Martirio lleva peineta en lunes por la mañana -hace años que le creció en el cráneo como una idea o un símbolo-: una tiene ganas de pedirle que le pinte el eyeliner. Hembras como esta -con raza antigua y savia siempre nueva- pocas. La folclórica como arquetipo agoniza en la España del trap, pero ella siempre resucita. "Maribel, perdón por llegar tarde", le digo. "Eso no te lo perdono yo a ti, de ninguna manera", lanza, y agita el anillo riéndose. "Vamos a ver, cariño, cuéntame". Y le cuento.
Es una artista grave, polifacética, valiente. Una humanista punk. Sin tonterías. Sin ribetes. Ella cree que para cantar de verdad hay que estar "mú limpia". Viene de La Movida y le hace el boca-a-boca a la copla hasta que echa a andar solita. Llega de vuelta de Jarcha, de Veneno, de Pata Negra. Lleva toda la vida haciendo lo que quiere. Porque puede. Igual te canta La bien pagá que se engancha a un cómic. Martirio es tierna, oscura, sabia; una mujer capaz de subvertir la canción popular, quedarse con su poesía y arrancarla de las garras del franquismo. Cree en la lucha de clases para resistir y en el amor propio para sobrevivir. Aún se reta. Aún juega por encima de las modas. Sabe que el carácter es el destino, y a ella eso le sobra.
Ahora presenta A Bola de Nieve, con Chano Domínguez, un espectacular homenaje al artista cubano en catorce perlas. "Fue un personaje que no tuvo una vida fácil. Ser homosexual en ese tiempo, y con tanto racismo... él tenía un alma especialmente sensible y un alma que amaba mucho porque había sufrido mucho", cuenta. "Él expresa sin cortarse las venas, sin purpurina, sin floritura. Desnudo. Cantaba al amor, al desamor, a la entrega, a la sospecha, al hallazgo. Todo eso tiene tanto que ver conmigo... y también desarrolló mucho la parte amor-desamor-humor. Me fascina Bola de Nieve, especialmente en un tiempo donde se canta tanta mentira".
El 23 de noviembre tocan en Madrid, en el Teatro de la Zarzuela. El 28, en Barcelona, en el Barts. Y el 7 de diciembre, en Palma de Mallorca. "¿Tú crees que canto diferente? Yo me noto distinta". Le digo que sí. Una mujer que no para de crecer está siempre mú cambiá.
Has homenajeado a Chavela y ahora, a Bola de Nieve. Ambos homosexuales, geniales, sufrientes. ¿Cantan mejor los expulsados del sistema? ¿Se canta peor en el Estado de Bienestar?
Yo creo que se puede cantar bien estando cómodo. Desde luego, te digo que la solera que hay en una voz que se ha entregado a sentir… mira, la gente que se entrega a sentir sufre y goza. Las neuronas que hay en la voz de alguien que se ha entregado a sentir valientemente, eso no es comparable. No creo que haya que sufrir para cantar mejor, pero que se canta mejor cuando se ha sufrido, sí te lo digo. Desde mi experiencia.
También se ha dicho que cuando se ha pasado hambre, uno canta más apretao.
Bueno, cuando uno lo está pasando mal tienes un momento de conexión contigo mismo que sirve al cante. Cualquier problema emocional… te pones a Bola y te ayuda muchísimo. Ves que no estás sola, que estas cosas le han pasado antes a alguien. Al no tener alardes, no te estás fijando en “qué bonito canta”, sino que te llega directamente a sitios que tienes escondidos. Te duele. Yo creo que a mí en este disco se me ve el plumero por tos’ sitios. Se me ve quién soy, sin máscara ninguna. Te puede gustar o no gustar, pero desde luego, todo es verdad.
¿Qué tiene que aprender España de Latinoamérica? ¿Sientes que ha habido una mirada altiva por nuestra parte?
Yo creo que hay una hermandad grande, eh. Muchos siglos de convivencia. Yo cuando voy me siento en casa. Y cuando vamos allí nos reconocemos. Les pasa a ellos cuando vienen aquí también. Tenemos que aprender mucha humildad de ellos. Mucho cariño con el extranjero, porque nosotros llegamos allí… hemos llevado mucha cultura pero también hemos hecho muchas barbaridades.
Cada año renace la polémica con el día de la hispanidad y cómo celebrarlo.
Sí. Pues ellos nos quieren muchísimo. Y nosotros nos hemos exiliado y allí hemos tenido la oportunidad de crecer y de desarrollarnos. Latinoamérica es un abrazo para mí. Y la música tiene tanto que ver con nosotros… pero también tiene que ver con lo afrocubano, con lo afroamericano, con lo indígena. Hay montones de cosas que nos unen. Yo siempre he investigado la canción popular latinoamericana. Es una maravilla. Tenemos mucho que aprender.
¿Cuáles son las dos canciones que vertebran para ti el disco y que más hablan de ti?
Hay una canción que es Se equivocó la paloma, que estamos muy acostumbrados a escucharla, pero yo creo que en este disco, por el tiempo que estamos viviendo… tiene mucho sentido. Tiene una lectura social, tiene una lectura romántica, pero indudablemente tiene una lectura política. Es importante para mí eso ahora: que no se equivoque la paz en España. Ya se equivocó una vez, que no vuelva a pasar. Para mí es un himno interior. Después: No puedo ser feliz. La he cantado siempre dedicándola a todas las veces que he tenido que dejar el amor queriéndolo porque no he tenido más remedio que seguir adelante...
...que sobrevivir tú.
Sí. Pero no porque se haya acabado el amor. Sino por seguir adelante y con esa persona no creces, no creces, no creces. Y da pena, ¿eh?, porque yo a toda la gente que he querido la sigo queriendo, y les pego unos abrazos que los crujo, pero hay que elegir muchas veces. Y para mí la música y mi carrera es lo más importante, es lo que más me ha dado y lo que nunca me falla. Es mi gran amor. Todo el que gire alrededor de eso será bienvenido, todo lo que me quite de eso… con mucha pena, tengo que dejarlo.
¿Cuándo conoce uno el amor propio?
Yo estoy aprendiendo todavía a quererme. No sé, habrá gente que tenga más ego. Yo tengo el ego muy domesticao’. Muchas veces, demasiado. Entonces yo sigo aprendiendo a quererme, fundamentalmente para dar lo mejor de mí, no para creerme que soy ná. Siempre tengo la sensación de que tengo una escalera larguísima de empeño en ser mejor aún por subir.
¿La gente ya no se quiere como en las coplas?
Por un lado, no me gusta que después de tanta lucha feminista, sobre todo, por la libertad y por la autonomía… de pronto gente joven se deje manipular, se deje coartar, por tener una pareja. Eso no lo puedo comprender ni aceptar. Esto de que tu novio te coja el móvil… una serie de cosas antiguas fuera del crecimiento de la mujer, fuera de la lucha feminista. No tiene sentido en el siglo XXI. Yo soy amiguísima de los tíos, me encantan los hombres, pero los hombres tienen que ir de nuestra mano. Ni antes, ni después. De la mano. Orgullosísimos cada uno de los méritos del otro. Y nosotras, claro, cada vez más guapas y más estupendas, pero sobre todo, más inteligentes. Sobre todo más preparadas, más autónomas y más libres. En ese sentido, el amor tiene que estar a la altura del siglo XXI. Está claro que ha habido una época en la que se ha ensalzado mucho la forma arrebatada de amar…
Este dolor de no poder más.
Sí, y se sentirá siempre, eso no cambia con el tiempo. Pero sí es verdad que a nivel película, novela, canción, se hace una metáfora muy exagerada para que te entre más pronto, como un tiro, a lo mejor. Seguimos amando, menos la gente que no expresa ná, que es un palo. La gente que tiene sensibilidad y que está conectada con sus propios sentimientos ama como al principio de los tiempos.
¿Tú cuántas veces te has enamorado?
¡Boh! (resopla).
A ver.
Clara, clara, claramente… fuertemente, cuatro.
Oye, pues está bien, ¿eh?
Fuertemente te digo. De las regulares, muchas más.
¿Y qué sabes ahora del amor que no sabías con 18 años?
Sé que tengo que ser yo misma antes de procurar gustarle a alguien. La persona que me quiera, me tiene que querer como yo soy. No tengo que disimular, ni pretender… ni fabricarme una personalidad que le guste al otro. Y he aprendido que cuando no se duerme bien con alguien, es difícil conservar el amor. Y la convivencia. Muy difícil. Dormir bien con alguien no es fácil, ¿eh? Puedes hacer el amor estupendamente, pero, ¿dormir…? Si eso no funciona, no funcionará nada. Eso lleva una cantidad de confianza…
Una intimidad máxima.
Eso es.
¿Y de los hombres, qué sabes que no sabías con 18 años?
Sé tratarlos mejor. Sé comprenderlos mejor. Y sé que tienen un gran problema con el orgullo. Lo tienen muy, muy desarrollado, ¿eh? Les cuesta mucho trabajo perdonar, mucho más que a las mujeres. Y como hieras a un hombre en el orgullo, es muy difícil que esa herida se cure. Eso tiene que ver con el entendimiento que tienen entre ellos también, ¿eh? Pero también te digo que creo que el hombre del siglo XXI es un tío estupendo. Hay gente que no ha llegado. Pero los que yo conozco que han llegado son gente que está preparada, que nos comprende, que nos quiere, que no están buscando a la mujer perfecta, que están seguros de sí mismos sin ser unos pavos reales… ¿sabes? En cualquier estamento social tienen una riqueza interior capaz de enamorarte.
