Un peluche sobre la mesa, una cruz colgada en la pared, estampitas pegadas en el techo, insignias de misiones espaciales, una imagen del astronauta Yuri Gagarin -primer humano en el espacio-, así adornan los astronautas sus cabinas en las misiones espaciales. Un grupo de arqueólogos viajará a la Estación Espacial Internacional para estudiar la vida humana, en el espacio. No quieren saber si es habitable o si en algún momento hubo vida humana. Quieren analizar las ‘sociedades’ que se crean por el paso de los astronautas.
Es la oportunidad de ver la huella que deja el ser humano, incluso sin gravedad y aunque la vida se complique en lo más básico, fuera de la Tierra. En la Estación Espacial Internacional hay sacos de dormir, fotos de familia, iconos religiosos… este tipo de objetos son los que se quieren analizar para ver cómo es la vida allá arriba y cómo afecta a las personas.
La ISS está en construcción desde 1998 y en el presente es el objeto artificial más grande en órbita terrestre. Completa una vuelta aproximadamente cada 92 minutos y se encuentra a unos 400 km de altura aproximadamente de la superficie de la Tierra. Los investigadores quieren saber cómo los Sastronautas, de diferentes culturas, se relacionan y se adaptan a la vida en la microgravedad. Es el análisis de una sociedad nueva, la sociedad del espacio.
Igual que una ruina romana
La idea es estudiar el entorno como si fuera un yacimiento antiguo, el protocolo será el mismo que se hace en las excavaciones y para los restos de civilizaciones romanas. Los arqueólogos llegarán al lugar, registrarán la zona y analizarán los restos que encuentren en la exploración. Los datos se recogerán y permitirán ver cómo funcionan y se organizan las sociedades de astronautas. Rastrearán los patrones de vida igual que lo harían en un sitio arqueológico en la Tierra.
El profesor Walsh de la Universidad Chapman, en California (EEUU), y encargado de este proyecto habla de la importancia de llevarlo a cabo: “Si están pensando en enviar gente a Marte, al espacio profundo o a la Luna durante largos periodos de tiempo, realmente les convendría entender cómo se mantienen las sociedades de astronautas y crean una cultura propia”.
Un grupo de psicólogos ya se ha interesado por el proyecto, que comenzará en 2024, para estudiar las interacciones entre astronautas y analizar el hábitat para ver cómo funcionan en un aislamiento a largo plazo.
Alice Groman de la Universidad de Flinders, y figura emergente de la arqueología espacial, argumenta que el estudio de sociedades no tiene que anclarse en el pasado. Ella investiga la importancia cultural de la basura espacial -restos de vuelos-, en el sitio donde aterrizó el Apolo 11 en 1969 y que ya ha sido declarado hito histórico de Estados Unidos.
Los investigadores quieren investigar cómo los astronautas, de diferentes culturas, se relacionan entre sí y se adaptan a la vida en la microgravedad
Los precursores del proyecto quieren que se protejan los recursos y restos como si formaran parte del patrimonio universal. Argumentan que la huella humana en el espacio debe documentarse y protegerse.
Wals y Gorman se unieron para estudiar la cultura de los astronautas y eligieron la base internacional porque es donde más tiempo pasan y, además, las tripulaciones son multiétnicas, multinacionales y multilingües, lo que hace más interesante el estudio desde el punto de vista psicológico y sociológico.