Las Odio lo quieren todo. Vienen con un segundo álbum, Autoficción, que dispara hostias como panes desde el punk más divertido, más gamberro, más feminista. Hay conciencia, discurso, sátira y fuerza en estas diez canciones: hablan de la falacia de la meritocracia y del ascensor social, de la aventura hercúlea de alquilar un piso en Madrid, del sueño de que los ex se conviertan en amigos, de la ansiedad, del amor abierto, del derecho a la pereza -como decía Lafargue-, y, muy especialmente, de la conquista de la emancipación en un mundo lleno de trabas culturales y socioeconómicas. Lo dicen ellas mismas: "Cuando consigues ser libre, hacen que te sientas rara". Son Paula, Ágata, Alicia y Sonsoles. Riot grrrl o barbarie. No se las pierdan.
“Menudas guarras, no saben tocar, son cuatro payasas”, decís en una canción que satiriza sobre las críticas que recibís. ¿Esto es verdad, os lo han dicho alguna vez o es un recurso literario? ¿A qué tipo de comentarios machistas os enfrentáis con vuestros haters?
Ágata: Sí nos lo han dicho, de manera anónima a través de internet. A nosotras en la cara, digamos… no. Hemos sido más conscientes por internet. Y a través de terceras personas te acabas enterando de todo (risas). Yo creo que la canción ya lo dice bastante. Para nosotras todo ese tipo de recriminación, que es mucho más virulenta hacia las mujeres, es una manera de hacer callar determinadas voces que no interesa que estén. Y, bueno, desde luego por nuestra parte no estamos dispuestas a callarnos.
¿Sentís que por ser una banda de mujeres hay hostias extra? ¿Cómo valoráis la industria en este sentido?
Sonsoles: Por ser una banda de mujeres, se nos cuestiona más. Pero también suceden cosas como, por ejemplo: ahora mismo estamos sacando un segundo disco y está pasando que se nos continúa preguntando en muchas entrevistas únicamente por el hecho de ser mujeres. No se nos pregunta tanto por el propio disco en sí mismo. Entendemos que nosotras tenemos un discurso político que es importante y tiene peso dentro del grupo, pero a veces se deja de lado la valoración sobre la parte más creativa o artística, digamos.
Ágata: Sí, yo creo que no se vive todavía con normalidad. Por un lado hay más crítica (en el sentido de que hay más ojos puestos en ti): si no tocas con toda la técnica con la que deberías tocar, va a haber más gente criticándote que si fueras un hombre, posiblemente. Es como una necesidad de todo el rato probar una excelencia. Y luego, por otro lado, lo que dice Son: limita mucho el discurso al que puedes acceder, parece que tu identidad como mujer está por encima de todo lo que tengas que decir más allá de eso.
Otra de las canciones de vuestro disco, Fieras, me hace pensar en cuántas palabras hay en castellano para llamar “putas” a las mujeres.
Paula: Y las que no han entrado, porque no rimaban (risas).
Me gusta mucho una frase de ese tema: “Cuando consigues ser libre, hacen que te sientas rara”. Os quería preguntar por la cuestión del machismo lingüístico. ¿Cómo lo vivís a nivel creativo?
Paula: Pues mira, nosotras hacemos una canción sobre eso, de momento. Lo que puedes hacer con el machismo lingüístico es combatirlo con tu propio lenguaje. Tener cuidado, porque es verdad que “coñazo” o “hijo de puta”, que son cosas que siempre se dicen, que son sonoras y que tienen un significado muy específico y muy arraigado… Es machismo interiorizado, pero igual puedes currarte un poco unos sinónimos para contribuir a que la cosa cambie de forma normal. No solamente por eso: se utilizan adjetivos que te animalizan para censurar comportamientos de mujeres que ni siquiera es que sean malos, sino que se salen de la norma. Es su forma de corregir. Puedes revertir eso desde tu propio lenguaje.
¿Cuánto hay de activismo en Las Odio?
Paula: Cien por cien. Todo lo que podemos. Bueno, a ver, es activismo musical, porque nos da un poco de reparo cuando nos consideran activistas y realmente hay gente que hace un activismo de base que para mí no es comparable en los mismos términos.
Sonsoles: Para nosotras la herramienta aquí es la música y más allá de eso, en nuestras vidas privadas, y nuestra forma de gestionar el grupo… sí. Pero claro, es cierto que hay gente que hace un activismo mucho más generoso.
Paula: Sí, se merecen esa posición y no tienen el altavoz que tenemos nosotras. Nos da un poco de reparo… nos consideramos activistas, pero nos da cosa por eso.
En alguna ocasión habéis dicho que el “infraunderground” es una posición política.
Alicia: En realidad es una etiqueta, por así decirlo, que usábamos cuando teníamos los grupos anteriores, porque ahí tocábamos en salas de Madrid. Hacíamos la gira en Malasaña y Lavapiés. Definía un poco la escena súper local y de salas muy concretas y se basaba en que todos los grupos de la escena éramos colegas o gente que hacía fanzines, o fotos, o que participaba de alguna manera en eso.
