Sara Socas (Tenerife, 1997) llegó a Madrid en 2015 para estudiar un doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Lo que no sabía es que el rap se convertiría en su afición y en su nueva forma de vida. Concretando, lo suyo es improvisar. Le das una palabra, una temática o un concepto, da igual, que ella rapea elaborando frases ingeniosas repletas de musicalidad y figuras literarias con el propósito de 'atacar' a su rival. "A mí lo que más me gusta es hacer juegos fonéticos, muy al estilo de Ayax y Prok", confiesa mientras se lía un cigarrillo bajo un sol cegador cerca de las Cuatro Torres de Madrid.
Las batallas de gallos —así se denomina el espectáculo en el que dos raperos se atacan entre ellos improvisando sobre una base de hip-hop— han tenido un crecimiento exponencial los últimos años. Para la final nacional de 2018, la cual se celebró en el WiZink Center, se vendieron 15.000 entradas y ahora Socas se juega la plaza en la final regional de Cádiz. Pero no solo se dedica al rap. Por las mañanas trabaja en un taller de menores donde ha conocido los problemas de chavales entre los catorce y diecisiete de primera mano. "Algunos tienen padres drogadictos, otros simplemente han crecido en barrios conflictivos". También destaca la presencia de refugiados en el centro: "Son los que más ganas tienen de participar y aprender".
En apenas tres semanas será una de las dos únicas mujeres que participarán en la edición de Red Bull Batalla de los Gallos de 2019, donde competirán con otros 38 hombres. Su compañera Erika participa por cuarta vez y el 11 de mayo será el estreno de Sara. Hasta ahora ha participado en batallas de parque y en otras competiciones como Batalla de Maestros de Tenerife, en la que cayó en semifinales.
¿Cuándo conociste el rap y cómo entraste en las batallas de gallos?
Yo escucho rap desde los diez años, sobre todo en inglés. Imagínate, tengo un hermano al que le gusta mucho y me lo pegó. Las batallas vinieron muy de casualidad. Yo sabía que existía el freestyle (improvisación) por la película de Eminem de 8 millas pero más allá de eso no sabía casi nada.
En verano de 2016 vi a unos chavales improvisando y me hizo gracia. Empecé con ellos y a partir de ahí entrené por mi cuenta. Conocí a unos chicos del colegio mayor en el que vivía que también rapeaban y nos pasábamos el día improvisando. Luego ya en 2017 me apunté por primera vez a una batalla.
Todos los que yo veía rapear al principio eran hombres. Y supongo que el hecho de descubrir a Erika2Santos me influyó en ese proceso de apuntarme. Después fui conociendo a otras raperas de Argentina y demás países latinoamericanos.
¿Por qué crees que hay tan pocas mujeres en el rap?
Porque es un mundo muy masculinizado donde sienten que no hay lugar para ellas. Creo que, inconscientemente, mucha de la gente que dice que el rap es tanto para chicos como para chicas no lo demuestra. Por ejemplo, el año pasado hubo una chica cántabra que tuvo que renunciar a su plaza en la Red Bull porque los propios raperos se metían con ella en un vídeo. Ya bastante tenemos con las críticas de la gente como para que personas del mundo en el que quieres entrar te estén negando esa entrada.
Yo personalmente me he apuntado este año porque sentía que sí estaba preparada para dar el salto. El año pasado me decían que lo intentara, “que daría visibilidad a las mujeres”. La visibilidad es algo que yo no he elegido, es algo que me viene y obviamente no voy a renegar de ello; pero también es duro. Yo ahora represento a un colectivo donde si lo hago bien las mujeres son buenas, y si lo hago mal todas las mujeres no valemos para nada. Creo que muchas se cansan de rimas sexuales y de la gente que te escribe solo para insultar. En estos momentos estamos solo Erika y yo. Estamos solas.
Ha pasado que de repente tengo mucha presión. Es como que en estos momentos todo el mundo confía en mí. De decirme que no valía nada han pasado a sobrevalorarme. Solo en Instagram, en mes y medio, me han subido más de 30.000 seguidores. Evidentemente estoy muy agradecida pero siento que tengo que demostrar algo. También creo que esa presión es buena.
