peores vicios testosterónicos: si ellos sexualizan, ella también; si ellos aluden a su miembro como fuente de autoridad, ella también. Se convierte en un Ama de casa porno -ahí el título de su nueva mixtape- y por un lado es inédito y transgresor, porque visibiliza a la mujer que dedica horas y esfuerzo al cuidado del hogar y la familia; pero por otro lado se convierte en una fantasía sexual recurrente del hombre. Le pone en bandeja su cosificación.
Es esa otra de las grandes diferencias entre la corriente del feminismo liberal y el radical. La primera sostiene que si la mujer presta su cuerpo voluntariamente -porque ahí encuentra la emancipación-, no está siendo realmente cosificada; la segunda entiende que, a pesar de las buenas intenciones, se está sirviendo a una estructura machista, se está respondiendo a los deseos del hombre. Y del sistema, que corre a rentabilizarlos.
El feminismo radical señala la falacia de la libre elección. Lo explica la filósofa Ana de Miguel en Neoliberalismo sexual (Cátedra): "No cualquier cosa que escoja una mujer va a ser feminista. A una mujer le puede empoderar abrir una empresa y dedicarse a explotar a otras mujeres. ¿Eso es feminista?", lanza. Y se refiere a Pedroche cuando señala lo siguiente: "Una mujer que va a dar las campanadas de Fin de Año y se viste medio desnuda y manifiesta que nunca se ha vestido ni sentido tan libre, por ejemplo. Ella que haga, efectivamente, lo que quiera, pero eso no es un acto que se pueda calificar de feminista. Y sin pretenderlo, puede tener otro tipo de consecuencias como que un empresario diga a sus camareras: 'Vosotras vais a venir a poner las copas medio desnudas, pero, ojo, solo las que quieran. Las que no, pueden marcharse, tengo a otras tantas esperando en la calle que sí querrán'", explicó en una entrevista a Smoda.
El mismo debate surge con la regulación de la prostitución (feminismo liberal) o su abolición (feminismo radical). Algunas de las críticas que ha recibido La Zowi por su último vídeo, Putas, -donde aparecen varias mujeres en tanga bailando y amasando billetes en una suerte de burdel- es precisamente la poca conciencia que muestra respecto a una problemática que, en la mayoría de los casos, se canjea en trata y explotación de mujeres. No hay crítica. No hay mensaje. Sólo exaltación de la sexualidad.
A este respecto, parece que La Zowi se identifica con el feminismo liberal. Lo dijo en un cuestionario a Indie: "Sí, soy feminista: creo en la igualdad entre mujeres y hombres. Pero realmente no me siento representada por el tipo de feminismo que intenta avergonzar a las mujeres que se sexualizan a sí mismas. En mi casa no hay diferencia entre hombres y mujeres. Eso es seguro".