Cuando el pantano se secó, la iglesia seguía allí. Cinco décadas después de ser anegada por la creación del pantano de Aguilar de Campoo, en el norte de Palencia, la población de Zalima sale a flote, junto con su iglesia. Es uno de los cuatro pueblos que quedaron ahogados. La sequía ha dejado al descubierto varios capiteles románicos y góticos del interior, que en su día fueron abandonados. No así su portada principal, que fue trasladada a otro pueblo, en Castillo del Monzón.
Los especialistas sabían de su existencia, estaba documentada por varios historiadores, y estos días uno de los historiadores de la Fundación Santa María la Real fue con su piragua a fotografiar los restos que habían emergido. Los capiteles, tal y como informa a este periódico el historiador César del Valle, también de la Fundación Santa María la Real, no son de gran riqueza escultórica, “pero son muy interesantes”.
En la zona hay piezas escultóricas de primer nivel, pero estos no lo son. El historiador cuenta que son sencillos, tardíos y no son los más espectaculares del entorno palentino. “Tenemos una concentración de 250 testimonios románicos en menos de 50 kilómetros”, asegura. No cree que la operación rescate sea posible, por lo retirada que está. “Hay descendientes de ese pueblo y es una lástima ver ahí los restos de la iglesia y el puente. Pero entendemos lo complicado económicamente que resulta un traslado. Aunque no deja de ser triste ver unos capiteles anegados”, cuenta a este periódico.
Junto a estas piezas, ha aparecido una mucho más polémica: el puente gótico de Villanueva del río Pisuerga, que quedó allí a pesar de su calidad. Este pueblo está a un kilómetro de Zalima, y el puente ha vuelto a la luz cuando el pantano ha bajado del 15% de su capacidad. Normalmente, el puente no se ve. “El puente sí que es muy destacable. Es un puente medieval sin apenas modificaciones posteriores. Sin embargo, son más de 50 años sumergidos y cada vez está en peor estado. Hace 30 años habría estado mejor rescatarlo, ahora está en mal estado”.
Es la primera vez que se fotografían los capiteles del interior del edificio parroquial. Los restos sumergidos corresponden al arco triunfal de la nave románica, con capiteles triples de sencilla decoración vegetal. Además, hay otro de estilo gótico, con una decoración difícil de precisar por el deterioro al que han sido sometidos durante estos años.