Paula: Era un rollo colaborativo, también, sin ánimo de enriquecerse. En eso sí que tenía un sentido político. Y había y hay un movimiento feminista bastante fuerte.
Sonsoles: Nosotras hemos salido del circuito underground un poco con Las Odio. Por suerte, digamos, cuando lanzamos el primer disco tuvimos una buena acogida y al final esto nos ha permitido también conocer otros contextos a nivel musical en primera persona. Ya no sólo como público, sino tocando en espacios que no esperábamos alcanzar. Queríamos conquistarlos pero no esperábamos que fuera tan rápido.
¿Con un mensaje tan directo se pueden llenar Las Ventas o el Wizink Center o el público prefieren algo más naif?
Paula: Bueno, ojalá.
Sonsoles: No tenemos un mensaje tan agresivo, ¿no?
Paula: Pues para nosotras somos un poco light.
¿Hay autocensura?
Paula: No, pero tenemos una forma de expresarnos que no utiliza palabras demasiado concretas para definir las cosas de las que estamos hablando. Sí intentamos contarlo de una forma que pueda llegar a más gente. No que no se perciba como algo agresivo, pero sí conseguir un tono más equilibrado. Y precisamente creo que eso nos ha permitido tocar en sitios en lo que no nos esperábamos, y a muchas tías que nos mola muchísimo lo que hacen y que tienen un discurso verdaderamente más directo y más contundente… pues tienen más problemas, y tienen menos hueco. Pienso en las IRA, en la Furia.
Sonsoles: Sí, yo creo que hay discursos que se hacen incómodos no sé si para la industria, pero sí para la gente que programa.
Sois muy irónicas.
Paula: Sí, pero esa es justo nuestra forma de decir lo que queremos decir dándole una vuelta.
Ágata: Yo creo, volviendo a tu pregunta, que vivimos bastante en una burbuja. No sé si a ti también te pasa, pero a mí me cuesta mucho saber qué es lo que puede llenar el Wizink Center. Yo creo que además ahora mismo hay un cambio en la industria (parece). Aunque hayamos tocado en festivales grandes, somos bastante ajenas a eso, al menos en la autoedición, la producción del disco, la organización del grupo. Tenemos una agencia que nos ayuda, pero es pequeñita. Somos poco partícipes de cómo funcionan a ese nivel las cosas. Vete tú a saber qué puede llenar el Palacio de los deportes.
Es verdad que con el auge del trap, están triunfando algunos discursos que se dicen feministas y tienden a la constante sexualización.
Paula: Pero no flipemos, que no llenan el Palacio de los Deportes (risas).
Sonsoles: Yo no cuestionaría determinados discursos feministas que no encajan en nuestra manera de entender el feminismo.
Paula: Pero anda que no lo bailamos (risas). Sí encajan, yo creo, aunque no sea nuestro lenguaje.
Ágata: Yo ahí me separo un poco. Rollo trap y tal, no.
“Me han subido el alquiler, de momento lo puedo pagar, pero estoy sin trabajo y no tengo estabilidad”, cantáis en Ya que preguntas. Hablemos de la precarización de nuestra generación. ¿A qué nos enfrentamos?
Paula: Nos enfrentamos en primera persona. Esta canción viene de nuestra experiencia directa. Intentamos aportar al discurso o a la reflexión sobre un problema que atraviesa a toda la generación, y más arriba y más abajo. Nosotras hemos hecho una canción, pero una vez más hay muchos activismos que son increíbles, como la PAH. Y se dedican en cuerpo y alma a combatir estos problemas.
Ágata: En grandes ciudades como la nuestra, como Madrid, el tema que se presenta en esta canción del alquiler… cada vez es más dramático. Hay grupos como el colectivo de inquilinas de Madrid que tienen propuestas y actúan de manera más directa, y esa es la única forma. Hay que tener conciencia pero también unirse.
¿Nos hemos acostumbrado a ser pobres?
Paula: Sí, además hay un momento muy raro, que de eso también habla la canción: y es la percepción desde fuera de que te va de puta madre. Haces entrevistas, sales en fotos en sitios pasándotelo bien en Instagram… y en realidad estás en la mierda. Es importante hablar de la precariedad de la gente, para que no se sienta que a todo el mundo le va súper guay. Si no todos sentimos que nuestra vida es una mierda y que somos unos miserables.
Sonsoles: Si consigues invisibilizar un problema, es como si no existiera.
¿Se puede vivir de la música en España?
Sonsoles: Se puede para algunos afortunados, y digo “afortunados” porque a ellos suele irles mejor. Las profesiones artísticas en España no están bien remuneradas ni reconocidas.
Alicia: Yo creo que ya no se puede vivir de la música como antes, todo es mucho más precario, ya no existe lo de “forrarte vendiendo discos”. Es un trabajo mucho más entregado. Si no estás tocando todos los fines de semana… difícil.
Esta problemática también entronca con vuestra canción Meritocracia. ¿Sirve de algo esforzarse?