¿Cómo te llevas con tus compañeros de dentro de las batallas?
Al principio me veían como “la chica que rapea” o “la chica que hace bulto”. En definitiva, “la chica”. Ahora me ven como Sara y noto ese respeto que tanto le cuesta ganarse a una. Hay que meterse en el rap para cambiar las cosas desde dentro. Si nadie hace nada, nada va a cambiar.
¿Has sufrido muchos insultos machistas por el hecho de rapear?
A mí me encantaría poder rapear de lo que sea, de la temática que me den. Pero son ellos los que me sacan el tema del machismo o del feminismo. Me dicen “feminazi”, “te pongo a cuatro patas” etc. Lo típico. Por hacer unas rimas más inteligentes dime algo más complejo. Lo que más me molesta es que me digan que no merezco estar en el rap solo por el hecho de ser mujer. Fuera de la batalla siempre hay gestos o miradas de superioridad pero nunca he tenido ningún encontronazo directo con ningún rapero o asistente.
Pero esto va para arriba y cada vez hay más chicas. Eso sí, todavía hay una brecha abismal. Cada año, miles de hombres hacen la prueba para participar en Red Bull y solo una decena son mujeres. Pero como digo, cada año hay más mujeres raperas. Las chicas empiezan a quedar por su cuenta para ir al parque, rapear juntas y aprender.
Las batallas de gallos consisten en atacar al otro con todo tipo de recursos. Al gordo siempre le han insultado por gordo, al feo por feo y al que tiene la nariz grande más de lo mismo. ¿Crees que los insultos machistas son un recurso más?
¿Cuál es el límite de la libertad de expresión? Yo creo que en determinada medida puede llegar a ser un recurso pero hay burradas que yo no quiero tolerar. Que digan que me van a violar no me gusta. Si lo piensas, utilizar el hecho de ser mujer como un defecto es muy fuerte. Es un género, todo un colectivo. No es ser feo o estar gordo. Que se metan conmigo de lo que sea, al final te expones a ello en una batalla. Pero que te tiren de mujer como algo vejatorio entiendo que eche para atrás a muchas mujeres que quieren iniciarse en las batallas.
Sois solo dos chicas. Erika y tú. Y ambas os protegéis y lleváis bien, ¿verdad?
Sí. De hecho mucha gente crea sus propias rivalidades. Cuando yo entré en este mundo empezaron a enviarme mensajes diciendo que yo era mejor que Erika o tratando de ponernos la una contra la otra. “Eres la mejor del freestyle femenino”, me decían. No, el freestyle y el rap es mixto. Yo no tengo la intención de destruir la carrera de Erika ni de ningún otro rapero. Simplemente hay una rivalidad sana.
¿Estáis influenciando a las futuras mujeres que participarán en las siguientes ediciones?
No sé hasta qué punto. Yo creo que no hago nada. Hago todo tipo de cosas en mi vida y entre todas esas cosas rapeo por diversión. Pero después me llegan comentarios a mis redes sociales dándome las gracias por dar voz a las mujeres. Y es bonito eso. Es bonito saber que quizá esa chica que me escribe se atreva a participar en la siguiente edición porque le he transmitido confianza. “Gracias por el mensaje que mandas”, me escriben por Instagram. ¿Qué mensaje mando? Si yo digo lo que me sale en el momento. Todas las semanas suelen escribirme ese tipo de cosas.
¿Vas a clasificarte para la final nacional?
Yo creo que no. No lo sé. Mi intención es hacer un buen papel. La gente tiene mucha fe en mí pero yo quiero tantear el terreno a ver qué tal se me da.
¿Y vas a componer canciones?
Yo es que soy un desastre. Todos los que improvisan se han puesto a hacer canciones pero quiero hacer las cosas bien, poco a poco. Mira la Rosalía todo lo que tardó en hacer música. Tengo pensado algún tema que saldrá próximamente pero me lo quiero tomar con calma. No tengo prisa. Las cosas que suben muy rápido bajan muy rápido.
¿Rosalía va a bajar rápido?
Pues espero que no, la cabrona es buenísima.