Amor, sabiduría y belleza. Razones para iniciar el trámite que protegerá con las máximas garantías las técnicas constructivas de la carpintería de ribera. Las embarcaciones tradicionales de Galicia serán protegidas como Bien de Interés Cultural (BIC) del patrimonio inmaterial, tal y como anuncia el BOE de este miércoles. “Galicia atesora un patrimonio cultural singular y propio, que se materializa en los botes, bucetas, carochos, chalanas, dornas, galeones, gamelas, lanchas, racús, traíñas”, explica el escrito que legitima la decisión de la Dirección General del Patrimonio Cultural.
La resolución destaca la técnica constructiva, pero el homenaje es para la preservación de un pueblo marinero, que ha desarrollado los conocimientos técnicos gracias al ingenio de los maestros carpinteros, “homologables a los requerimientos técnicos de la construcción naval industrializada”. Pero sin universidades. La mejor prueba de estas capacidades está en la construcción, conservación y restauración que mantienen sobre el patrimonio cultural marítimo. Por eso urge su protección.
“Al día siguiente de que la Xunta diera a conocer la intención de declarar BIC a la carpintería de ribera, unos vecinos quemaron una vieja carpintería para quitarla de en medio”, cuenta a este periódico el legendario fotógrafo Xurxo Lobato, que acaba de publicar un libro sobre esta tradición marítima, titulado Vento nas velas. “Hace falta respaldar las carpinterías de ribera. Hay que preservarlo de los terroristas culturales que quieren quemarlo todo. Hay que conservarlo como se conserva la Catedral de Santiago y el Camino”, añade el fotógrafo.
Tradición de pobres
El texto subraya la dificultad que supone el uso y el mantenimiento de las embarcaciones tradicionales, en las condiciones económicas actuales. “No supieron encontrar un lugar para los valores potenciales de esta singular manifestación del patrimonio cultural inmaterial, y aprovechando que aún se conserva vivo en las manos y en la memoria de muchas de sus gentes, que tienen el compromiso y el reto de mantenerlo, es necesario colaborar en la tarea de encontrar una funcionalidad a la conservación y fomento de las técnicas tradicionales de la carpintería de ribera”.
Avelino Ochoa es el presidente de la Asociación gallega de barcos clásicos y de época, uno de los impulsores de esta medida que pretende preservar el trabajo de la veintena de carpinterías que se dedican a la creación de embarcaciones tradicionales. Cuenta que declarar BIC la técnica constructiva y catalogar las embarcaciones hechas permitirá que los carpinteros trabajar en unas condiciones laborales dignas. “Por primera vez se presta atención a la cultura marítima en España”, asegura a este periódico. “Nadie habla de este mundo porque la cultura marítima representa el mundo de los pobres”.
Ahora se construyen pocos barcos de madera, cuenta, debido a su precio. Pero las carpinterías siguen en activo. “Sólo se lo pueden permitir los ricos. Por eso si reducimos la actividad de los carpinteros de ribera a reparar barcos tradicionales, les condenamos a la desaparición”. El BIC reconoce su intervención en barcos tradicionales (de pesca, miles de unidades en activo) y barcos tradicionales (de ocio, medio centenar).
Ayudas económicas
Por Galicia han pasado todas las civilizaciones, las del Norte y las del Sur, dice Ochoa, porque era más fácil llegar aquí por mar que por tierra. De su paso, quedó poso. Las dornas gallegas, de hecho, tienen influencias vikingas, cuando pasaban por la costa gallega camino del Mediterráneo. El BIC beneficiará a los dueños de estas embarcaciones en las tasas portuarias. “En Europa se catalogan los barcos y se les exime de pagar las tasas portuarias, porque genera un atractivo turístico”.
El carpintero José Garrido empezó a hacer embarcaciones con 14 años, en O Grove. Tiene 56 y nos atiende rápidamente. El verano es el pico de trabajo de los astilleros tradicionales. Está contento porque esta declaración de BIC reconoce un trabajo de toda la vida, que ha pasado de padres a hijos. Necesitan que el texto final, que se cerrará antes de 24 meses, amplíe todo lo que pueda la tipología de embarcaciones protegidas. Así habría ayudas no sólo para las restauraciones de las más antiguas.
Necesitan que las ayudas a los amarres de embarcaciones amplíen la gama para que puedan producir más. Porque apenas construyen. La crisis. Salen pocos encargos. Un galeón, de 10 metros, cuesta cerca de 120.000 euros. Así que hay más reparaciones, que obra nueva. Pero Garrido tiene esperanza en el cambio del viento. A favor. Vento nas velas, como el libro de Xurxo, un título que alude a una frase hecha sobre la fuerza y el impulso. Sin viento, el barco no avanza. Sin ganas, nadie se mueve.
Proteger y salvaguardar
El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte reconoce que mantener en activo estos barcos históricos en un contexto tan poco favorable, debido a los avances de la ingeniería naval, “resalta el amor y el reconocimiento a la sabiduría y a la belleza de las embarcaciones tradicionales”. Las barcas son testigos de la historia social de estas comunidades, gracias a los carpinteros de ribera, sin los que no podrían sobrevivir. “Proteger estas técnicas conduce directamente a la salvaguarda del patrimonio cultural gallego”, puede leerse en el BOE.
Este periódico se ha puesto en contacto con la Secretaría de Estado de Cultura y la Xunta para conocer los motivos para incoar este expediente, pero ni el organismo estatal ni el local han ofrecido su parecer. A pesar de ello, es la UNESCO la que define el patrimonio inmaterial como los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural, y la que reclama a las administraciones públicas la garantía para la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial.