El miércoles la tierra tembló en el centro de Italia, el terremoto destruyó más de 290 edificios según el primer balance oficial del Gobierno italiano. El ministro de cultura, Dario Franceschini, asegura que aunque en la prioridad es salvar vidas, conforme pase el tiempo y la situación se normalice reconstruirán “los burgos para mantener una imagen fiel a la que tenían”.
Los municipios más afectados por el terremoto cuentan con un gran valor patrimonial, sobre todo Amatrice, considerado uno de los pueblos más bellos de Italia, que tiene 3.000 obras de valor artístico catalogadas. El proceso de reconstrucción es complicado y “harán faltan más de diez años para recuperar el patrimonio perdido”, afirma a EL ESPAÑOL el director del colegio de Arqueólogos de Valencia y Castellón, Llorenç Alapont, un buen conocedor de la zona del terremoto ya que ha excavado diferentes yacimientos en el centro de Italia.
El proceso de reconstrucción es complicado y “harán faltan más de diez años para recuperar el patrimonio perdido”
“No va a ser un procedimiento corto ni sencillo, primero habrá que reconstruir las viviendas y después estudiar de qué forma se pueden recuperar los edificios, hay que cuantificarlos, valorarlos y atender a la zona de una forma muy especial”, cuenta el arqueólogo. “Hay un 20% del patrimonio en Amatrice que es irrecuperable porque son materiales originales, se pueden recuperar los elementos sobre todo a nivel arquitectónico, pero hay cosas como los frescos o el interior de las iglesias que será imposible”.
Sobre el valor de la zona Alapont afirma que es “muy rica porque se encontraba la carretera más importante del Imperio Romano, la vía Salaria, por la que se transportaba la sal. Además, a veinte minutos de Amatrice nació el emperador Vespasiano, uno de los más importantes del Imperio porque empezó a construir el Coliseo”. Sin embargo, pese a la riqueza de la zona el arqueólogo afirma que “tiene poca dedicación por parte del Estado”.
“Son ciudades pequeñas, muchas no tienen ni oficinas de correos, ni bancos, son pueblos que en invierno tienen muy poquitos habitantes pero en época estival van muchos romanos, por lo que se duplica su población, que haya pasado en verano es muy mala suerte”, explica Alapont. La inversión que el Estado dedica, cuenta el arqueólogo, “es prácticamente ninguna”. Además, “como en todo el patrimonio, lo que tienes que hacer es conservarlo de manera constante, algo que no se hace en absoluto”.
La inversión que el Estado dedica, cuenta el arqueólogo, “es prácticamente ninguna”. Además, “como en todo el patrimonio, lo que tienes que hacer es conservarlo de manera constante, algo que no se hace en absoluto”
“Que los terremotos se van a repetir es seguro, eso lo sabemos ahora y antes. Una ciudad como Amatrice no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir a un terremoto, pero como Amatrice hay muchas, son pueblos de origen medieval que no aguantan. No se han previsto los daños ni las consecuencias, ni las humanas ni las patrimoniales”, sentencia.
Según cuenta el arqueólogo, uno de los mayores problemas de las construcciones es el efecto dominó, ya que las casas de los vecinos tienen entre 200 y 300 años y comparten los muros de carga, lo que ha hecho que la ciudad se destruya. “Se podría haber evitado con un plan nacional, porque no es sólo esta zona, toda Italia es así”. El hecho de no preparar las construcciones para la actividad sísmica tiene consecuencias nefastas, porque “el patrimonio aun es recuperable, pero las pérdidas humanas no”.
En la búsqueda de abaratar costes se corre el riesgo de que las empresas no usen materiales de calidad, ni se invierta lo suficiente no solo para que se recuperen los edificios, sino también para que estén a prueba de posibles terremotos
El siguiente paso es comenzar a reconstruir todo lo que el terremoto ha destruido, pero este proceso no está exento de peligros ya que “en la búsqueda de abaratar costes se corre el riesgo de que las empresas no usen materiales de calidad, ni se invierta lo suficiente no solo para que se recuperen los edificios, sino también para que estén a prueba de posibles terremotos”, cuenta Alapont. En la última experiencia sísmica en Italia, el terremoto en L'Aquila en 2009, estos peligros se transformaron en desviación de fondos. Parte del dinero que la Unión Europea había destinado a la reconstrucción de la ciudad llegó a manos de contratistas relacionados con la mafia.
Hasta la zona del terremoto se han desplazado los llamados ‘casos azules de la cultura’, un cuerpo formado por carabineros dedicados a la tutela del patrimonio cultural. Este cuerpo colabora desde el mes de febrero con la UNESCO para preservar las construcciones de valor artístico en las zonas de conflicto y desastres naturales. Los ‘cascos azules’ serán los encargados de llevar a cabo las primeras labores de conservación, entre las que tiene especial importancia diferenciar los escombros de los restos patrimoniales.