Bueno, ¿y del sexo, qué sabes que no sabías con 18 años?
Lo sé todo. Sí, sí. Con 18 años algo sabía… (risas). Pero ahora del sexo tengo poco que aprender. Te lo digo sinceramente, vamos.
¿Están muriendo las folclóricas?
Bueno, han muerto las grandes folclóricas. No morirá nunca la copla. No todas las coplas, porque no todas han pasado el filtro del tiempo, pero los grandes clásicos… serán para siempre. Hay muchísima gente ahora mismo que canta copla, gente nueva, nada más tienes que ver los concursos de Canal Sur. La copla es una grandísima escuela de interpretación. Hay coplas que no han pasado el filtro del tiempo, como te digo, y hay cosas que ahora no se pueden decir.
Da la sensación de que entonces se hacían muchas más canciones eternas. Las que se hacen ahora parece que jamás tendrán una vida larga. A veces ni siquiera vida.
¡Hombre! Date cuenta que ahí había poesía del 27. Rafael de León era un poeta del 27. No tan reconocido, a lo mejor, en el movimiento, pero sí genial. Y había teatro de Quintero, y música de Quiroga que solamente los arreglos te sirven de banda sonora. Las historias… te colocan en el sitio, en la época, parece que estás viendo hasta la ropa que lleva puesta la gente. Es una escuela absoluta de teatro, de música, de afinar, de actuar en un escenario, de atrezzo, de movimientos… la copla es una escuela total.
De las nuevas generaciones musicales, ¿quién te interesa?
Me encanta Silvia Pérez Cruz. Me fascina. Pero mi hijo Raúl, las cosas que hace en la música… alucino, porque tiene un fundamento, un porqué, un discurso. La gente joven de flamenco. Hay una chavala que se llama Encarna Anillo en Cádiz que canta que te mueres. Fantástica. Y luego hay gente como Javier Ruibal que hace canciones para toda la vida. Kiko Veneno sorprende siempre; siempre tiene una poesía popular, sintética, con lo mejor del flamenco pero en contemporáneo, un sentido del humor ácido pero tal… O Santiago Auserón. Me fascinan. Sus canciones van a durar para siempre. Mi ahijada artística, Magüi, es maravillosa. Y Raúl Rodríguez: su producción. Ha sabido congeniarnos a Chano y a mí para que estemos completamente unidos con piano y voz.
Ya parece casi pregunta obligada: ¿qué pasa con Rosalía y qué piensas del tema de la apropiación cultural? Tú también has sido una rupturista.
A mí me parece que ha caído en el momento justo. Vamos, no es que haya caído… es que ha salido. Ha estudiado mucho, está muy formada en el taller de Barcelona, es una tía que ha escuchado mucho… creo que tiene una producción fantástica, como novedosa, como sorpresiva. Una producción mú’ guapa. Y me siento orgullosa de que esté triunfando por ahí. No es la música que yo normalmente escucho, pero me parece una tía valiente y me alegro de su éxito, claro que sí.
¿Y la polémica por coger andalucismos siendo catalana, por ejemplo?
En Cataluña hay una cantidad de andaluces que yo te digo: en mi vida donde creo que más he actuado ha sido en Cataluña. El flamenco es un bien de la humanidad, no es de nadie. Esto no es flamenco puro, esto es pop, que es lo que más triunfa a nivel mediático. No puedes comparar una guitarra flamenca con un conjunto de pop, o una carrera como la mía con una cantante de pop. Los medios promocionan el pop especialmente. Y llega a un sitio donde las otras músicas no llega. Quizá por eso un flamenco que cante gloria bendita pues dice “coño, y este tío que canta tan bien...”. No se puede comparar. Creo que es cuestión, ¿cómo diríamos?, del fragmento mediático donde están colocadas las músicas.
La comunidad gitana se ha sentido ofendida porque Rosalía cogiese símbolos que consideran suyos.
No sé, yo nunca he tenido problema con los gitanos ni con los flamencos. He aprendido tanto de ellos… y creo que los que han trabajado conmigo también han aprendido de mí. Es una riqueza tan grande la del mundo flamenco y el mundo gitano. Tienen algunos valores que yo no comparto en el siglo XXI, sobre todo con respecto al “te tienes que casar, te tienes que casar...”. Y muchas más cosas. Pero yo sigo aprendiendo de ellos. Y sobre todo, el flamenco es de las músicas que te quita to’ las tonterías del mundo. Entonces tú tienes que estar mú’ limpia para cantar flamenco y que los flamencos te acepten. Tienes que estar mú’ limpia pa que traspase, limpia de prejuicios y de alma.
¿Por qué la España de la derecha se ha apropiado de lo folclórico, de lo cañí?
Todas las dictaduras se apropian de la música popular. Se ha hecho mucha propaganda de eso, durante muchos años. Propaganda de carteles.
¿Y qué puede hacer la izquierda?
A mí no me lo preguntes, porque yo esas cosas las tengo muy claras. Yo creo que España es de todos, que la bandera es de todos, las autonomías son de todos y no porque se le llame “país” no deja de ser “España”. A mí se me llena la boca cuando digo “España”, pero lo digo con cariño, no con soberbia, ni con altivez. No lo digo con ningún tipo de posesión, pero con toda la sensación de sentirme hija. Ninguna exclusión. Estoy orgullosa de la pluralidad de mi país, tanto en paisaje, como en gastronomía, como en cultura, como en ideologías. Me parece riquísimo que haya tantas ideologías y tiene que haber respeto por todas las ideologías siempre que no sean violentas.
Habiéndole quitado tú el sambenito de Franco a la copla, ¿qué hacemos ahora con el dictador?
A mí me parece muy bien lo que se está haciendo. Que se haga con todo el respeto, pero que cada uno esté en el sitio que le corresponde sin monumento.
Tú que eres una revolución, ¿cómo se pone en marcha una de esas?
Uno se rebela cuando no puede má’. Uno se rebela cuando está buscando quién quiere ser y el entorno no te ayuda. Tú le preguntas a tu corazón y a tus tripas y ves dónde está tu orden interno. Cuando pasa eso, rompes lo que tengas que romper, porque va a ser para mejor. No se puede aguantar que nadie te aminore, en ningún caso. Alguien que se suba encima de ti… no, hombre, no. Alguien que te coarte la libertad, alguien que te imponga cosas, alguien que no te quiera. Yo he hecho muchas revoluciones y las sigo haciendo, te lo juro. Hace muy poco acabo de hacer una fortísima que me está costando mucho trabajo. Pero ahí estoy. Es eso: la vida te va poniendo retos y tú tienes dos opciones, acomodarte o tirar pa’lante. Y muchas veces tiras pa’lante sin saber lo que va a venir, pero lo que fue ya no es. Tú revolucionas cuando lo que fue, ya no es.
Volviendo al tono social y político, ¿se puede hacer una revolución sin violencia?
Sí, claro que se puede. La palabra es fundamental. Es absolutamente necesaria la palabra, y en política, hacer política. Llegar a consensos, ceder parcelas y llegar a quererse y a juntarse. Me da una pena cuando veo la disgregación ya no sólo en la propia sociedad, sino en las propias familias…
En Cataluña lo estamos viendo.
Hombre, a mí me recuerda a la Semana Trágica. Hay un libro de Ildefonso Falcones que está ambientado en la Semana Trágica. No tiene nada que ver, porque entonces eran los obreros contra los burgueses, pero en realidad eso también tiene un fondo económico. Aparte de la historia y la voluntad que tenga la gente de querer ser independiente o no, pero hay un fondo económico en casi todo, la verdad. Por desgracia hoy más que nunca. Hoy el dinero es el amo absolutamente. Y contra eso hay que luchar, porque estamos viendo que la gente es completamente infeliz. Y hay una juventud con unas ganas, una preparación y una falta de futuro que está enfadaísima’. Y enfadadísima esta gente es fácil que pase a la violencia.
¿Se arreglaría todo dejándoles votar?
Creo que un referéndum no vinculante pero sí consultivo (a lo mejor no tendría que ser sólo en Cataluña, no lo sé) sería una vía. Hay que hablar más de lo que se está hablando, y estos tienen que hacer mucha más política de la que han hecho. Ceder un poco más, arrimar el hombro para la paz, no para los calentones, no para echar leña al fuego.
Hablabas de la revolución obrera y de la obsesión por el dinero. Más allá de Cataluña, en general, ¿sigue habiendo lucha de clases?
Sí. No ha muerto la lucha de clases para nada. Hay muchísima gente en paro, mucha gente que tiene lo mismo, mucha gente que gracias a los abuelos siguen pa’lante como pueden… y los que tienen dinero tienen cada vez más dinero y los que no tienen, tienen cada vez menos. Claro que seguimos en plena lucha de clases y de privilegios.
¿A quién harías ministro o ministra de cultura?
A mí me gusta mucho Iñaki Gabilondo en general. Me parece un tío con unas dotes de explicación clara y una voluntad de ensamble… ¿sabes? Me encanta.