Paula: Hombre, como no te esfuerces estás jodida. Y aún esforzándote, nadie te asegura que vayas a tener una recompensa. Esa es la mentira. Pero la solución no es no esforzarse.
Alicia: Esto va en contra de la teoría diabólica de “si quieres, puedes”, básicamente.
El “emprende”.
Paula: Sí. Y el “si lo deseas con todas tus fuerzas, lo conseguirás”. Es mentira. Y el “el universo conspirará contigo”… (risas).
Ágata: Entronca con esa idea individualista de que “tú eres dueño de tu propio destino y la sociedad no tiene nada que ver con la realidad en la que vives”. Parece que si quieres un trabajo, lo vas a conseguir, como si el porcentaje de paro del país no afectara.
En varias canciones hacéis guiños del tipo “quiero que todos mis ex sean mis amigos” o habláis de matrimonio abierto. ¿Qué sabéis hoy del amor que no supieseis con 18 años?
Paula: Uy, pues yo lo entiendo ahora de una forma mucho más relajada, la verdad (risas).
Ágata: Bueno, yo creo que todo el tema de la deconstrucción del amor romántico y el peso del feminismo están ayudando mucho. A todas nosotras nos ha servido para deconstruir determinadas cosas y toda esta idea, que quieras o no, acabas teniendo en la cabeza (desde las películas de Disney y todo el audiovisual que viene de Hollywood)… se centra en conseguir un amor verdadero que será lo que dará sentido a tu vida y a través del cual conseguirás realizarte y tal. Pues por suerte te das cuenta de que eso no es así. Si no estás completamente vendida a las circunstancias de la vida, que te llevan a no sé a qué, en realidad. Mantiene una tensión y una presión sobre determinadas cosas… no tiene ningún sentido. Es muy paralizante y muy nocivo para las mujeres y para la sociedad en general, yo creo.
¿Nos encaminamos hacia una sociedad poliamorosa?
Alicia: Yo creo que no, creo que aún estamos muy en burbuja y que el matrimonio es una institución bastante fuerte, y no es tan fácil derrocar.
Sonsoles: Es muy complejo, es diferente a tener una relación abierta. Construir relaciones poliamorosas es mucho más complejo. Yo creo que estamos más cerca de una sociedad de parejas abiertas (y que la gente pueda hablar con sinceridad de las infidelidades que no son tales, porque al final es lo normal)…
Ágata: Hablar de los deseos.
Sonsoles: Sí, y poder llevarlos a cabo sin sentir que estás haciendo algo mal.
Alicia: Yo creo que estáis siendo muy optimistas. Yo creo que el poliamor como titular mainstream se usa para hacer lo que se ha hecho siempre, es decir, lo que te da la gana, pero poder decirlo. Pero lo que vale del poliamor, que es cuestionarse las relaciones y el amor romántico… creo que no se hace, o no de manera mayoritaria. De manera mayoritaria es “ah, puedo hacer lo que quiera”.
Paula: Bueno, yo estuve en una boda de lesbianas el sábado y ya te digo, creo que las relaciones aunque sean LGTBI siguen patrones aún tradicionales y heterosexuales. Yo creo que nos dirigimos hacia una movida muy rara en la que se cuestiona la pareja y existe un discurso capitalista-amoroso que incita a eso, a que eso no exista, pero al mismo tiempo te alimenta una expectativa… y eso sí es un pitote. Lo que está montado. Hay tensiones hacia muchos lados. El poliamor es una forma muy concreta de entender las relaciones, ni siquiera es como la alternativa a la pareja tradicional. Imagínate una sociedad de agamia, en la que la pareja no se considere algo que vertebra la sociedad. O las relaciones amorosas no se consideren como algo que vertebra la sociedad. Eso sería muy interesante también.
¿Qué hacemos con el derecho a la pereza? ¿Habría que reformar la Constitución para incluirlo?
Paula: La precarización te obliga a, por ejemplo, no poder tener un trabajo creativo, sino a tener tres. A ser autónoma. O cualquier trabajo que no sea creativo, ojo. Es una reivindicación porque tiene que ver con la productividad y con la necesidad de descansar. No hay forma de parar.
Sonsoles: Parece que incluso el tiempo libre tiene que ser productivo, ya no es sólo a nivel laboral, es todo.
Paula: Claro, y encima tienes que ir a la fiesta que más te conviene porque te puedes encontrar a alguien que te acabe dando trabajo (risas). Es todo.
¿A quién haríais ministro o ministra de Cultura?
Paula: A La Mala.
Alicia: Iba a decir lo mismo.
Ágata: Yo a Ainara LeGardon. La he oído hablando varias veces de música y autogestión y me parece que tiene una visión muy interesante. Es una tía que creo que conoce mucho de leyes y es capaz de meterse a un plano más técnico, que supongo que también es importante para una ministra.
Paula: No, yo estoy haciendo un fichaje estrella a lo Pedro Sánchez. ¿Y la foto, qué? (risas). Mejor una mezcla entre La Mala y Rosalía.
Sonsoles: Un triunvirato Mala, Rosalía y Ainara.