Hay dos nombres que al pronunciarlos despiertan las pesadillas en la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid: el arquitecto Antonio Palacios y la plataforma ciudadana Madrid, Ciudadanía y Patrimonio. Mientras se resuelve el futuro de las cocheras de Cuatro Caminos, llega la reforma de la estación de metro en Gran Vía, que amenaza, según la plataforma, los restos originales del ascensor diseñado por el citado arquitecto. Por ello lo han denunciado a la Dirección, cuya responsable es Paloma Sobrini.
“Las obras supondrían la destrucción completa del antiguo acceso de la estación y sus vestíbulos subterráneos de 1919 y 1934, que no forman parte del recorrido actual”, explican desde la plataforma. La reforma tiene por objetivo la accesibilidad con ascensores para adaptar la estación a las necesidades de todos los ciudadanos.
La asociación que defiende al patrimonio de la ciudad ha superpuesto la altimetría del nuevo proyecto y el resultado es “la destrucción del pozo de acceso con ascensor y escaleras”, una obra original de 1919. También desaparecería el vestíbulo subterráneo complementario construido en 1934 para atender el incremento de viajeros.
El último
Lamentan que la celebración del primer centenario de la creación del metro de Madrid coincida con la fulminación del diseño original, trazado por Palacios. “Se ha desdibujado hasta casi la extinción, banalizando sus elementos históricos, barriendo decoraciones”. Junto a las cocheras de Cuatro Caminos, la estación de Gran Vía pasaría a la lista de alarma patrimonial, puesto que fue una de las ocho paradas que se inauguraron en octubre de 1919, con un ascensor icónico.
Sólo dos estaciones del metro madrileño tuvieron ascensores desde el principio: Sol y Gran Vía. De Sol ya no queda ni rastro, fue “completamente desfigurada”. Pero desde Madrid Ciudadanía y Patrimonio aseguran que el ascensor de Gran Vía diseñado por Palacios es recuperable en su sentido original. “Podría, de cara al centenario, recuperar su parte histórica con uso funcional y su configuración original, conectándola hábilmente a unos accesos universales y adaptados. Se trata de hacer del patrimonio algo vivo y conectado a nuestra realidad”, aseguran desde esta plataforma ciudadana.
El ascensor en disputa estuvo en funcionamiento hasta 1970. Los nuevos accesos y nuevas técnicas de movilidad entre las conexiones, dejaron inutilizado la ingeniería del pasado. Los elementos originales de 1919 y 1934 quedaron en desuso y condenados tras tabiques que cegaron las conexiones iniciales con la línea 1.