Roberto Ontañón llegó a las cuatro nuevas cuevas con pinturas rupestres a través de la hemeroteca. El director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria puso a trabajar a su equipo hace un año tras el hallazgo de una cavidad con decoraciones, en el desfiladero de La Hermida. Aquel hallazgo les hizo ponerse en busca de los rumores del pasado, para confirmarlos con las herramientas técnicas del presente.
Gracias a la fotometría y la curiosidad arqueológica han salido a la luz nuevos frescos rupestres en las cuevas de El Rejo, Los Murciélagos, Las Graciosas y Solviejo. Los ejemplos conservados en las dos primeras han llegado en peor estado que los de las otras dos, tal y como explica a este periódico el responsable del hallazgo. El rescate de las noticias del pasado que hablaban de encuentros prehistóricos han sido confirmadas y los restos de pintura de las cuatro nuevas cuevas se suman al numeroso catálogo de vestigios del pasado con los que cuenta la región.
Los especialistas han datado los conjuntos en 20.000 o 30.000 años antes de nuestra era. Aclara Ontañón que aunque sean más antiguas que Altamira, no son más importantes. “Son muy homogéneos estilísticamente”, cuenta. Son hileras de puntos de pigmentos de color aplicadas con los dedos. Son más antiguas que las cuevas de Altamira, pero no por ello más importantes, aclara el experto que gestiona cerca de 2.000 cuevas.
No sólo estaban decoradas las paredes de la parte más profunda de las cuevas (emplazamiento que se suele reservar para el rito sagrado). También hay ejemplos cerca de la boca de la cueva, en la estancia donde habitaban y se resguardaban. Los antiguos cántabros también decoraban la piedra de sus hogares. Éstas, al estar situadas más próximas a la entrada, han sufrido más los procesos de erosión.
Con muy poco, mucho
El turismo arqueológico es un foco de atención y de presión muy importante en Cantabria. Al año, si se incluyen Altamira y el Soplao, genera más de un millón de visitantes. En el equipo de trabajo de Ontañón colaboran también una empresa de arqueólogos y de topógrafos. El presupuesto es ridículo: 12.000 euros al año, que invierte la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de Cantabria. Es lo que tuvimos que pagar por la factura del teléfono móvil de un alto cargo de Interior en sus 15 días de vacaciones o la inversión de Ada Colau en el montaje de pantallas para seguir su propia investidura.
“Con poco dinero descubrimos mucho. Sólo invertimos en nuestras salidas al campo y en la investigación en el laboratorio”, cuenta. Asegura que hay más por descubrir “indudablemente”. “En los próximos dos años confirmaremos otras cuatro con arte rupestre. También ampliaremos el número de motivos en sitios conocidos, gracias a las técnicas nuevas. Descubrimos dos cuevas cada dos años, ese es el ritmo”.
Pero, ¿por qué tal densidad de cuevas en Cantabria? “La región no es demasiado alta, no tanto como Asturias. El clima es muy suave, es una zona relativamente templada y de roca caliza, con mucha cuevas para vivir. Cantabria era un sitio buenísimo para vivir en la última glaciación”, aclara Ontañón.
Cuevas cerradas
Hay cerca de 7.000 clasificadas en toda Cantabria. De ellas, 1.500 cuentan con algún yacimiento arqueológico. Vestigios de arte rupestre hay en 70, pero ahora mismo sólo hay 7 cuevas abiertas al público, a pesar de que la Unesco declaró hace una década Patrimonio de la Humanidad 9 cuevas cántabras. Lo siguiente que se hará con los nuevos hallazgos es protegerlos: “Una de ellas ya está cerrada. Las otras tres, lo haremos en breve con una verja”.
“No se prevé abrir más al público. No me merece la pena enfrentarnos a los riesgos de abrir más al público. Sabemos, gracias a Altamira, que la gestión incontrolada acabaría con la cueva. Esto requiere obras de acondicionamiento y tampoco sabemos de qué manera puede afectar la presencia humana a las pinturas”, explica el responsable de la gestión.